La memoria, un músculo fácil de ejercitar

La memoria no solo nos permite rememorar lo vivido y aprendido, sino que también nos ayuda a enfrentar el presente y anticipar el futuro. Distintos hábitos y herramientas contribuyen a su funcionamiento. La entrada La memoria, un músculo fácil de ejercitar se publicó primero en Ethic.

May 14, 2025 - 17:30
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La memoria, un músculo fácil de ejercitar

Napoleón Bonaparte afirmó que «una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición». Y no podemos negar que sabía bastante de cómo defender o asediar fortalezas. Por su parte, William Shakespeare dejó escrito que «la memoria es la centinela del cerebro». Menos beligerante que el emperador francés, pero igual de incisivo, expresaba con tal metáfora la importancia de la memoria para salvaguardar lo aprendido, no solo como quien guarda una fotografía antigua para regocijarse en el recuerdo, sino como quien lo hace para utilizarla en situaciones futuras. Si logramos recordar experiencias pasadas, nos resultará más sencillo aprender de ellas y que nos sirvan para adaptarnos a una vida en constante cambio. Asimilando esto comprenderemos que la memoria se erige como uno de nuestros principales mecanismos de supervivencia.

Además de recordar el pasado, la memoria nos ayuda a anticipar las más diversas cuestiones que puedan acaecernos y definir, de esta manera, nuestra forma de ser y de relacionarnos con los demás. Una herramienta de aprendizaje, al fin, de la que depende en gran parte nuestro desarrollo. Aunque lejos de ser un músculo, la memoria es un activo personal que podemos ejercitar con rutinas sencillas y acciones que, en principio, pueden sorprendernos.

En 2013, la doctora Ruth Propper, directora del laboratorio de la Universidad Estatal de Montclair (Estados Unidos), publicó un estudio sorprendente. Este revelaba que si apretamos el puño derecho, durante 90 segundos, mientras estamos estudiando o memorizando algo, el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se activa archivando con mayor eficiencia lo estudiado. Si repetimos la acción con el puño izquierdo, activamos el hemisferio cerebral derecho y logramos que la memoria de lo anteriormente archivado regrese a nosotros con mayor claridad.

Otra herramienta valiosa para mejorar la memoria es el uso de reglas mnemotécnicas. Asociar conceptos con imágenes o palabras familiares favorece no solo su retención sino también su posterior recuperación. Desde pequeños hemos aprendido reglas mnemotécnicas, llegando a superar los exámenes de matemáticas relacionando un 3 con un ciempiés o un 8 con un bizcocho. Utilizarlas estimula distintas zonas cerebrales que facilitan una memorización más efectiva y ágil.

En 2015, un grupo de expertos de la Universidad de Surrey (Inglaterra) demostró que cerrar los ojos contribuye a recordar vivencias e incrementa en un 23% la precisión de los detalles específicos de las mismas. Eliminando las distracciones visuales, el cerebro adquiere una mayor precisión a la hora de recordar. Un acto sencillo que se revela útil estrategia de mejora de la memoria.

Cerrar los ojos contribuye a recordar vivencias e incrementa en un 23% la precisión de los detalles

Más allá de incorporar estos hábitos sencillos a nuestra vida, existen otros que no solo nos ayudarán a mejorar la memoria, sino que tendrán un impacto altamente positivo en el funcionamiento de nuestro organismo.

La actividad física, por ejemplo, no solo beneficia a nuestro cuerpo: es también una de las más potentes herramientas para optimizar nuestra memoria. Realizar ejercicios de intensidad moderada incrementa la liberación de norepinefrina, neurotransmisor imprescindible para el aprendizaje que facilita las conexiones neuronales y, por tanto, potencia la capacidad de nuestra memoria.

Otro hábito imprescindible para tener una vida sana es el de disfrutar de un sueño de calidad. Durante el sueño, nuestro cerebro permanece activo clasificando la información asimilada durante el día y consolidando, por tanto, los recuerdos. De ahí que adoptar hábitos de sueño saludables nos permitirá mantener una mejor memoria a lo largo de nuestra vida.

La alimentación, básica en nuestro desarrollo físico, si se basa en una dieta balanceada y rica en nutrientes proporciona también a nuestro cerebro sustancias que lo protegen del deterioro y potencian la memoria. Cuidando nuestra dieta no solo alcanzamos un necesario bienestar físico sino que incrementamos las posibilidades de mantener una memoria sana.

Por último, hablando de alimentación, hay dos sustancias que, aunque en exceso son poco adecuadas para nuestro organismo, en dosis adecuadas resultan ser aliadas de una buena memoria. Nos referimos al café y el chocolate. Se ha demostrado que los flavonoles que contiene el cacao estimulan cambios en zonas cerebrales asociadas al aprendizaje y la memoria. Por su parte, la cafeína libera neurotransmisores como la norepinefrina y la dopamina que facilitan la concentración y, por tanto, el rendimiento de la memoria.

Permitir que la memoria sea un efectivo centinela de nuestro cerebro, como propugnaba Shakespeare, y que permanezca como eficiente guarnición de la fortaleza que este supone, siguiendo las indicaciones de Napoleón, es algo que está al alcance de cualquiera sin necesidad de recurrir a actividades demasiado complejas.

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