Gustavo Faverón Patriau: Mínimosca
Idioma original: Español Año de publicación: 2024Valoración: Imprescindible ¿Cómo hablar, en apenas media docena de párrafos, de lo que supone un texto como Minimosca? ¿Qué decir, que no se haya dicho ya, sobre una de las novelas de año 2024? Preguntas que surgen frente a la página (más bien hoja de Word) en blanco, dudas que atormentan a este pobre reseñista frente a una obra tan vasta, tan compleja, tan exigente, tan putaobramaestra, tan 2666 de este segundo cuarto del siglo XXI.Vaya, ya salió Bolaño. Era inevitable pues el parentesco es innegable. También debe citarse a Borges, a Cartarescu, a Sabato, a Faulkner (why not?), a Lautreaumont (por esto y por lo otro), a Macedonio Fernández (creo que Faverón y Macedonio vienen del mismo planeta)... aunque con un puntito de humor que lo separa ligeramente de los anteriores. La lista podría ser eterna, como el Museo de la (susodicha) novela, pero ya paro.Y es que en Minimosca hay grietas, fantasmas, fisuras, paradojas temporales, senderos que se bifurcan, cantos de sirena, paradojas temporales, desdoblamientos y sotneimalbodsed, máscaras, metempsicosis, casualidades, guiños a la realidad histórica, realismo casi sucio, realismo mágico, guiños a la ciencia ficción, novela psico(i)lógica, exploraciones sobre el dolor y la violencia... Podría seguir, pero ya paro. Puedo hacer un campo de concentración donde solo quepa un prisionero y que el prisionero sea el guardia (p. 309)Hay personas que nacen dos veces y son la misma y hay personas que nacen una vez pero son dos (p.523) Según el momento en que la recuerde, tres imágenes me vienen a la cabeza: La de las matrioshkas, por sus historias dentro de la historia dentro de la historia dentro de la historia y así hasta el infinito (y más allá, que diría aquel)La de un cuadro cubista, por su fragmentación de líneas y superficies para representar la totalidad de la vida en un solo plano.La de un altar barroco, recargado de figuras, pero con Arturo Valladares y Mónica Buchenwald ocupando el lugar central.Cada una de ellas es incompleta por separado (la primera porque no refleja la interconexión de todas las historias, la segunda porque elude el detalle que sí encontramos en la novela y la tercera porque a veces no tengo claro quién está en el centro del meollo), pero si cogemos un poco de aquí y un poco de allá, nos podemos hacer una buena idea.Como ya habréis podido imaginar, Minimosca es una novela extremadamente ambiciosa en la cabe todo (desde disquisiciones filosóficas sobre arte y literatura hasta sádicos del más variado pelaje, desde "guest starrings" como la de Stephen King o Duchamp hasta Allen Gisnberg) y en la que el lector corre el riesgo de perderse con tanta referencia circular. Pero si nos dejamos llevar por el ritmo que Faverón imprime a las historias y nos sumergimos en la belleza de las metáforas que adornan el texto - formaban como una autobiografía en añicos, hecha de imágenes rotas, como son las biografías de la gente que en un momento se rompe y sus partes caen cada una en un hueco diferente -, encontraremos una novela que tendrá que formar parte, sí o sí, del canon literario del siglo XXI. ¡Lo diga Harold Bloom o no!También de Gustavo Faverón Patriau en ULAD: Vivir abajo
Año de publicación: 2024
Valoración: Imprescindible
¿Cómo hablar, en apenas media docena de párrafos, de lo que supone un texto como Minimosca? ¿Qué decir, que no se haya dicho ya, sobre una de las novelas de año 2024? Preguntas que surgen frente a la página (más bien hoja de Word) en blanco, dudas que atormentan a este pobre reseñista frente a una obra tan vasta, tan compleja, tan exigente, tan putaobramaestra, tan 2666 de este segundo cuarto del siglo XXI.
Vaya, ya salió Bolaño. Era inevitable pues el parentesco es innegable. También debe citarse a Borges, a Cartarescu, a Sabato, a Faulkner (why not?), a Lautreaumont (por esto y por lo otro), a Macedonio Fernández (creo que Faverón y Macedonio vienen del mismo planeta)... aunque con un puntito de humor que lo separa ligeramente de los anteriores. La lista podría ser eterna, como el Museo de la (susodicha) novela, pero ya paro.
Y es que en Minimosca hay grietas, fantasmas, fisuras, paradojas temporales, senderos que se bifurcan, cantos de sirena, paradojas temporales, desdoblamientos y sotneimalbodsed, máscaras, metempsicosis, casualidades, guiños a la realidad histórica, realismo casi sucio, realismo mágico, guiños a la ciencia ficción, novela psico(i)lógica, exploraciones sobre el dolor y la violencia... Podría seguir, pero ya paro.
Puedo hacer un campo de concentración donde solo quepa un prisionero y que el prisionero sea el guardia (p. 309)
Hay personas que nacen dos veces y son la misma y hay personas que nacen una vez pero son dos (p.523)
Según el momento en que la recuerde, tres imágenes me vienen a la cabeza:
- La de las matrioshkas, por sus historias dentro de la historia dentro de la historia dentro de la historia y así hasta el infinito (y más allá, que diría aquel)
- La de un cuadro cubista, por su fragmentación de líneas y superficies para representar la totalidad de la vida en un solo plano.
- La de un altar barroco, recargado de figuras, pero con Arturo Valladares y Mónica Buchenwald ocupando el lugar central.