La posibilidad de existir de un modo nuevo
En La montaña mágica, el protagonista, Hans Castorp, cree llegar al sanatorio de Berghof de visita. Es un joven aparentemente sano y, aunque su única intención es pasar unas semanas con su primo, enfermo, se queda allí siete años. En Tierra de empusas, Wojnicz llega agotado, se sabe enfermo y nadie le recibe en la... Leer más La entrada La posibilidad de existir de un modo nuevo aparece primero en Zenda.

El vapor del tren impide la vista. «Hay que mirar por debajo» del humo para «poder verlo todo», nos indica la voz narradora, esto es, para poder ver al protagonista de Tierra de empusas. Mieczysław Wojnicz, un joven estudiante de ingeniería aquejado de tuberculosis, acaba de llegar al sanatorio donde recibirá tratamiento. ¿Nos suena este comienzo? Tras ganar el premio Nobel, Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) vuelve a la novela con la recuperación de una obra canónica de la literatura universal: La montaña mágica. La reescritura que realiza Tokarczuk de la obra de Thomas Mann no pretende ser una sutileza solo visible a ojos expertos, tampoco un homenaje solemne ni, por supuesto, una recuperación burda. La llegada del protagonista, y del lector, a este pueblo montañoso es reconocible, pero en Tierra de empusas la reescritura solo es el punto de partida para un camino que inmediatamente toma desvíos inesperados, principalmente el de ver, el de mirar las cosas desde una nueva perspectiva.
La naturaleza es sanadora («respirar» el aire de ese paraje montañoso, explica el médico del sanatorio, «es curativo»), pero también amenazadora. No tarda en aparecer la muerte, no solo causada por la enfermedad, sino por la violencia: el suicidio de la mujer de la pensión y el miedo al inminente asesinato de un hombre joven que, como advierte un compañero, sucede anualmente en torno al otoño, nos ponen en aviso. El carácter filosófico de la novela de Mann se mezcla aquí con el pulso de una historia policíaca y, por supuesto, con lo que promete el subtítulo de la obra: una auténtica historia de terror. Con imágenes memorables y escalofriantes, la novela se introduce en la vida del protagonista y se detiene sobre él, le examina y se aleja, para ir desvelando un pasado difícil y una existencia marcada por la diferencia: él no es como los demás hombres de su edad. Eventualmente sabremos en qué medida. Su llegada a la montaña supone el encuentro con esa diferencia, la posibilidad de existir de un modo nuevo.
En Görbensdorf la mayoría de las mujeres sirven la comida, limpian y se mantienen en silencio, sin molestar. Las pacientes se mantienen en la distancia, de vez en cuando observadas, pero huidizas, objeto todas ellas de las misóginas disquisiciones filosóficas de los pacientes y lugareños, a menudo alentados por el licor: ¿son las mujeres seres racionales?, ¿se puede acaso salvarlas de ser enfermas mentales? Eso sí, no tarda el protagonista en percibir a su alrededor «una sombra a jirones, insegura, que parecía centellear», una presencia: las invisibles e indefinidas, pero acechantes, empusas. Estos seres fantasmagóricos femeninos observan, muy de cerca, a los personajes, y toman la narración de la historia. Es su mirada, que todo lo abarca, la que evidencia la arrogancia de los compañeros de Wojnicz, que no se saben observados. Nada más diferente del miedo que siente el protagonista: un muy justificado temor a «ser vigilado» y una obsesión con «comprobar» que ninguna mirada ajena le sorprenderá «detrás de una esquina, desde un rincón, por la ventana».
«La gente», afirman estas narradoras, «debería acostumbrarse a ser observada». La fuerza sobrehumana que Tokarczuk da a esta voz, colectiva y femenina, no supone una ruptura con Mann, sino que se deleita con lo que siempre ha sido el acto de narrar: un fenómeno fantasmagórico de observación de personajes e invocación de sucesos, que se rige por reglas ajenas a la materialidad y a la vida estructurada y civilizada. El poder, en otras palabras, de hacer y deshacer al gusto del narrador, con la misma crueldad, impredecibilidad y, a veces, violencia de la naturaleza.
«Si los espíritus ven y existen» y si «además se interesan por la vida humana», tal y como elucubra la propia novela, ¿por qué no iban a tomar la palabra? En una historia de enfermedad y muerte acechante, la voz que nos acerca a la historia de Wojnicz y de su paso por el pasaje montañoso de Görbernsdorf deslumbra con su voluntad caprichosa. Es una voz que rompe cualquier modo rígido de comprender la enfermedad y la salud, la masculinidad y la feminidad, así como el propio género de la novela. Familiar y escalofriantemente extraña, Tierra de empusas nos presta unos ojos nuevos y espectrales para «mirar por debajo» de una obra que ya conocíamos, intensificando y expandiendo la magia de la ladera donde yacen los enfermos.
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Autora: Olga Tokarczuk. Título: Tierra de empusas. Traducción: Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia. Editorial: Anagrama. Venta: Todostuslibros.
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