Resacón en Sant Jordi: más allá del libro y la rosa
Cada cinco minutos se publica un libro en España. Según el ISBN de 2024, en nuestro país se produjeron 89.300 libros. A razón de 7.500 por mes, 1.700 a la semana y 245 por día. No hay estantería que resista eso. Cinco días después de Sant Jordi, la jornada que marca el arranque comercial del sector, los editores no pueden estar más eufóricos. El 'Gremi de Llibreters' estima un nuevo récord de más de 26 millones de euros facturados y 2 millones de ejemplares de libros vendidos. ¿Realmente hay lectores para tanto libro? ¿Da el cántaro para tanta fuente? Hay resaca de Sant Jordi. Con un Javier Cercas en estado de gracia, convertido él mismo en Papa antes del cónclave; un David Uclés pletórico con sus catorce ediciones —si hasta cantó a lo Aznavour en la tradicional fiesta de 'La Vanguardia'— y una María Dueñas , un Javier Sierra y una Elisabet Benavent que arrasan, los editores más pequeños y los libreros independientes se llevan las manos a la cabeza. Qué borrachera editorial. Vaya resacón nos espera. Según datos de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) , los últimos diez años se ha mantenido un crecimiento sostenido de la facturación del 30,1 por ciento. El año pasado se vendieron 184,27 millones de ejemplares y la facturación total alcanzó los 2.856,95 millones de euros. «El crecimiento está vinculado a que el mercado crece más y se porta mejor, no a la inflación», asegura Daniel Fernández, presidente de FGEE. En un mercado dominado por Penguin Random House y Grupo Planeta , los editores más pequeños se quejan de nadar a contracorriente, por la saturación de oferta de los grandes. Sin embargo, en un sistema editorial basado en la venta en depósito, la queja se desvanece. Publicar un libro es una forma de financiar el siguiente y cada título del catálogo es una bala de plata para cualquier editor, sea grande o pequeño. La papeleta para un pelotazo. «No hay sobreproducción, lo que hay es una riqueza maravillosa de títulos para el público español, que es maduro para elegir», zanja Daniel Fernández . Como él, piensa Patrici Tixis , director de comunicación corporativa del Grupo Planeta, presidente del Gremio de Editores de Cataluña y de la Cámara del Libro de Cataluña. «Eso es enriquecimiento. El que más aumenta su producción editorial es porque tiene capacidad para hacer más. Es así de simple». «La sobreproducción en una realidad. Las novedades duran muy poco tiempo. Es un problema que arrastramos desde hace muchos años. Los libros necesitan más tiempo, merecen estar más tiempo en la red de librerías», explica Camila Enrich, de la agencia EH Scouts radicada en Barcelona. Enrich lleva más de 15 años dedicada a eso y por eso capaz de hacer un diagnóstico tan certero. «Veo una gran diferencia entre las editoriales independientes y los grandes grupos. Las independientes siguen siendo estrictas con el número de títulos. Cuando publican autores locales trabajan manuscritos y hacen un 'editing' profundo, si lo necesitan. Son bastante más conservadores. Pueden sacar 12 o 15 títulos al año. Los grandes grupos van como locos buscando talento en habla castellana. Eso también ocurre los grandes grupos con el mercado literario, le dedican más tiempo y más edición a cada título. Sin embargo, la literatura comercial que se publica es una barbaridad. Notas que las novelas podrían ser más consistentes y mucho más trabajadas». Es ahí, en la calidad, por donde revienta la cuerda. Aunque lleva más de seis años retirada, Silvia Querini es una editora con una mirada incisiva. Ha dedicado cerca de cuarenta años a la literatura, dieciséis de los cuales como directora de la editorial Lumen. Ella lo tiene muy claro: un editor se debe a su presupuesto. Le va la vida en cuadrar las cuentas. Eso puede conseguirlo de muchas maneras, pero sin perder jamás aquello que lo identifica y lo singulariza, su esencia. Reconoce, como lectora, una premura en los tiempos editoriales, lo cual obliga a muchos a externalizar el proceso de edición para agilizarlo. «La única independencia que tiene