El día del Patrón trajo una mansada de tomo y lomo. Enciclopédica. Sonó el típico «pum-pum» en el sexto de la corrida de Fraile de Valdefresno, más cercana a los bueyes del Santo de las costumbristas crónicas abecedarias que a la excelencia del último verano. Fue un desfile de mansos, sí, pero con sus matices y con tres para cortarles alguna oreja si se viene a Madrid a tumba abierta. Así de crudo, así de real. Alejandro Chicharro, que tanto ilusionó de novillero, no convenció en su confirmación. Cierto es que el toro de la ceremonia no era el más agradable de los cercados, cinqueño pasado, con esa mirada astracanada y abisontada. Hasta la pezuña sangró en varas este Pandereto,...
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