Lo que contamina el ‘streaming’
Gran parte del contenido audiovisual que reproducimos a diario es a través del 'streaming'. A pesar de sus ventajas, uno de sus mayores inconvenientes es el impacto ambiental y la huella de carbono que genera. La entrada Lo que contamina el ‘streaming’ se publicó primero en Ethic.

El streaming es la distribución digital de contenido audiovisual, como vídeos, películas, series y videojuegos, a través de una red informática. También hace referencia a la visualización de este contenido en tiempo real. A través del streaming se puede ver y escuchar este contenido en línea, sin tener que descargar ningún archivo y sin interrupciones.
El auge del streaming ha hecho que pasemos de alquilar un DVD a ver películas en Netflix, Filmin o Disney+, de comprar un CD a escuchar música en Spotify, o de ver programas de la televisión a la carta en las páginas web de las cadenas cuando no podemos verlos en directo. Sería bastante complicado imaginar nuestro día a día sin las plataformas digitales que nos permiten ver o escuchar contenido audiovisual en cualquier momento.
Sin embargo, para ver una película en cualquier plataforma de streaming, reproducir música en aplicaciones como Spotify o Apple Music e incluso para escuchar un podcast, se necesitan centros donde se almacenan datos, cierta infraestructura que hace que tengamos internet en el ordenador o en el móvil, el suministro eléctrico de cada casa… Todos estos recursos contaminan y dejan una huella de carbono significativa.
A pesar de que el streaming facilita el acceso a series, documentales y películas que no se pueden ver a través de canales de televisión o en cines, uno de los contras que tiene es la contaminación que produce con el gasto de electricidad y de recursos. El streaming descompone el contenido en fragmentos que se llaman paquetes de datos. Estos se envían al navegador o a la aplicación de una plataforma de streaming y el reproductor interpreta los datos como un vídeo o una canción. Cuando el navegador tiene suficientes paquetes de datos, se reproduce el contenido.
En 2021, Netflix reconoció que ver una hora de contenido de su plataforma generaba una emisión de 55 gramos de CO2. Ese mismo año, el consumo anual de YouTube suponía diez millones de toneladas de CO2. Sin embargo, expertos de la Universitat Oberta de Catalunya indican que no importa tanto si un contenido se consume en streaming o descargándolo, sino el tipo de contenido en sí: para que veamos, por ejemplo, una película en alta definición en una plataforma, se multiplican los paquetes de datos si lo comparamos con escuchar una canción.
En 2021, Netflix reconoció que ver una hora de contenido generaba una emisión de 55 gramos de CO2
Para calcular la huella de carbono del streaming, un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol dedicaron más de diez años para diseñar una herramienta que, en vez de hacer estimaciones genéricas, utilizaba protocolos científicos y datos que obtuvieron directamente de las empresas. Esta investigación dio lugar a DIMPACT, un proyecto en el que colaboran conjuntamente tanto investigadores como plataformas y compañías que ofrecen contenido en streaming como la BBC, Google, Netflix, Spotify y WeTransfer para reducir la huella de carbono que producen a través de este tipo de distribución digital de datos.
The Shift Project, una organización sin ánimo de lucro francesa que tiene como objetivo limitar la dependencia de los combustibles fósiles, indicó que el 60 % del tráfico de datos de internet se daba a través del streaming de vídeos y generaba más de 300 millones de toneladas de CO2 anualmente. Sin embargo, ese estudio es de 2019. Según los investigadores, la cifra podría haberse duplicado para este año, pero todavía no han publicado ningún nuevo estudio al respecto.
Para poder reducir la huella de carbono del streaming, los expertos opinan que las empresas y plataformas de streaming deben promover dentro de la industria la sostenibilidad, con infraestructuras que utilicen fuentes de energía renovables. También apuntan que muchas industrias cinematográficas están elaborando normas para reducir su huella de carbono. Y no hay que olvidar la obsolescencia programada: al alargar la vida útil de los dispositivos digitales en los que reproducimos contenido en streaming, se reducirían millones de toneladas de CO2.
Como consumidores, no podemos dejar la reproducción de contenido en streaming, que también nos ofrece muchas ventajas como la disponibilidad inmediata de contenido o el ahorro económico. Además, Carbon Trust compara la huella de carbono de una hora de contenido con calentar una tetera o hacer unas palomitas en el microondas. Sin embargo, a nivel individual sí que podemos reducir la huella de carbono que generamos siendo conscientes del tiempo que pasamos frente a la pantalla del ordenador o del móvil, o apagando los dispositivos digitales una vez que hayamos terminado de ver una película o un capítulo de una serie.
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