un editor es con respecto al banco», explica Jordi Nadal, fundador de Plataforma Editorial. Si cuadran las cuentas, el negocio funciona, «Compramos números de lotería. Somos una industria de creyentes. Gloria futura, la intuición. Lo que hay que hacer es elegir menos títulos y acompañarlos más. Venderlos más. Eso resolvería muchos problemas. Las librerías elegirían también con más cuidado y haríamos todos muchos más esfuerzos por vender.» Más de la mitad del mercado editorial español lo controlan dos grupos Penguin Random House (PRH) y Planeta. PRH es la división en lengua española de la compañía editorial internacional Penguin Random House, está conformada por por 61 sellos, publica 2.500 libros al año y cubre España, Portugal, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, México y Estados Unidos. El grupo Planeta agrupa a 70 sellos, entrega el premio literario mejor dotado en para el idioma español y publica, también, más de dos mil libros al año
Cada cinco minutos se publica un libro en España. Según el ISBN de 2024, en nuestro país se produjeron 89.300 libros. A razón de 7.500 por mes, 1.700 a la semana y 245 por día. No hay estantería que resista eso. Cinco días después de Sant Jordi, la jornada que marca el arranque comercial del sector, los editores no pueden estar más eufóricos. El 'Gremi de Llibreters' estima un nuevo récord de más de 26 millones de euros facturados y 2 millones de ejemplares de libros vendidos. ¿Realmente hay lectores para tanto libro? ¿Da el cántaro para tanta fuente? Hay resaca de Sant Jordi. Con un Javier Cercas en estado de gracia, convertido él mismo en Papa antes del cónclave; un David Uclés pletórico con sus catorce ediciones —si hasta cantó a lo Aznavour en la tradicional fiesta de 'La Vanguardia'— y una María Dueñas , un Javier Sierra y una Elisabet Benavent que arrasan, los editores más pequeños y los libreros independientes se llevan las manos a la cabeza. Qué borrachera editorial. Vaya resacón nos espera. Según datos de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) , los últimos diez años se ha mantenido un crecimiento sostenido de la facturación del 30,1 por ciento. El año pasado se vendieron 184,27 millones de ejemplares y la facturación total alcanzó los 2.856,95 millones de euros. «El crecimiento está vinculado a que el mercado crece más y se porta mejor, no a la inflación», asegura Daniel Fernández, presidente de FGEE. En un mercado dominado por Penguin Random House y Grupo Planeta , los editores más pequeños se quejan de nadar a contracorriente, por la saturación de oferta de los grandes. Sin embargo, en un sistema editorial basado en la venta en depósito, la queja se desvanece. Publicar un libro es una forma de financiar el siguiente y cada título del catálogo es una bala de plata para cualquier editor, sea grande o pequeño. La papeleta para un pelotazo. «No hay sobreproducción, lo que hay es una riqueza maravillosa de títulos para el público español, que es maduro para elegir», zanja Daniel Fernández . Como él, piensa Patrici Tixis , director de comunicación corporativa del Grupo Planeta, presidente del Gremio de Editores de Cataluña y de la Cámara del Libro de Cataluña. «Eso es enriquecimiento. El que más aumenta su producción editorial es porque tiene capacidad para hacer más. Es así de simple». «La sobreproducción en una realidad. Las novedades duran muy poco tiempo. Es un problema que arrastramos desde hace muchos años. Los libros necesitan más tiempo, merecen estar más tiempo en la red de librerías», explica Camila Enrich, de la agencia EH Scouts radicada en Barcelona. Enrich lleva más de 15 años dedicada a eso y por eso capaz de hacer un diagnóstico tan certero. «Veo una gran diferencia entre las editoriales independientes y los grandes grupos. Las independientes siguen siendo estrictas con el número de títulos. Cuando publican autores locales trabajan manuscritos y hacen un 'editing' profundo, si lo necesitan. Son bastante más conservadores. Pueden sacar 12 o 15 títulos al año. Los grandes grupos van como locos buscando talento en habla castellana. Eso