Mudhoney: “Hoy el grunge es solo una etiqueta histórica para describir una escena y un lugar”

Mudhoney es la esencia del grunge en su estado más crudo y desprolijo. Mientras muchas bandas de Seattle fueron absorbidas por la maquinaria del mainstream, ellos se mantuvieron fieles a la mugre de la que surgieron. Su sonido es un cóctel explosivo de punk garagero, psicodelia distorsionada y ese toque de desinterés desafiante que los [...] Ver más noticias en Indie Hoy.

Mar 17, 2025 - 14:31
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Mudhoney: “Hoy el grunge es solo una etiqueta histórica para describir una escena y un lugar”
Mudhoney

Mudhoney es la esencia del grunge en su estado más crudo y desprolijo. Mientras muchas bandas de Seattle fueron absorbidas por la maquinaria del mainstream, ellos se mantuvieron fieles a la mugre de la que surgieron. Su sonido es un cóctel explosivo de punk garagero, psicodelia distorsionada y ese toque de desinterés desafiante que los convirtió en una de las bandas más auténticas de la escena. Nunca fueron los más grandes, pero sin ellos el grunge no hubiese sido lo mismo.

El ADN de Mudhoney está impregnado de la rabia y el desenfreno del punk de los 70, con influencias que van desde The Stooges hasta Black Flag. Pero lo que los distingue es su capacidad para transformar esa furia en algo más denso y arrastrado, con riffs que parecen escurrirse entre el fuzz de una guitarra al borde de la combustión. Si Nirvana refinó la fórmula y Soundgarden la elevó al virtuosismo, Mudhoney optó por la abrasión y la espontaneidad, apostando siempre por la suciedad como principio estético.

Su debut con Superfuzz Bigmuff (1988) fue una patada en la cara a la pulcritud del rock alternativo de la época. Temas como “Touch Me I’m Sick” encapsulan el nihilismo y la ironía que definieron al grunge antes de que el término se convirtiera en un cliché. Para muchos, ese EP es el punto de partida de todo el movimiento, una declaración de principios donde el desaliño y la potencia se convirtieron en sinónimos de autenticidad.

Al recordar la época en que Superfuzz Bigmuff salió a la luz, el guitarrista Steve Turner admite que en su momento no le dio demasiada importancia. “Para mí, era solo otra banda más que teníamos con Mark [Arm, cantante], y probablemente no iba a durar mucho. Pensaba que iba a volver a la universidad“, recuerda en conversación con Indie Hoy. Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado.

De repente, todo explotó -continúa-. Ya habíamos tenido un par de bandas antes y sabíamos qué dirección queríamos tomar con esta. Creo que hicimos un buen trabajo al seguir ese camino, y la incorporación de Dan Peters [baterista] y Matt Lukin [bajista] fue un golpe de suerte para nosotros. Son músicos increíbles y lograron entender lo que queríamos hacer, aunque no necesariamente compartían todas nuestras influencias. Fueron muy abiertos”.

Décadas después, la banda sigue en pie, sacando discos y girando con la misma energía que en sus inicios. Mientras otros se quedaron en el camino, Mudhoney se convirtió en el último vestigio de una época donde la crudeza y la irreverencia eran más importantes que los números de ventas. No fueron los que encabezaron las listas, pero sí los que, con cada distorsión de fuzz, dejaron en claro de qué se trataba realmente el grunge.

Para Turner, la escena musical de Seattle en aquellos años se caracterizaba por ser ecléctica e inclusiva. “Hacíamos muchos shows con The Walkabouts, que eran más bien una banda de folk rock psicodélico. También había bandas hardcore, más punk, como Cough and Break, y Skin Yard, la banda de Jack Endino que era más arty que nosotros”.

A pesar de las diferencias de estilo, había un hilo en común: la mayoría venía del punk y el hardcore de los primeros años 80, una escena pequeña en Seattle. “No era una competencia porque, en nuestra mente, no importaba. Casi todas las bandas pensaban que tenían que irse de Seattle para lograr algo”.

