Eduardo Mendoza, premio Princesa de Asturias: «Lo que quiero para Cataluña es concordia, vino, toros, fútbol y felicidad»

Eduardo Mendoza ha recibido el premio Princesa de Asturias de las Letras y al conocer la noticia no ha podido ocultar su sorpresa y satisfacción, con una afonía evidente que apenas le permitía hablar. «A estas alturas, todo es un estímulo. Pensar que 50 años después de publicar mi primera novela, todavía no me han mandado al cuarto de los trastos me llena de alegría», comentó el escritor con su característico sentido del humor. El premio es un reconocimiento a una larga trayectoria que este año precisamente cumple 50 años, cuando, en 1975, publicaba su icónica primera novela, 'La verdad sobre el caso Savolta'. El jurado valoró, sobre todo, la capacidad de Mendoza para «proveer de felicidad al lector». «Me he dedicado toda la vida a escribir y hacer el vago y al final me lo premian de esta manera. Es fantástico. No sé si mi escritura ha proveído de felicidad al lector, pero lo que sí es seguro es que me ha proveído de felicidad a mí», afirmó. El jurado quiso poner en valor una trayectoria en la que Mendoza ha conseguido «llegar a las generaciones más distintas con sus luminosas páginas». «Me sorprende que gente joven todavía lea mis libros. Si tú coges 'Sin noticias de Gurb' hoy, ha de tener una edición crítica con múltiples pies de página porque hay miles de cosas que hoy no se entienden. Pero lo cierto es que es corta y está llena de buen rollo, sin ningún momento de amargura. No hay sarcasmo, ni mala intención. Claro, que te recomienden en las escuelas ayuda, pero de las cosas que más satisfacción siento es de haber enseñado a leer a varias generaciones», dice Mendoza. Entre 'Sin noticias de Gurb', del que asegura que le han pedido mil veces una segunda parte, o 'El misterio de la cripta embrujada ', Mendoza ha convertido el humor en una de sus armas literarias fetiche, otorgando a la comedia un prestigio perdido en la literatura española contemporánea. «Con toda la falsa modestia, sí que creo que he contribuido a dar valor al género. La comedia estaba bien vista en el cine y en el teatro, pero no en la novela. El humor siempre ha existido, pero en novela estaba en horas bajas. Yo tuve la desfachatez de lanzarme. Empecé con una novela seria, con toques de humor, pero luego decidí abrir una sucursal y hasta hoy. Y era arriesgado porque en el humor, si fracasas, no hay marcha atrás. Lo importante es no bajar el listón, no ser chabacano y creer que todo vale», comenta el escritor de 'Tres enigmas para la organización'. Mendoza, que ayer estaba en Madrid para un homenaje a «mi querido amigo Vázquez Montalbán» , considera que este premio también es un reconocimiento colectivo para toda una generación de escritores barceloneses que irrumpieron en los 60 y 70 e incluyen al propio Mendoza, a Montalbán, a Juan Marsé, y un larguísmo etc. «Cada vez quedamos menos. Supongo que somos una generación que ayudamos a dar un poco de luz a una época gris y triste. Devolvimos el humor a la narrativa, recuperamos la novela de género y cambiamos un panorama dominado por el costumbrismo», aseguró Mendoza. El escritor ha convertido a Barcelona en una gran ciudad literaria, pero asegura que ahora casi ya no la reconoce. «Todas las ciudades cambian muchísimo con el tiempo, pero Barcelona muchísimo más. La de mi infancia, por ejemplo, ha desaparecido. No la reconocería nunca. Ha pasado de ser una urbe tranquila a un referente mundial del turismo y ya no sabemos dónde nos llevará esto. Yo he sido testigo privilegiado de estos cambios porque he vivido fuera y al regresar se hace más evidente», comenta Mendoza, que vive medio año en Barcelona y el otro en Londres. Hace un par de años, aseguró que la novela tenía los días contados, pero un año después publicaba una nueva para su bibliografía. Ahora ya no sabe vaticinar qué le espera en el futuro. «Sí, quería dejar la novela y limitarme a escribir pequeños ensayos, pero cuando llevas tantos años escribiendo ficción, es casi como si las novelas decidieran por ti. Ahora no estoy escribiendo ninguna, creo que me toca más poner un poco de orden y recopilar artículos y seminarios, pero esto no quiere decir que mañana no empiece una novela de tiros », confiesa. El autor de hitos de la narrativa hispana contemporánea como 'La ciudad de los prodigios' sólo quiere vivir tranquilo y mirar de soslayo incluso a la realidad política de Cataluña. «Escribí hace unos años un ensayo sobre lo que pasaba en Cataluña porque viviendo parte del año en Londres veía que la información que llegaba allí de Cataluña era un poco sesgada. Quería dar una perspectiva ecuánime. Ahora lo único que quiero es concordia, que haya vino, corridas de toros, fútbol y felicidad para todos», dijo. El escritor catalán se enteró del galardón mientras estaba en el médico, «nada grave, sólo una visita rutinaria». La sorpresa llegó tras encender el teléfono tras salir de la consulta. «No he podido llamar a nadie porque mi teléfono echaba humo. La primera con la que he hablado ha sido Elena Ramírez, mi editora en Seix Barral , para v

May 14, 2025 - 17:26
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Eduardo Mendoza, premio Princesa de Asturias: «Lo que quiero para Cataluña es concordia, vino, toros, fútbol y felicidad»
