Aldara Prado: «Nimue no es ni humana, ni criatura, ni animal: es un ser que vaga entre mundos»
La ilustradora y autora gallega Aldara Prado debuta en el cómic con Nimue, una reinterpretación feminista y lírica de la Dama del Lago, publicada por Norma Editorial.



Edición francesa: Nimue (Casterman)
Edición española: Nimue (Norma Editorial)
Guion: Aldara Prado
Dibujo: Aldara Prado
Género: Fantasía, novela artúrica, aventura
Formato: Cartoné (22 x 30), 128 paginas a color, 28€
El sueño de entre las aguas
Aldara Prado (Galicia, 1992) es ilustradora, tatuadora y autora de cómics. Graduada en Bellas Artes por la UPV (València), se especializó en narrativa visual y cinematográfica. Inició su carrera profesional como ilustradora de literatura infantil para editoriales como Penguin Random House o Verbo Editorial, y como cartelista para diversas instituciones. En 2024, debuta como autora de cómic con Nimue, una fábula oscura que revisita la figura de la Dama del Lago de la mitología artúrica. La obra ha sido editada por Casterman en Francia y Norma Editorial en España, y Prado fue nominada al Premio Miguel Gallardo al Autor/a Revelación en los Premios del 43 Comic Barcelona.
Prado ha revivido su memoria creativa para reencontrarse con Nimue (Norma Editorial), la Dama del Lago. En su nueva obra, perpetúa la novela artúrica recuperando la leyenda original de la criatura que entrega la espada al rey Arturo: la misma que desafió tres mundos sin pertenecer del todo a ninguno. Ni mágica, ni bestia, ni humana, Nimue dio sus primeros pasos como una desconocida desamparada. Ahora, bajo la mirada contemporánea y reivindicativa de Prado, su historia cobra nueva vida.
La autora gallega traza un puente entre su tierra natal y los orígenes orales de Nimue, explorando el peso de la tradición y el mito desde una perspectiva actual. Nimue no es solo una narración fantástica: es el sueño que pocos logran realizar, una metáfora de la libertad y una fuente de esperanza.
Con un estilo impresionista y solemne, Prado convierte esta historia en un verso poético visual. Los colores vibran entre paisajes arbóreos y los montes vivos. A través de su arte, busca plasmar la naturaleza visceral de su tierra, vista desde una morriña serena y luminosa.
Detrás de la oscuridad que esconden los bosques de Nimue también resplandece una luz que tiembla en sus aguas. La heroína goza del dolor, pero ama su esperanza. En esta entrevista, Aldara Prado nos guía a través de los misterios de Nimue y comparte cómo el mito se convierte en un espejo de nuestras luchas y anhelos contemporáneos.



Nimue es descubierta por una familia humana que la acoge y cuida como una hija. Norma Editorial©
Entrevista a Aldara Prado, autora de Nimue

Aldara Prado durante la presentación de Nimue en Barcelona – Jordi T. Prado © 2024.
¿Cómo te encontraste con la materia artúrica en medio de esa investigación?
Investigando sobre la mitología celta y personajes del folclore gallego, me topé con la materia artúrica, porque va muy de la mano con la cultura celta. Así me encontré con Merlín, Lancelot, Arturo, Morgana… y, al toparme con la Dama del Lago, me vino un recuerdo muy difuso del personaje. Empecé a tirar del hilo y me encontré con una barrera: no había demasiada información sobre ella.
Me fascinaba y me obsesionaba, quería saber más. En muchas versiones, especialmente donde se la presenta como la pupila de Merlín, la muestran de forma muy bidimensional: como una «lolita» que usa sus malas artes para robarle el conocimiento a Merlín y luego traicionarlo. Eran estereotipos muy escuchados, y como chica del siglo XXI, mi perspectiva es muy distinta a la de un señor académico medieval.Entonces pensé: me estoy obsesionando con este personaje. No hay más, pero los mitos artúricos tienen suficiente espacio como para que yo meta mi propia versión de la Dama del Lago, que me parecía absolutamente fascinante.
¿Tuviste que acotar mucho durante la investigación?
Sí, claro. Llegó un punto en el que llevaba meses metida en el rabbit hole de los mitos artúricos. Es una tradición extensísima, con siglos y siglos para documentarte. Así que me centré principalmente en las obras de Chrétien de Troyes, John Steinbeck y Malory, con su Morte d’Arthur, donde se narra cómo la Dama del Lago lleva a Arturo a su descanso eterno en Avalón tras la batalla final. Este personaje tiene muchos nombres: Nimue, Viviana… según el siglo y el autor. Pero siempre es esa mujer que vive en el lago, una figura que proviene de la diosa celta de las aguas, Coventina, que también aparece en el libro. También revisité la película Excalibur, con la maravillosa Helen Mirren. Una de mis partes favoritas es la mano que emerge del lago con la espada. Le hice un guiño a eso en la contraportada del libro. Fue entonces cuando dije: “ya está, hasta aquí”. Me impuse un límite y decidí quedarme en el siglo XIX, porque si no, la cosa se volvía inabarcable.