Turner recuerda cómo Duff McKagan, previo a Guns N’ Roses, tocó en varias bandas punk en Seattle antes de mudarse a Los Ángeles en busca de éxito. “Yo nunca hubiera hecho eso. Me parecía un error. Cuando vi el primer show de Guns N’ Roses en Seattle, estaban abriendo para The Fastbacks y todos pensamos: ‘¿Duff dejó Seattle por esto?’. Para nosotros, ya teníamos una escena increíble. Claro, con el tiempo mejoraron, pero en ese momento no impresionaban a nadie”.

Mudhoney
Mudhoney – Foto: Emily Rieman

Sobre lo que hizo especial a Seattle para que surgieran tantas grandes bandas, Turner cree que la clave fue el aislamiento. “No venían muchas bandas de gira, así que creamos nuestro propio mundo. Era un circuito chico, con shows para no más de 100 personas. Las bandas cambiaban de integrantes, nacían nuevos proyectos, y era un ambiente muy unido. Siempre terminábamos en la casa de alguien después de los shows, tomando cerveza barata”.

La importancia de Sub Pop en la historia de Mudhoney es innegable. El sello, que en sus inicios funcionaba casi como un chiste interno entre Bruce Pavitt y Jonathan Poneman, apostó fuerte por la banda y terminó moldeando una escena. Inspirados en sellos como Dischord o Motown, los fundadores de Sub Pop entendieron que el sonido de Seattle merecía una plataforma propia, y Mudhoney fue su carta de presentación para el mundo.

“Bruce y Jonathan estaban muy involucrados en la escena cuando empezaron con el sello, querían enfocarse en bandas locales, algo así como un sello regional -asegura Turner-. Eran bastante divertidos y algo visionarios con cómo promocionaban las cosas. Causaron mucho revuelo y sacaron discos geniales“. Con el tiempo, Sub Pop cambiaría, pero Steve sigue teniendo una conexión especial con el sello. “Aún me emociona cuando voy al almacén y saco algunos discos nuevos de Sub Pop“.

Acerca de las cualidades que buscaban en las bandas para firmar con ellos, Steve explica que todo era una cuestión de instinto. “Mucho de esto era instintivo, también tenían bandas de amigos. Muchos de ellos trabajaban juntos en Muzak, y de ahí surgieron muchas de las bandas”. Algunas sorpresas, como el primer single de Tad, que grabó por su cuenta antes de formar una banda, marcaron un antes y un después. “Era un disco sorprendente, muy genial para la época, y no era tan metal como lo que hizo Tad después, pero me encantó“, recordó Steve.

Los primeros dos LPs de Mudhoney los consolidarían como una fuerza cruda e indomable dentro del grunge, optando por un sonido aún más sucio y lo-fi en lugar de ceder a las expectativas comerciales. El álbum homónimo de 1989 capturó un caos controlado, con riffs gruesos envueltos en distorsión y una energía urgente que convertía cada canción en una descarga eléctrica. Dos años después, Every Good Boy Deserves Fudge, grabado con una producción analógica que acentuaba su espíritu DIY, jugaba con el punk de los 60 y 70 sin perder su identidad ruidosa. En ambos casos, la banda transmitía la sensación de estar a punto de desmoronarse, pero con una cohesión que los hacía sonar más seguros que nunca

Por esos años, Mudhoney también tuvo una relación peculiar con la industria musical. Cuando firmaron con Reprise Records para Piece of Cake (1992), parecía que estaban listos para dar el salto al mainstream, pero su actitud poco comprometida con la comercialización hizo que la aventura con una major label no durara demasiado. En lugar de moldearse a las expectativas del mercado, Mudhoney siguió sacando discos en sus propios términos, volviendo eventualmente a Sub Pop, la disquera que los vio nacer.

Al ahondar sobre los años de Piece of Cake y qué significa ese álbum para él, Steve habla con la más llana honestidad. “No es uno de nuestros discos favoritos. Éramos un poco arrogantes, pensábamos que no teníamos que esforzarnos mucho. Y eso, para nosotros, era ‘un pedazo de pastel’, fácil. Y creo que deberíamos haber puesto más esfuerzo en eso”.