Eduardo Mendoza ha recibido el premio Princesa de Asturias de las Letras y al conocer la noticia no ha podido ocultar su sorpresa y satisfacción, con una afonía evidente que apenas le permitía hablar. «A estas alturas, todo es un estímulo. Pensar que 50 años después de publicar mi primera novela, todavía no me han mandado al cuarto de los trastos me llena de alegría», comentó el escritor con su característico sentido del humor. El premio es un reconocimiento a una larga trayectoria que este año precisamente cumple 50 años, cuando, en 1975, publicaba su icónica primera novela, 'La verdad sobre el caso Savolta'. El jurado valoró, sobre todo, la capacidad de Mendoza para «proveer de felicidad al lector». «Me he dedicado toda la vida a escribir y hacer el vago y al final me lo premian de esta manera. Es fantástico. No sé si mi escritura ha proveído de felicidad al lector, pero lo que sí es seguro es que me ha proveído de felicidad a mí», afirmó. El jurado quiso poner en valor una trayectoria en la que Mendoza ha conseguido «llegar a las generaciones más distintas con sus luminosas páginas». «Me sorprende que gente joven todavía lea mis libros. Si tú coges 'Sin noticias de Gurb' hoy, ha de tener una edición crítica con múltiples pies de página porque hay miles de cosas que hoy no se entienden. Pero lo cierto es que es corta y está llena de buen rollo, sin ningún momento de amargura. No hay sarcasmo, ni mala intención. Claro, que te recomienden en las escuelas ayuda, pero de las cosas que más satisfacción siento es de haber enseñado a leer a varias generaciones», dice Mendoza. Entre 'Sin noticias de Gurb', del que asegura que le han pedido mil veces una segunda parte, o 'El misterio de la cripta embrujada ', Mendoza ha convertido el humor en una de sus armas literarias fetiche, otorgando a la comedia un prestigio perdido en la literatura española contemporánea. «Con toda la falsa modestia, sí que creo que he contribuido a dar valor al género. La comedia estaba bien vista en el cine y en el teatro, pero no en la novela. El humor siempre ha existido, pero en novela estaba en horas bajas. Yo tuve la desfachatez de lanzarme. Empecé con una novela seria, con toques de humor, pero luego decidí abrir una sucursal y hasta hoy. Y era arriesgado porque en el humor, si fracasas, no hay marcha atrás. Lo importante es no bajar el listón, no ser chabacano y creer que todo vale», comenta el escritor de 'Tres enigmas para la organización'. Mendoza, que ayer estaba en Madrid para un homenaje a «mi querido amigo Vázquez Montalbán» , considera que este premio también es un reconocimiento colectivo para toda una generación de escritores barceloneses que irrumpieron en los 60 y 70 e incluyen al propio Mendoza, a Montalbán, a Juan Marsé, y un larguísmo etc. «Cada vez quedamos menos. Supongo que somos una generación que ayudamos a dar un poco de luz a una época gris y triste. Devolvimos el humor a la narrativa, recuperamos la novela de género y cambiamos un panorama dominado por el costumbrismo», aseguró Mendoza. El escritor ha convertido a Barcelona en una gran ciudad literaria, pero asegura que ahora casi ya no la reconoce. «Todas las ciudades cambian muchísimo con el tiempo, pero Barcelona muchísimo más. La de mi infancia, por ejemplo, ha desaparecido. No la reconocería nunca. Ha pasado de ser una urbe tranquila a un referente mundial del turismo y ya no sabemos dónde nos llevará esto. Yo he sido testigo privilegiado de estos cambios porque he vivido fuera y al regresar se hace más evidente», comenta Mendoza, que vive medio año en Barcelona y el otro en Londres. Hace un par de años, aseguró que la novela tenía los días contados, pero un año después publicaba una nueva para su bibliografía. Ahora ya no sabe vaticinar qué le espera en el futuro. «Sí, quería dejar la novela y limitarme a escribir pequeños ensayos, pero cuando llevas tantos años escribiendo ficción, es casi como si las novelas decidieran por ti. Ahora no estoy escribiendo ninguna, creo que me toca más poner un poco de orden y recopilar artículos y seminarios, pero esto no quiere decir que mañana no empiece una novela de tiros », confiesa. El autor de hitos de la narrativa hispana contemporánea como 'La ciudad de los prodigios' sólo quiere vivir tranquilo y mirar de soslayo incluso a la realidad política de Cataluña. «Escribí hace unos años un ensayo sobre lo que pasaba en Cataluña porque viviendo parte del año en Londres veía que la información que llegaba allí de Cataluña era un poco sesgada. Quería dar una perspectiva ecuánime. Ahora lo único que quiero es concordia, que haya vino, corridas de toros, fútbol y felicidad para todos», dijo. El escritor catalán se enteró del galardón mientras estaba en el médico, «nada grave, sólo una visita rutinaria». La sorpresa llegó tras encender el teléfono tras salir de la consulta. «No he podido llamar a nadie porque mi teléfono echaba humo. La primera con la que he hablado ha sido Elena Ramírez, mi editora en Seix Barral , para ver qué hacíamos», comentó Mendoza, que reconoce que este tipo de reconocimientos te dan que pensar. «Después de la alegría, te quedas solo y piensas: qué he hecho yo para merecer esto, qué tengo que hacer ahora, qué se espera de mí. No me dejan jubilarme tranquilamente. Hace un año se lo dieron a Serrat, que se había retirado, y se tuvo que ir a cantar. No sé qué me toca a mí», concluyó Mendoza con su característica ironía.