¿Y cuánto tiempo te llevó hacer el libro?
Desde el primer boceto hasta la publicación pasaron casi ocho años. El proceso de producción en sí fueron unos tres años, pero entre la pandemia y tener que compaginarlo con otros trabajos para poder mantenerme, todo se alargó. Además, nadie me conocía como autora de cómic, así que no había nadie esperando este libro. Fue un proceso arduo: nunca me había enfrentado a una novela gráfica de esta envergadura, a todo color, con guión y dibujo hechos por mí. Normalmente esas tareas están repartidas, pero yo me lo comí todo, y así quería que fuera. Lo disfruté muchísimo, pero fue un reto tremendo.
Nimue va más allá del mito.
Es una historia de crecimiento personal. Es la historia de Ana, una niña que fue encontrada flotando en un lago una mañana, y una familia de granjeros la adopta. Esa familia había sido duramente golpeada por una pérdida y por el duelo, y Ana empieza a desarrollar vínculos afectivos con ellos. Le cuesta integrarse en su entorno, y cada noche recibe la visita de un cuervo misterioso que la lleva al lago donde fue recogida. Con el tiempo, y a medida que esas visitas se repiten, Ana empieza a descubrir cosas sobre sí misma que la conectan con un pasado mitológico, con un reino mágico caído. Así es como nos sumergimos en las aguas de Avalón, en la mitología celta y en los mitos artúricos. En un momento dado, se encuentra con el hada Morgana.
¿Como planteaste a Morgana?
En Nimue, quise hacer de Morgana un personaje que no fuera ni una bruja malvada ni una madre benevolente. Quería mostrar una psique compleja, contradictoria, pero con contradicciones justificadas por sus vivencias. Ella puede ser amable o distante, pero creo que es un personaje muy interesante y ambivalente dentro del papel que juega en esta historia.
¿Y Merlín?
Me planteé si lo estaba haciendo demasiado perverso y llegué a pensar: “¿Por qué he hecho a este señor tan oscuro? ¿Por qué no fui al Merlín más afable, tipo Disney, ese maestro generoso y divertido que canta el Hippity hop y discute con su azucarera?”. Pero precisamente porque quería dar una visión más contemporánea a Nimue, preferí dar a Merlín una perspectiva más medieval. Al investigar los mitos me encontré con un Merlín manipulador, conspirador, un personaje turbio, con intereses oscuros. Me sorprendió mucho. Yo, como muchos, crecí con el Merlín de Disney, de los años 60, o con teleseries de los 90 —creo que era de la BBC— donde lo representaban como alguien más afable. Así que pensé: ya tenemos ese Merlín amable, ahora voy a recuperar el Merlín medieval, que además contrasta muy bien con una Nimue más contemporánea.



Prado explora en Nimue la dualidad entre los mundos, el personaje no pertenece a ninguno de ellos y, sin embargo, mantiene un vínculo inquebrantable. Norma Editorial©
La obra tiene una clara mirada feminista. ¿Quisiste trasportarla a la actualidad?
Sí, yo me considero una persona feminista, así que naturalmente las historias que cuento están impregnadas de mi sensibilidad personal. Este libro nace de la necesidad que tenía como lectora voraz de fantasía. Durante toda mi infancia estuve leyendo historias protagonizadas y escritas por hombres, que seguían un canon muy concreto. Con algunas excepciones, claro.
Así que he hecho el libro que me habría gustado leer con 16 o 17 años. Aunque creo que es una historia accesible para cualquier edad, porque trata temas universales con los que se puede empatizar sin importar la generación. También quise ofrecer otra representación de los hombres. Por ejemplo, el personaje de Gael es una persona generosa, cariñosa, que cuida de su hermana con mucho afecto. Quería mostrar hombres sensibles, algo que no solía ver en la fantasía de los 80 u otras épocas.
¿Por qué decidiste que Arturo no apareciera en el libro?
Al principio me lo planteé, y de hecho en los extras del libro hay bocetos donde aparece. Pero lo descarté rápido porque, según la cronología de Nimue, ella no entrega la espada a Arturo hasta mucho después del periodo en el que se sitúa esta historia. No tenía sentido meterlo ni a él ni a Lancelot, que también está muy ligado a la Dama del Lago.
Además, quería que el foco estuviera en Nimue. En el momento en que metes a Arturo, inevitablemente le roba protagonismo. Y esta historia la quería centrar en ella, en sus relaciones interpersonales, con su familia adoptiva y, sobre todo, con sus maestros: Morgana y Merlín.