Para el guitarrista, la banda se dedicó a “hacer el tonto” más de lo necesario durante esa época, y además, su cantante estaba lidiando con dramas personales. “Mark todavía estaba con sus problemas de drogas, así que estaba algo desconectado”, cuenta. Sin embargo, a pesar de la crítica hacia el proceso del álbum, Steve destaca una joya de ese disco poco entrañable. “Si tengo que elegir, mi canción favorita de Mudhoney es ‘Suck You Dry’, así que esa parte me gusta“, admite.

A diferencia de otros nombres de la escena de Seattle, Mudhoney nunca pareció demasiado interesado en jugar el juego de la industria. Mientras sus contemporáneos batallaban con la fama y las expectativas, ellos seguían sacando discos sin mayor pretensión que hacer ruido y divertirse en el proceso. Quizás por eso lograron sobrevivir al colapso del grunge con más dignidad que muchos de sus pares.

En 2019 publicaron Pedazo de pastel, un mini álbum con demos de aquel tercer disco, aunque Steve explica que la decisión de sacar los demos no fue realmente de ellos. “Alguien nos preguntó si teníamos demos guardados, y Dan tenía una cinta con estos demos. Así que lo sacamos porque la gente estaba preguntando si podían escucharlos”, cuenta con cierta indiferencia. Si bien ya habían publicado otros demos en el pasado, como el de Head On The Curb, asegura que “no fue nuestra idea, pero como la gente lo pedía, decidimos sacar esos demos“.

Otro es su rostro al hablar del cuarto disco de la banda, My Brother the Cow (1995). 30 años después de su lanzamiento, Turner continúa apreciando el trabajo. “Nos sigue pareciendo un gran álbum. Fue genial volver a trabajar con Jack Endino después de un par de discos sin él. Había pasado algo de tiempo, así que fue interesante ver en qué punto estábamos cada uno. Lo hicimos en un estudio de sótano bastante asqueroso, húmedo, muy Seattle. Encima había un bar horrible donde pasábamos el rato antes de volver a ese sótano igual de horrible“.

El contexto en el que el disco salió también influyó en su recepción. “Para ese entonces, el grunge ya había terminado. Kurt se había suicidado y nadie estaba realmente interesado en ese disco cuando salió. Sabíamos que iba a ser así, y no culpo a nadie por eso. Pero igual nos plantamos y dijimos: ‘Si alguien sigue siendo grunge, somos nosotros‘”.

Al preguntarse qué significa el grunge para él, Steve explica que el término fue originalmente usado para describir guitarras sucias, algo que ya se veía en el punk más oscuro. “El grunge era solo una forma de llamar a las guitarras sucias, esas grabaciones de punk raro, como la de The Mentally Ill y Gacy’s Place, que para mí eran bastante grungy“. Escuchó por primera vez el término aplicado a un tema de rockabilly de los 50, “Train Kept A Rollin” de Johnny Burnette Rock and Roll Trio, cuya guitarra estaba rota y fue descrita como “grungy” en una reseña. “De ahí empezamos a usar la palabra para describir los grupos de punk más sucios que nos gustaban”.

Aunque el término fue popularizado por bandas de Seattle como Kappa, Steve no está seguro de que hoy exista algo como “bandas grunge modernas”. “El grunge hoy es solo una etiqueta histórica para describir una escena y un lugar, pero no sé si realmente existen bandas grunge hoy en día“, sentencia.

Al hablar de sus bandas favoritas de la escena, Turner menciona varias: “En los 80, The U-Men eran los reyes. También estaba Ten Minute Warning, donde tocaba Duff antes de irse a L.A. Los Melvins, cuando arrancaron, eran una banda de hardcore rápida, pero cuando Black Flag sacó My War (1984), empezaron a ralentizarse hasta convertirse en la banda más lenta de la ciudad. Feast fue una banda increíble que nunca llegó a sacar un disco, pero influyó a muchos. Nuestro baterista Dan llegó a tocar con ellos”.