también ocurre los grandes grupos con el mercado literario, le dedican más tiempo y más edición a cada título. Sin embargo, la literatura comercial que se publica es una barbaridad. Notas que las novelas podrían ser más consistentes y mucho más trabajadas». Es ahí, en la calidad, por donde revienta la cuerda. Aunque lleva más de seis años retirada, Silvia Querini es una editora con una mirada incisiva. Ha dedicado cerca de cuarenta años a la literatura, dieciséis de los cuales como directora de la editorial Lumen. Ella lo tiene muy claro: un editor se debe a su presupuesto. Le va la vida en cuadrar las cuentas. Eso puede conseguirlo de muchas maneras, pero sin perder jamás aquello que lo identifica y lo singulariza, su esencia. Reconoce, como lectora, una premura en los tiempos editoriales, lo cual obliga a muchos a externalizar el proceso de edición para agilizarlo. «La única independencia que tiene un editor es con respecto al banco», explica Jordi Nadal, fundador de Plataforma Editorial. Si cuadran las cuentas, el negocio funciona, «Compramos números de lotería. Somos una industria de creyentes. Gloria futura, la intuición. Lo que hay que hacer es elegir menos títulos y acompañarlos más. Venderlos más. Eso resolvería muchos problemas. Las librerías elegirían también con más cuidado y haríamos todos muchos más esfuerzos por vender.» Más de la mitad del mercado editorial español lo controlan dos grupos Penguin Random House (PRH) y Planeta. PRH es la división en lengua española de la compañía editorial internacional Penguin Random House, está conformada por por 61 sellos, publica 2.500 libros al año y cubre España, Portugal, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, México y Estados Unidos. El grupo Planeta agrupa a 70 sellos, entrega el premio literario mejor dotado en para el idioma español y publica, también, más de dos mil libros al año «El papel del editor es escoger. Tiene que diseñar un catálogo manteniendo la coherencia y que correspondan con el gusto de los lectores. Los catálogos no pueden ser monolíticos. Para Destino es un desafío», a segura Emili Rosales, director de Destino, uno de los sellos literarios de Planeta y cuy catálogo cubre desde la novela negra de Dolores Redondo o Alicia Giménez hasta Andrés Trapiello o Manuel Vilas. De momento, asegura Rosales, no han ampliado cifras, porque se mantienen en 40 títulos anuales. El grupo al que pertenece, sin embargo, sí que ha creado nuevos sellos, entre ellos, N de Novela, que «busca una apertura a más talento «para descubrir a narradores que emocionen a los lectores». Recientemente Penguin Random House ha inaugurado la nueva planta logística de Cerdanyola del Vallès (Barcelona), con capacidad para gestionar hasta 40 millones de libros en el año. Tras registrar en 2024 una ventas de 410 millones de euros, lo que supone un crecimiento de alrededor del 14% respecto al año anterior, el grupo ha ampliado su oferta literaria en general. Pilar Reyes, directora de la División Literaria de Penguin Random House Grupo Editorial, asegura que sector editorial en España vive muy buen momento, por lo tanto, «un mercado en crecimiento obliga a pensar muy bien la oferta». «La librería física sigue existiendo y sin ellas es imposible trabajar en la implantación de autores. El comercio electrónico ha permitido ampliar la oferta, sobre todo el fondo editorial. Nuestra prioridad es trabajar en profundidad». La tecnología, insiste Pilar Reyes, ayuda a implantar y trabajar mejor a un autor: la visibilidad de su obra, así como su proyección dentro y fuera del catálogo. El uso de datos o herramientas específicas de datos sirven, por ejemplo, «para predecir la demanda, ajustar tiradas, para saber cuándo reimprimir». Además de la experiencia y el olfato del editor, una mejor lectura de los datos ayuda a saber qué buscan los lectores y cómo satisfacerlos. «Estamos usando todas las herramientas que la tecnología permite. El contenido editorial necesita una profesionalidad cada mayor y ser cada vez menos intuitivo».
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