¿Hay inspiración directa de leyendas celtas y gallegas?
Sí, me inspiré en muchas leyendas celtas, irlandesas y gallegas, y las seguí de forma bastante libre. Pero, por ejemplo, el arranque del libro —el primer acto, cuando Nimue está con su familia adoptiva— no lo he visto en ninguna otra versión. Decidí situarla así para que el lector pudiera conocerla emocionalmente, humanizarla, explorar su psique, no solo mostrarla como un ser mitológico, una heroína que viene a salvarnos del mal.
¿Hay algo de ti en el personaje de Ana?
Sí, creo que hay mucho de mí en muchos de los personajes: en Morgana, en Freya, en Gael… hasta en la madre de Ana. Al final, cuando escribes una historia, es inevitable que tu psique y tus inquietudes se impregnen en los personajes. Uno cuenta las historias que le gustaría leer, con personajes poliédricos.
Incluso en Merlín hay algo personal, aunque no me identifico ideológicamente con él. Algunas frases que dice Merlín me las han dicho profesores. Para construirlo también concentré mi experiencia como alumna, como mujer buscando un espacio, intentando profesionalizarme en lo mío. Contrasta mucho con la experiencia que he tenido con mi padre, que ha sido mi maestro principal en el cómic. Mi padre es extremadamente generoso y nunca ha intentado adoctrinarme. Me ha guiado, pero sin imponerse. Hay un rifirrafe entre Ana y Merlín que nace directamente de mi experiencia personal.
¿Como una catarsis?
Es una forma de devolver, simbólicamente, ese malestar que te han causado ciertas figuras de autoridad.
¿Este es tu primer cómic largo? ¿Tenías presión por venir de una familia de artistas?
Sí, claro. Sentía mucha presión. Cuando empecé el proyecto tenía unos 22 años, aún no tenía el córtex prefrontal completamente desarrollado. Incluso me planteé publicar solo con mi nombre de pila, no por renegar de mi apellido, sino por las expectativas que eso genera. La gente podría esperar que mi trabajo estuviera a la altura de la carrera de mi padre, que tiene más de 60 años y una trayectoria consolidada. Pero al final decidí confiar en mí y en el proceso. No solo no oculté mi apellido, sino que quise que estuviera ahí. Mi familia me ha ayudado muchísimo, y sentía que no incluirlo sería casi una falta de respeto hacia ese legado. Es como si vienes de una familia de hosteleros y decides continuar con el negocio: no lo haces por obligación, sino por pasión y por respeto a lo que significa. Al principio quería tratar cada viñeta como un cuadro, obsesionada con retratar la naturaleza con mucho detalle. Pero en el cómic lo importante es la historia y que sea narrativamente eficiente. El tatuaje me ayudó a cambiar el chip, porque requiere concreción y síntesis. Además, me dio un trabajo estable que me permitió financiar el libro.
¿Influye Galicia en tu historia?
Muchísimo. La historia nace de una morriña brutal. Los gallegos vivimos con una saudade permanente, especialmente si estamos lejos. Yo crecí literalmente en el monte, en mitad de la nada, y necesitaba volver a esos bosques. La naturaleza en este libro es casi un personaje más. Quería que estuviera viva, vibrante. Nimue está entre el mundo humano, el mágico y el natural. No es ni humana ni criatura ni animal: es un ser que vaga entre esos mundos. Para retratar esa naturaleza me inspiré en pintores impresionistas franceses, simbolistas alemanes, románticos como Caspar David Friedrich… podría decir muchos nombres. Esa sensibilidad melancólica está muy presente.
¿Estás trabajando ya en tu próximo libro?
Sí, hace poco terminé de escribir la próxima historia que quiero hacer. No quiero generar expectativas ni dar spoilers, pero puedo decir que me gustaría mucho poder hacerla con medios naturales: acuarela, acrílico, gouache… son los medios con los que me siento más cómoda.
Nimue, por desgracia, tuve que hacerlo en digital, por cuestiones prácticas. Pero intenté que el resultado fuese lo más fiel posible a mi estilo tradicional. El siguiente libro será más acotado, no tan extenso, y espero encontrar la fórmula para hacerlo de forma analógica.
Será una historia sobre nuestra relación con la naturaleza en el presente y cómo interactuamos con la tecnología, completamente desvinculados del entorno natural, que para mí es el bosque.
¿Será una historia oscura?
No, para nada. Todo lo contrario. Será una historia llena de esperanza. Veo a mucha gente —amigos, lectores— sedientos de eso, y yo también lo estoy. Todos estamos frustrados por los tiempos oscuros que vivimos, pero también necesitamos historias que nos den esperanza.
Nimue tiene momentos oscuros, pero también brinda esperanza. La próxima historia buscará sublimar esos momentos de infancia, esa conexión con la naturaleza, vista con ojos inocentes.
