Maroto lidera el ranking de los pésimos en Turismo
Al poco de llegar al ministerio, Reyes Maroto recibió a una importante representación del gremio turístico y, antes de que estos abrieran la boca, les indicó que tuvieran en cuenta que iban a hablar con una ministra y que alerta con lo que decían. Hizo suya Reyes Maroto una frase histórica de un antiguo predecesor […]

Al poco de llegar al ministerio, Reyes Maroto recibió a una importante representación del gremio turístico y, antes de que estos abrieran la boca, les indicó que tuvieran en cuenta que iban a hablar con una ministra y que alerta con lo que decían.
Hizo suya Reyes Maroto una frase histórica de un antiguo predecesor en el cargo de la Administración turística del Estado (siempre compartido con otros departamentos ministeriales, pues nunca ha tenido uno propio), Enrique Barón, para quien un ministro “es un bien de Estado”. Barón debió crear escuela.
Enrique Barón fue un ministro de Turismo (y Transportes) que tenía y tiene una sólida formación política, además de ser una persona ilustrada. De los socialistas, fue uno de los mejores que pasó por el ministerio. Pero hasta el buen escritor escribe a veces con renglones torcidos.
Desde la llegada de la democracia, el único político que ha dado la talla al frente de Turismo, y en su caso con Comercio, fue el recientemente fallecido Javier Gómez Navarro. Un socialista que conocía la industria y se volcó con ella.
Los demás ministros, socialistas y populares, no han estado a la altura, tal vez con la excepción de Claudio Aranzadi, pero sin exagerar, pues el también socialista se inclinó más por Industria en detrimento de nuestro sector.
De todos los que han ocupado el ministerio de Turismo, Reyes Maroto ha sido sin duda la peor. Maroto lidera el ranking de los ínfimos por encima incluso de Nadal, el pitagorín puesto por Mariano Rajoy y que también pasó con más pena que gloria.
La hoy concejal en la oposición fue apartada por Pedro Sánchez de forma artera: primero la enfrentó (con Gabilondo) a Ayuso en las penúltimas autonómicas madrileñas y cuatro años después la puso de contrincante de Almeida. Sendos batacazos.
Maroto tuvo de secretaria de Estado a una política impuesta por Armengol, su compañera de Baleares, Isabel Oliver, superior a su tocaya del PP Borrego, la más floja que ha pasado por Turismo, pero sin la mala leche, el rencor y la inestabilidad de la política que venía de enfrentarse a la comunidad turística de Baleares.
La ex ministra de Turismo es una política de piel muy fina, hipersensible, que salta al más mínimo encontronazo y no mide sus palabras ni sus actos. Lo hizo con la foto de la navaja ampliada y lo hizo blanqueando a Bildu.
Pone cara de niña de no haber un roto un plato cuando le pide el alcalde que rectifique por llamarlo payaso en un pleno del ayuntamiento, pues no, y se mete continuamente en un sinfín de charcos. Ahora ha superado los despropósitos con los “asesinatos de Ayuso por la pandemia”.
Maroto ha rectificado, pero con intención o no dijo lo que ha dicho. La ex subdirectora de El Mundo y ex redactora jefe de El País, Maite Rico, sostiene que cada vez que habla sube el pan. Esta vez, con lo de Ayuso, el pan se ha puesto por encima del caviar.
No hay un empresario turístico, ni un ejecutivo, ni un funcionario que destaque algún mérito de Reyes Maroto. Sus opiniones sobre el desastre del volcán de la Palma fueron antológicas. Hasta su gran defensor Ruiz Collado dejó de alabarla.