La paradoja de Frankenstein: el deshielo de los glaciares y la seguridad hídrica global
En la novela, el doctor Victor Frankenstein desafiaba los límites de la naturaleza al crear vida, solo para terminar enfrentando consecuencias imprevistas y devastadoras. Esta narrativa clásica resuena profundamente en el contexto contemporáneo de la gestión del agua, la pérdida de glaciares y la adaptación al cambio climático. La entrada La paradoja de Frankenstein: el deshielo de los glaciares y la seguridad hídrica global se publicó primero en Ethic.

Mary W. Shelley (1797-1851) creció expuesta a conversaciones entre poetas y científicos y se inspiró así en una serie de teorías científicas, filosóficas y tecnológicas emergentes en su tiempo. Su obra Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), ideada en Ginebra, refleja el miedo a los límites éticos de la ciencia y al poder del conocimiento sin control.
En su novela, el Dr. Victor Frankenstein desafía los límites de la naturaleza al crear vida, solo para terminar enfrentando consecuencias imprevistas y devastadoras. Esta narrativa clásica resuena profundamente en el contexto contemporáneo de la gestión del agua y la adaptación al cambio climático, también al considerar la pérdida de glaciares y sus implicaciones para la seguridad hídrica mundial, tema que guía la acción del sistema de Naciones Unidas en relación con el agua durante 2025 y en torno al que se conmemora esta semana (22 de marzo) el Día Mundial del Agua.
Según datos de un estudio publicado en febrero de 2025 en la revista Nature por el equipo científico del Ejercicio de Intercomparación del Balance de Masa Glaciar (GlaMBIE), entre 2000 y 2023 los glaciares de la Tierra perdieron aproximadamente 6.542 millones de toneladas de hielo, volumen equivalente al consumo mundial de agua de boca durante tres décadas. Esa pérdida de masa glaciar es un 18% mayor que la pérdida de la capa de hielo de Groenlandia, donde ocurren cosas más relevantes que las elecciones del pasado 11 de marzo o la injerencia del nuevo gobierno de Estados Unidos, y más del doble que la de la capa de hielo de la Antártida.
Los glaciares son indicadores del cambio climático antropogénico en curso. Su derretimiento provoca un aumento de los riesgos geológicos locales (como los deslizamientos de tierra) y afecta tanto a los ecosistemas marinos como terrestres, los recursos de agua dulce disponibles en esas zonas y los ciclos globales del agua y la energía. Junto con las capas de hielo en los polos, los glaciares concentran el 69% de los recursos de agua dulce del planeta y son, además, impulsores fundamentales del aumento del nivel del mar.
Los glaciares son indicadores del cambio climático antropogénico en curso
Como en Frankenstein, el afán humano por dominar y explotar los recursos naturales ha llevado a la construcción de infraestructuras hídricas masivas. La idea subyacente era clara: acumular agua cuando se tenía para usarla cuando se necesitaba y llevar agua de unos lugares a otros en función de su disponibilidad relativa. Sería absurdo e irresponsable negar el papel de esas obras, en muchos momentos, en el desarrollo agrícola e industrial, pero en ocasiones, en diferentes lugares del mundo, estas soluciones se desarrollan sin una comprensión completa de algunos de sus impactos a largo plazo. De ese modo, la sobreexplotación de acuíferos y la alteración de cursos fluviales, por ejemplo, han resultado en la degradación de ecosistemas y la disminución de la disponibilidad de agua dulce. Actualmente, más de la mitad de la población mundial, alrededor de 4.400 millones de personas, carece de acceso a agua potable segura: por ejemplo, 1.200 millones en el sur de Asia, 950 millones en el África subsahariana, 850 milllones en el este de Asia, 500 millones en el sudeste Asiático y 400 millones en América Latina y el Caribe.
Del mismo modo que Victor Frankenstein eludió la responsabilidad hacia su creación, la sociedad mundial ha mostrado cierta tendencia a priorizar soluciones técnicas inmediatas sobre enfoques sostenibles en el largo plazo. Algunos proyectos de gran envergadura se ejecutan todavía hoy sin considerar plenamente su impacto ambiental y social. Esos fallos de planificación conducen, en determinadas regiones del mundo, a la pérdida de biodiversidad (como en el río Xingu, Pará, Brasil), al desplazamiento forzoso de comunidades (casi 1,5 millones de personas en la cuenca del Indus, en Pakistán) y a alteraciones en los ciclos hidrológicos.
Actualmente, más de la mitad de la población mundial, alrededor de 4.400 millones de personas, carece de acceso a agua potable segura
La naturaleza, al igual que la criatura de Frankenstein, posee dinámicas y equilibrios intrínsecos que desafían el control absoluto. Las estrategias de adaptación al cambio climático que buscan trabajar en armonía con los procesos ecológicos, como la agricultura regenerativa (un paso más en los enfoques de economía circular) y las soluciones basadas en la naturaleza, reconocen la importancia de respetar estos límites. Sin embargo, la disminución de los glaciares representa una amenaza significativa para la seguridad hídrica. La pérdida de masa en glaciares no solo reduce reservas esenciales de agua dulce, sino que también contribuye al aumento del nivel del mar, que afecta a 3.300 millones de personas (el 40% de la población mundial), según el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
La analogía con Frankenstein muestra que, en el contexto actual, la humanidad enfrenta una encrucijada similar a la narrada en esa obra. Podemos optar por reconocer y corregir nuestros errores pasados, adoptando enfoques integrales y orientados a la gestión de la complejidad y la incertidumbre en la gestión del agua, o continuar por un camino de explotación insostenible que conduce a la degradación ambiental, la escasez crónica de agua y, a fin de cuentas, a menores niveles de desarrollo social y económico. La reciente alerta de la NASA sobre la disminución de los niveles de agua dulce en la Tierra, con una reducción promedio de 1.200 kilómetros cúbicos entre 2015 y 2023 en comparación con el período 2002-2014, pone de manifiesto la urgencia de adoptar enfoques proactivos orientados a la gestión de oportunidades y riesgos, no sólo de crisis.
En la novela, el monstruo de Frankenstein y su creador, el doctor, tienen un encuentro crucial en los glaciares del Mont Blanc, específicamente en el Mar de Hielo (Mer de Glace), en los Alpes franceses. Esta escena es clave en la historia, ya que el monstruo, aislado y dolido por el rechazo de la humanidad, confronta a su creador en medio del paisaje helado, exigiendo respuestas. Como en la crisis de seguridad hídrica a nivel mundial, lo sobrecogedor en Frankenstein es que la tragedia no depende del mal, no precisa ni siquiera de villanos.
Gonzalo Delacámara es experto mundial en economía de los recursos naturales, profesor de IE University y TOP 100 conferenciante de Thinking Heads
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