¿Qué es la amistad? Un banquete platónico en una nave de Madrid
El neurocientífico Mariano Sigman y el escritor Jacobo Bergareche convocaron a 75 personas de perfiles muy distintos para conversar sobre la amistad, un ejercicio que sirvió de base para el ensayo que publican conjuntamente Entrevista - Mariano Sigman, neurocientífico: “No necesitamos una inteligencia artificial para destruirnos, nos bastamos solos” Mariano Sigman y Jacobo Bergareche no se conocían hasta que la casualidad les convirtió en vecinos. El primero es neurocientífíco y el segundo, escritor. Sigman es argentino, bonaerense. Bergareche, un madrileño de ascendencia vasca. A Mariano le gusta aprender los juegos que son populares allá donde viaja. A Jacobo solo le interesa uno: el mus. Un año después de conocerse ya se presentaban como pareja en campeonatos de este juego de cartas. Tras ese primer año, un tiempo en el que cada uno publicó sus respectivos libros, Jacobo pensó que estaría bien investigar sobre la amistad y hacerlo con su vecino, pareja de mus y amigo. De ahí acabó surgiendo ‘Amistad’ (Debate/Libros del Asteroide), un ensayo escrito en primera persona del plural. El planteamiento, cual experimento sociológico sin ínfulas, opta por la fórmula del banquete platónico, casi de manera literal, y no por encerrarse en un despacho enterrados entre tratados de filosofía, aunque el libro también recurra a ellos. Eligieron una nave industrial de un barrio alejado del centro de Madrid. Allí colocaron una mesa y micrófonos, pero también se aseguraron de disponer de una buena cocina porque el objetivo era cocinar, comer y beber mientras se conversaba. Durante cinco días pasaron por ahí amigos y amigos de amigos. En total fueron 75. En el listado había invitados conocidos, desde los periodistas Rosa Montero, Marta Peirano y Manuel Jabois a escritores como Juan Tallón o la actriz y cantante Leonor Watling. Otros muchos eran perfiles anónimos como el de un joven salvadoreño que no tiene papeles o Amadou, un migrante que llegó de Guinea-Conakri en uno de esos viajes infernales buscando un futuro mejor. El libro no llega a conclusiones rotundas, tampoco lo pretende. Busca, y lo logra, acertar en las preguntas que permiten el debate y aproximarse a algunas certezas. ¿Cómo se hace un amigo? ¿Se aprende? ¿La amistad en la adolescencia influye más en el carácter que la familia? ¿Un hombre y una mujer pueden ser amigos sin que medie atracción sexual? ¿Por qué dejamos de ser amigos? Entre las evidencias podría citarse que la amistad requiere de tiempo y pruebas. Recurriendo a Aristóteles, no basta con quererlo para serlo. Existen también casos en los que se confunde la amistad con deseo de amistad. Aunque eso no significa que cuando exista tenga que ser simétrica. No siempre lo es ni tampoco siempre es recíproca. Más constataciones. Los autores definen los tres “pisos” de la amistad: tolerarse, aceptarse y extenderse. Y volviendo de nuevo a la sabiduría aristotélica, también son tres las clases de amistad: por virtud, por utilidad y por placer. Existe también la fórmula que se podría asemejar a la tribu. Un buen ejemplo son las cuadrillas, los grupos de amigos que en Euskadi y Navarra acumulan años y muchas mesas y brindis. “Amigo como en Bilbao es la gente que conoces desde el colegio y de la que eres realmente muy amigo. Y, sin embargo, aquí en Madrid acabas de conocer a uno, llevas dos días seguidos viéndole y ya es amigo íntimo”, resume Santiago, un bilbaíno de 78 años y que vive en Madrid. En momentos de procesos de polarización política extrema puede haber amistades que se resientan o incluso se acaben. En estos casos hay que preguntarse si es posible diferenciar la ideología y la calidad de las personas. La respuesta posiblemente es un depende. Por cierto, el fin de una amistad no tiene un nombre adjudicado.

