Cómo saber si la comida de la nevera y el congelador se ha estropeado en un apagón: qué hacer tras 10 horas sin luz
No somos conscientes de lo importante que es la nevera en nuestra vida hasta que deja de funcionar. Un apagón o corte de luz eléctrica, ya sea localizado en nuestro edificio o barrio, o a nivel masivo nacional, deja al electrodoméstico más esencial de nuestro hogar completamente fuera de juego. Y entonces empieza la cuenta atrás: ¿cuánto tiempo aguantará la comida sin estropearse? ¿En qué punto los alimentos congelados llegan al no retorno? La respuesta no es fácil ni precisa, pues depende de varios factores, pero podemos hacer una estimación en cada caso y aplicar algunas pautas básicas para evitar al máximo el desperdicio, sin sacrificar en ningún caso la seguridad alimentaria. En primer lugar, hay que considerar la época del año y la temperatura ambiente de la cocina; no será lo mismo sufrir un apagón en invierno que en pleno mes de agosto. Hay que tener en cuenta que los frigoríficos más modernos y que estén en mejor estado presumiblemente conservarán mejor el frío que aquellos aparatos más viejos, estropeados o cuyas puertas y gomas no estén en las mejores condiciones, pues resulta más esencial que nunca que cierren herméticamente. Por eso hay que insistir en su mantenimiento y limpieza constante durante todo el año. Además, se mantendrán mejor durante más horas si están en una zona de la cocina más fresca, lejos de fuentes de calor como la luz directa del sol. Otro aspecto clave es la potencia a la que teníamos funcionando el aparato; si la enfriaba a la temperatura más baja, a unos 2-4ºC, se mantendrá frío más tiempo que si la teníamos a 5-6ºC. Y el propio diseño del electrodoméstico afecta a la capacidad de conservación, por ejemplo si tenemos la fruta separada en cajones o la carne fresca en compartimentos separados. Mantener una correcta organización también ayudará, con los alimentos más perecederos en las zonas más frías, como la propia carne fresca, el pescado o las sobras y similares, y los huevos donde hay una menor oscilación térmica. El diseño del congelador igualmente afecta a su capacidad de conservación del frío. Son mucho más efectivos aquellos que están divididos en cajones estancos, protegidos con una puerta hermética, mejor en la zona inferior, y con un sistema de enfriamiento diferente al de la nevera. La comida de la nevera La regla general que recomienda seguir la agencia de seguridad alimentaria estadounidense (USDA), apoyada por expertos en nuestro país como Boticaria García, es desechar la comida que haya sido expuesta a temperaturas superiores a los 40ºF, unos 4,4ºC o 5ºC para redondear en nuestro país, durante más de dos horas. Ahora bien, si está dentro de la nevera y esta no se ha abierto o no demasiado, puede aguantar sin pérdida de temperatura hasta cuatro horas sin luz. A partir de ahí, su calentamiento dependerá del aparato, la temperatura exterior y cómo de llena esté. El principal inconveniente surge si el apagón nos pilló trajinando con el frigorífico o lo habíamos estado abriendo justo antes, o si quizá teníamos la nevera poco llena; entonces el tiempo de conservación de frío se acorta. Por eso, una vez pasadas cuatro horas, o si el termómetro marca más de 5ºC al volver la luz, lo más seguro es no jugársela, especialmente con los alimentos más susceptibles de generar intoxicaciones. Conviene desechar: Carne y pescado fresco o crudo de cualquier tipo. Ensaladas de cualquier tipo. Sobras de pasta y arroz. Preparaciones con huevo crudo o poco cocinado. Salsas, caldos y rellenos. Fiambres y charcutería abierta. Guisos, sopas, estofados y potajes. Latas de pescado, marisco o carne y semiconservas abiertas. Huevos crudos. Frutas y verduras ya cortadas. Hojas verdes precortadas y/o prelavadas. Quesos y otros lácteos frescos abiertos. Postres y dulces lácteos o con rellenos de crema o huevo. Se puede valorar su conservación: Frutas y verduras enteras. Yogures y otros lácteos fermentados sin abrir. Quesos duros. Alimentos sin fecha de caducidad o de consumo preferente. Huevos completamente