Puerto de los Santos, de William S. Burroughs

Llega a las librerías una novela inédita en español del mismísimo William W. Burroughs. Escrito durante su exilio autoimpuesto en Estados Unidos, se trata, paradójicamente, de uno de los libros más importantes de su producción, acaso comparable con Los chicos salvajes. En Zenda reproducimos las primeras páginas de Puerto de los Santos (Aristas Martínez), de... Leer más La entrada Puerto de los Santos, de William S. Burroughs aparece primero en Zenda.

Feb 13, 2025 - 07:17
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Puerto de los Santos, de William S. Burroughs

Llega a las librerías una novela inédita en español del mismísimo William W. Burroughs. Escrito durante su exilio autoimpuesto en Estados Unidos, se trata, paradójicamente, de uno de los libros más importantes de su producción, acaso comparable con Los chicos salvajes.

En Zenda reproducimos las primeras páginas de Puerto de los Santos (Aristas Martínez), de William S. Burroughs.

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NOS VEMOS EN ST. LOUIS LOUIE

A los dieciséis años, Audrey Carsons era en muchos sentidos bastante maduro para su edad. Ya poseía ese conocimiento de sí mismo y esa falta de autoestima típicos del escritor, así como esa culpa divina que experimentan todos los escritores al crear. En otros sentidos, era muy niño para tener dieciséis años. Carecía desgraciadamente de encanto social y de experiencia mundana. No sabía bailar, jugar a nada ni entablar conversaciones intrascendentes. Era dolorosamente tímido y lo que sabía de sexo le venía de Adolescencia y cultura en Samoa y de un libro titulado Sexo y matrimonio. Tenía la cara cubierta de cicatrices de llagas espirituales purulentas y carente de juventud. Al mismo tiempo adolecía de un infantilismo compulsivo. No era una combinación agradable cuando le añadías falta de autoestima, miedo y rabia impotente. Tenía pinta de mago negro desesperado y completamente fracasado al que habían pillado con los naipes cayéndosele de la manga. Lo rodeaba un aroma ignoto y horrible de momia helada descongelándose en una ciénaga fétida.

—Eres un cadáver andante —le dijo la señora Greenfield indirectamente, a través de una amiga que sabía que le transmitiría aquel veredicto. Era una costumbre que tenía. Años después, al enterarse de que la señora Greenfield había muerto, Audrey se rio el último. Es una costumbre que tienen los escritores.

—No todos los cadáveres pueden caminar.

—Parece un perro mata-ovejas —dijo en tono áspero el Coronel Greenfield, un viejo y elegante blanquito con bigote gris recortado.

Audrey también se rio el último al enterarse de que el Coronel había muerto de hemorragia masiva.

—Es que soy un perro mata-ovejas.

Los molinos de un escritor muelen despacio, pero muelen finísimo. Audrey se sentía como si estuviera atrapado en un ático destartalado, mirando impotente cómo los tenderos le devolvían el cambio sin darle las gracias. Los camareros le echaban un vistazo a la cara y le decían:

—Aquí no queremos gente como tú.

Aquellos desaires le escocían en las heridas abiertas como si fueran sal de roca. Tenía la sensación de que nadie quería a la gente como él. Leía la revista Adventure y se soñaba a sí mismo con salacot y ropa caqui, un Webley en el cinto y su fiel sirviente zulú al lado. Eran unos sueños banales e infantiles incluso para la edad que tenía, y consistían sobre todo en peleas con armas de fuego en las que él se imponía. Como las aventuras eran básicamente imposibles en un matriarcado del Medio Oeste, eran unos sueños endebles, pura nostalgia del siglo XIX. Lo que más quería en el mundo era escapar de su carne impura por medio de algún acto heroico.

Era el único chico becado de una exclusiva escuela conocida como Academia Poindexter. Audrey leía Adventure Stories y Short Stories y se imaginaba a sí mismo como el Comandante, caballero aventurero y CDI (Comprador de Diamantes Ilegales)… con una buena causa, claro. Leía Amazing Stories y se imaginaba a sí mismo como el primer hombre que llegaba a la Luna y dibujaba diagramas de cohetes. Decidió ser escritor y crear sus propias versiones del Comandante y Jim el Zulú y Joe de las Nieves y Carl Cranberry. Su primera composición literaria, «Autobiografía de un lobo», se la inspiró un libro titulado Biografía de un oso pardo… Sentir la nieve bajo las patas; sentir los ojos centelleantes, los colmillos; y lamer la sangre de la cara de su compañero lobo Jerry. Audrey se refería con cierta vaguedad a los sexos, y no veía razón alguna para no elegir a Jerry, un lobo de pelo rojo, como pareja. Más tarde se juntó con una pareja distinta, un delicado lobo albino de ojos azules que murió congelado en una tormenta de nieve. Whitey siempre había sido un lobo delicado. Cuando Jerry muere de tuberculosis, escupiendo sangre sobre la nieve, Audrey se queda tan debilitado por la pena que un oso pardo lo ataca y se lo come para castigarlo por plagiador.

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Autor: William S. Burroughs. Título: Puerto de los Santos. Editorial: Aristas Martínez. Venta: Todostuslibros.

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