Las víctimas del trumpismo

Hablamos mucho sobre qué ciudadanía padecerá más los desmanes de Trump (¿Canadá o México? ¿Ucrania o Palestina? ¿La UE o China?) y olvidamos que los primeros afectados son sus votantes, sobre todos aquellos con ingresos medios y bajos. La entrada Las víctimas del trumpismo se publicó primero en Ethic.

Apr 7, 2025 - 11:38
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Las víctimas del trumpismo

Frente a los tipos como Donald Trump o los milmillonarios Jeff Bezos, Mark Zuckerberg o Elon Musk, con su dinero y sus casas y sus coches y su fama, ¿sientes envidia? ¿o pena? Porque creo que muchos de ellos padecen una incapacidad para disfrutar de los momentos gratos de la vida que despierta más mi compasión que mis celos, más mi misericordia que mi rencor.

La angustia es obvia en Donald Trump. No ha sido capaz de vivir en paz un solo instante de su mandato. Cada día ha traído su afán, su virulenta ira contra un adversario: de Hamás a Zelenski pasando por Canadá, Von der Leyen y el reino de Dinamarca. Su hiperactividad no obedece a una misión, sino a una ansiedad, a la necesidad incesante de estar en todas las salsas, de ser el protagonista único de la política global. Tal presión, que le agrieta ya el humor, acabará haciendo mella en su espíritu, agobiándolo de forma incesante. Sobre todo cuando pierda el fervor de sus acólitos que, hasta ahora, lo han seguido como a un mesías. Los perdedores del trumpismo serán los trumpistas. Muchos votantes del presidente republicano están enfureciéndose por la pérdida de sus ahorros que habían puesto en unas acciones cuyo valor se ha estado deteriorando de forma notable. Algunos, trabajadores o usuarios modestos de las agencias federales que está desmantelando la administración Trump, están ya furiosos.

Hablamos mucho estos días sobre qué ciudadanía padecerá más los desmanes de Trump (¿Canadá o México? ¿Ucrania o Palestina? ¿La UE o China?) y olvidamos que los primeros afectados son sus votantes, sobre todos aquellos con ingresos medios y bajos, aquellos que no votaron a Biden por la subida en el precio de los huevos y ahora contemplan estupefactos cómo la docena está por encima de los 8$ en varios rincones del país.

Los perdedores del trumpismo serán los trumpistas

Y la angustia también corroe por dentro a Musk. Ponte en el momento más bonito del año para ti. Una reunión familiar por Navidad o el cumpleaños de los peques, un encuentro con los amigos para ver la final de la Champions League con gritos salvajes y cerveza o cine francés con argumentos sofisticados y vino. ¿Arruinaría la magia de esa celebración que una de las personas que te acompaña, pusiera un post divertido sobre el acontecimiento que tuviera más likes (en Instagram, X o la red que sea) que el tuyo? Muy probablemente, no. Si tienes buen corazón, te alegrarás por él o ella. Y, si tienes el ego un poco más subrayado, te dirás que, aunque te gusta siempre ser el primero, eso no tiene importancia alguna en el contexto general de que todos lo estáis pasando de maravilla. Me cuesta imaginar que, si en ese preciso instante, un genio de la lámpara te ofrece un helicóptero para desplazarte a la sede de la red social en Silicon Valley y gritar con furia a los ingenieros para obligarles a cambiar el algoritmo – de forma que, siempre y de forma sistemática, tus tuits tengan más impacto que los de tu amigo–, tú aceptaras. Te parecería una auténtica locura, la propuesta más disparatadamente narcisista que se le podría ocurrir a alguien.

Pues bien, es parecido a lo que se cuenta de Musk. Estando en el palco del estadio viendo el Super Bowl, las cuatro horas y los cuarenta metros cuadrados más deseados del planeta, el cenit del sueño americano, Musk supuestamente enfureció al ver que su tuit sobre el evento conseguía 9 millones de impresiones mientras el del expresidente Biden (que, por una vez frente a las miles de veces de Musk, le salió ocurrente) alcanzaba los 29 millones. Y corrió a forzar a los trabajadores de X para que alteraran el algoritmo y garantizaran la supremacía de sus mensajes.

Musk está haciendo daño. En EE.UU., cortando agencias federales con la motosierra. Fuera del país, blanqueando el mensaje de odio de la ultraderecha y ensuciando la reputación de políticos honorables como Keir Starmer. Vale la pena detenerse en este caso, que mostró a las claras la motivación destructiva de Musk. Starmer pudo cometer algún error en la persecución de delitos sexuales por parte de bandas organizadas, pero fue el primero en rectificar y quien consiguió el encarcelamiento de muchos de los responsables. Musk, el adalid contra las supuestas desinformaciones del antiguo Twitter, se erige en el gran desinformador. Y, sí, las falsedades de Musk son lesivas para la democracia. Pero la primera víctima de Musk es él mismo. Como de Trump.

 

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