También recuerda haber visto a Soundgarden en sus comienzos, cuando Chris Cornell todavía era el baterista. “Me parecieron geniales. Hiro [Yamamoto] era el que cantaba en esa época”. Aunque Alice In Chains le gustaba, reconoce que no venían del mismo circuito: “Ellos eran una banda de metal. Yo no solía ir a recitales de metal. Fui a ver a Slayer en el 84 y me di cuenta de que el heavy metal no era lo mío. Prefería ir a los shows punk”.

En cuanto al presente, Steve tiene en mente a algunas bandas nuevas que lo impresionaron. Entre ellas destacó a Help, un grupo de post hardcore ruidoso que proviene de Portland, ciudad donde actualmente reside. “Es una banda ruidosa, muy buena, de post hardcore. Son jóvenes y tienen una energía genial”, comentó Steve. También menciona a The Spoon Benders, una banda con influencias del sonido de Seattle, liderada por una talentosa guitarrista y cantante. “Tienen una cantante que toca guitarra y es una increíble guitarrista líder. Me encanta cómo suena. Lo que más me gusta es que son jóvenes, tienen mucha energía, están en sus veintes y su música es fresca”.

Si bien no asiste a muchos conciertos, reconoce que su novia lo anima a ir a más shows, algo que agradece. “A veces mi novia me arrastra a ver bandas y la verdad, me alegra que lo haga, me hace disfrutar de música nueva que no esperaba“. En esa línea, destaca a Hooveriii, una banda de Los Ángeles que abrió para su grupo en giras recientes y que considera parte de una interesante escena underground de punk rock y grunge que sigue activa en Estados Unidos. “Son una de esas bandas jóvenes, pero con un sonido muy auténtico, grungy, punk. Me encanta lo que están haciendo”.

Al hablar sobre su último disco Plastic Eternity, Steve destaca el rol central de Mark en la composición y dirección del álbum. “Él es quien estructura los discos y siempre tiene una idea clara de lo que quiere decir con las letras”, explica. En este caso, el enfoque gira en torno al calentamiento global, la política y la actualidad mundial. Aunque la crítica social ha sido una constante en su obra desde sus días en el punk, reconoce que hubo un momento en que Mudhoney era otra cosa.

“Con Superfuzz Bigmuff fue distinto, esa época fue más despreocupada, más divertida. Pero con el tiempo, Mark volvió a la política, y eso me parece bien. Obviamente, las cuestiones ambientales están muy presentes, pero también la política. Con la situación que tenemos en Estados Unidos, y con lo que está pasando en muchos países, la canción ‘Flush the Fascist’ es algo que podría conectar muy bien, incluso en Argentina“, afirmó.

Sin embargo, al elegir su canción favorita del álbum, Steve destaca “Little Dogs”: “Es una canción divertida, ligera, que todos disfrutamos mucho. Nos gusta mucho porque representa algo simple, como nuestro amor por los perritos. Todos, excepto yo, tienen perros pequeños, y eso hace que sea aún más especial”.

Aunque los Mudhoney están grandes y ya no pasan tanto tiempo libre juntos, la banda se encuentra tan fuerte como siempre y el momento de la gira sigue siendo especial para mantenerlos unidos. “No nos vemos tanto como antes, ya no es lo mismo, cada uno tiene su vida -admite-. Pero durante las giras, siempre nos reunimos a cenar juntos cada noche y eso sigue siendo un buen momento“.

En ese sentido, tocar en vivo sigue siendo una hazaña tan imprescindible como impredecible. “Lo más divertido es tocar la música, nunca sabés qué va a pasar en el escenario. Siempre es algo diferente“, asegura. Las giras también le permiten conectar con su “yo más joven”, reviviendo esa emoción de cuando empezaban. “Es como si pudiéramos volver a ser los que éramos antes”, agrega con una sonrisa.

Mudhoney se presentará el miércoles 26 de marzo a las 21 h en Teatro Vorterix (Federico Lacroze 3455, CABA). Entradas disponibles a través de AllAccess, con un 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.

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