El neurocientífico Mariano Sigman y el escritor Jacobo Bergareche convocaron a 75 personas de perfiles muy distintos para conversar sobre la amistad, un ejercicio que sirvió de base para el ensayo que publican conjuntamente
Entrevista - Mariano Sigman, neurocientífico: “No necesitamos una inteligencia artificial para destruirnos, nos bastamos solos”
Mariano Sigman y Jacobo Bergareche no se conocían hasta que la casualidad les convirtió en vecinos. El primero es neurocientífíco y el segundo, escritor. Sigman es argentino, bonaerense. Bergareche, un madrileño de ascendencia vasca. A Mariano le gusta aprender los juegos que son populares allá donde viaja. A Jacobo solo le interesa uno: el mus. Un año después de conocerse ya se presentaban como pareja en campeonatos de este juego de cartas.
Tras ese primer año, un tiempo en el que cada uno publicó sus respectivos libros, Jacobo pensó que estaría bien investigar sobre la amistad y hacerlo con su vecino, pareja de mus y amigo. De ahí acabó surgiendo ‘Amistad’ (Debate/Libros del Asteroide), un ensayo escrito en primera persona del plural.
El planteamiento, cual experimento sociológico sin ínfulas, opta por la fórmula del banquete platónico, casi de manera literal, y no por encerrarse en un despacho enterrados entre tratados de filosofía, aunque el libro también recurra a ellos.
Eligieron una nave industrial de un barrio alejado del centro de Madrid. Allí colocaron una mesa y micrófonos, pero también se aseguraron de disponer de una buena cocina porque el objetivo era cocinar, comer y beber mientras se conversaba. Durante cinco días pasaron por ahí amigos y amigos de amigos. En total fueron 75.
En el listado había invitados conocidos, desde los periodistas Rosa Montero, Marta Peirano y Manuel Jabois a escritores como Juan Tallón o la actriz y cantante Leonor Watling. Otros muchos eran perfiles anónimos como el de un joven salvadoreño que no tiene papeles o Amadou, un migrante que llegó de Guinea-Conakri en uno de esos viajes infernales buscando un futuro mejor.
El libro no llega a conclusiones rotundas, tampoco lo pretende. Busca, y lo logra, acertar en las preguntas que permiten el debate y aproximarse a algunas certezas. ¿Cómo se hace un amigo? ¿Se aprende? ¿La amistad en la adolescencia influye más en el carácter que la familia? ¿Un hombre y una mujer pueden ser amigos sin que medie atracción sexual? ¿Por qué dejamos de ser amigos?
Entre las evidencias podría citarse que la amistad requiere de tiempo y pruebas. Recurriendo a Aristóteles, no basta con quererlo para serlo. Existen también casos en los que se confunde la amistad con deseo de amistad. Aunque eso no significa que cuando exista tenga que ser simétrica. No siempre lo es ni tampoco siempre es recíproca.
Más constataciones. Los autores definen los tres “pisos” de la amistad: tolerarse, aceptarse y extenderse. Y volviendo de nuevo a la sabiduría aristotélica, también son tres las clases de amistad: por virtud, por utilidad y por placer.
Existe también la fórmula que se podría asemejar a la tribu. Un buen ejemplo son las cuadrillas, los grupos de amigos que en Euskadi y Navarra acumulan años y muchas mesas y brindis. “Amigo como en Bilbao es la gente que conoces desde el colegio y de la que eres realmente muy amigo. Y, sin embargo, aquí en Madrid acabas de conocer a uno, llevas dos días seguidos viéndole y ya es amigo íntimo”, resume Santiago, un bilbaíno de 78 años y que vive en Madrid.
En momentos de procesos de polarización política extrema puede haber amistades que se resientan o incluso se acaben. En estos casos hay que preguntarse si es posible diferenciar la ideología y la calidad de las personas. La respuesta posiblemente es un depende. Por cierto, el fin de una amistad no tiene un nombre adjudicado.