cocidos (mejor desechar si han estado expuestos a más de 5ºC durante más de 4 horas). Salsas ácidas, con vinagre, saladas o dulces (vinagretas, salsa de soja, salsa barbacoa, kétchup, mostaza...). Encurtidos y escabeches. Mermeladas y jaleas. Embutidos y chacinas más secas sin abrir (chorizo, fuet, salchichón, jamón serrano al vacío, cecina...). Si no tenemos un termómetro para comprobar la temperatura a la que está la nevera cuando vuelve la luz, nos toca jugar al tacto. En el caso de que no la hayamos abierto ni una vez, y estuviera bien fría antes del apagón, la comida se habrá conservado sin problemas durante unas 4-5 horas, pero no conviene jugarse la salud con los alimentos del primer listado si no tenemos muy claro si siguen fríos. Otros productos, como una leche abierta o un queso fresco, veremos claramente

No somos conscientes de lo importante que es la nevera en nuestra vida hasta que deja de funcionar. Un apagón o corte de luz eléctrica, ya sea localizado en nuestro edificio o barrio, o a nivel masivo nacional, deja al electrodoméstico más esencial de nuestro hogar completamente fuera de juego. Y entonces empieza la cuenta atrás: ¿cuánto tiempo aguantará la comida sin estropearse? ¿En qué punto los alimentos congelados llegan al no retorno?
La respuesta no es fácil ni precisa, pues depende de varios factores, pero podemos hacer una estimación en cada caso y aplicar algunas pautas básicas para evitar al máximo el desperdicio, sin sacrificar en ningún caso la seguridad alimentaria. En primer lugar, hay que considerar la época del año y la temperatura ambiente de la cocina; no será lo mismo sufrir un apagón en invierno que en pleno mes de agosto.
Hay que tener en cuenta que los frigoríficos más modernos y que estén en mejor estado presumiblemente conservarán mejor el frío que aquellos aparatos más viejos, estropeados o cuyas puertas y gomas no estén en las mejores condiciones, pues resulta más esencial que nunca que cierren herméticamente. Por eso hay que insistir en su mantenimiento y limpieza constante durante todo el año. Además, se mantendrán mejor durante más horas si están en una zona de la cocina más fresca, lejos de fuentes de calor como la luz directa del sol.
Otro aspecto clave es la potencia a la que teníamos funcionando el aparato; si la enfriaba a la temperatura más baja, a unos 2-4ºC, se mantendrá frío más tiempo que si la teníamos a 5-6ºC. Y el propio diseño del electrodoméstico afecta a la capacidad de conservación, por ejemplo si tenemos la fruta separada en cajones o la carne fresca en compartimentos separados. Mantener una correcta organización también ayudará, con los alimentos más perecederos en las zonas más frías, como la propia carne fresca, el pescado o las sobras y similares, y los huevos donde hay una menor oscilación térmica.
El diseño del congelador igualmente afecta a su capacidad de conservación del frío. Son mucho más efectivos aquellos que están divididos en cajones estancos, protegidos con una puerta hermética, mejor en la zona inferior, y con un sistema de enfriamiento diferente al de la nevera.
La comida de la nevera
La regla general que recomienda seguir la agencia de seguridad alimentaria estadounidense (USDA), apoyada por expertos en nuestro país como Boticaria García, es desechar la comida que haya sido expuesta a temperaturas superiores a los 40ºF, unos 4,4ºC o 5ºC para redondear en nuestro país, durante más de dos horas. Ahora bien, si está dentro de la nevera y esta no se ha abierto o no demasiado, puede aguantar sin pérdida de temperatura hasta cuatro horas sin luz. A partir de ahí, su calentamiento dependerá del aparato, la temperatura exterior y cómo de llena esté.

El principal inconveniente surge si el apagón nos pilló trajinando con el frigorífico o lo habíamos estado abriendo justo antes, o si quizá teníamos la nevera poco llena; entonces el tiempo de conservación de frío se acorta. Por eso, una vez pasadas cuatro horas, o si el termómetro marca más de 5ºC al volver la luz, lo más seguro es no jugársela, especialmente con los alimentos más susceptibles de generar intoxicaciones.
Conviene desechar:
- Carne y pescado fresco o crudo de cualquier tipo.
- Ensaladas de cualquier tipo.
- Sobras de pasta y arroz.
- Preparaciones con huevo crudo o poco cocinado.
- Salsas, caldos y rellenos.
- Fiambres y charcutería abierta.
- Guisos, sopas, estofados y potajes.
- Latas de pescado, marisco o carne y semiconservas abiertas.
- Huevos crudos.
- Frutas y verduras ya cortadas.
- Hojas verdes precortadas y/o prelavadas.
- Quesos y otros lácteos frescos abiertos.
- Postres y dulces lácteos o con rellenos de crema o huevo.
Se puede valorar su conservación:
- Frutas y verduras enteras.
- Yogures y otros lácteos fermentados sin abrir.
- Quesos duros.
- Alimentos sin fecha de caducidad o de consumo preferente.
- Huevos completamente cocidos (mejor desechar si han estado expuestos a más de 5ºC durante más de 4 horas).
- Salsas ácidas, con vinagre, saladas o dulces (vinagretas, salsa de soja, salsa barbacoa, kétchup, mostaza...).
- Encurtidos y escabeches.
- Mermeladas y jaleas.
- Embutidos y chacinas más secas sin abrir (chorizo, fuet, salchichón, jamón serrano al vacío, cecina...).

Si no tenemos un termómetro para comprobar la temperatura a la que está la nevera cuando vuelve la luz, nos toca jugar al tacto. En el caso de que no la hayamos abierto ni una vez, y estuviera bien fría antes del apagón, la comida se habrá conservado sin problemas durante unas 4-5 horas, pero no conviene jugarse la salud con los alimentos del primer listado si no tenemos muy claro si siguen fríos.
Otros productos, como una leche abierta o un queso fresco, veremos claramente con el olfato si se ha echado a perder. Pero recuerda que los patógenos que se reproducen en las sobras más peligrosas, como el arroz cocido, son invisibles e inodoros; mejor desechar.
El congelador
La buena noticia es que un congelador de compartimentos independientes y puerta, bien lleno, puede aguantar sin problemas hasta 48 horas sin corriente eléctrica, siempre que no lo abras ni una sola vez.

Si tu aparato no estaba tan lleno o tienes todavía uno de los que se abren con una simple puerta, sin cajones o puertecillas internas, su capacidad de conservación disminuye, pero debería haber conservado los alimentos congelados durante las primeras 24 horas, repetimos, si no se abre nunca hasta que vuelva la energía.
Según la FDA, “la comida puede volver a congelarse de manera segura si aún contiene cristales de hielo o está a 40°F (4°C) o menos; sin embargo, su calidad puede verse afectada”. Es más recomendable, si te encuentras por ejemplo carne, pescado o verduras crudas ya descongelándose, proceder a descongelarlos del todo y cocinarlos para consumirlos cuanto antes.
El tacto y los posibles cristales de hielo son los mejores indicadores para comprobar si la comida congelada se ha conservado en buen estado. Un congelado seguirá duro y muy frío, y en ningún caso debe haber agua líquida en el compartimento. Ante cualquier textura viscosa o extraña, olores desagradables o posible presencia de moho o similares, lo más sensato es desechar el alimento directamente.
Consejos generales
Cuando regrese la electricidad, comprueba que la nevera y el congelador vuelven a funcionar correctamente emitiendo sus sonidos habituales, pero espera al menos una hora antes de volver a abrirlos, sobre todo si han sido más de cuatro horas de apagón y tu nevera no estaba muy llena.
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Tras hacer inventario y repasar lo que conviene desechar, clasifica la comida en función de lo más perecedero y sensible para consumirlo cuanto antes, comprobando fechas de caducidad y aperturas. Son más estables y seguros los alimentos más duros y secos; el agua y la humedad son los mejores medios para el desarrollo de patógenos.
De cara al futuro, es recomendable mantener una buena limpieza y orden de la nevera y el congelador, y comprar un termómetro para asegurarnos de que enfría correctamente y de que la temperatura que marca o le activamos es la correcta.
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La noticia
Cómo saber si la comida de la nevera y el congelador se ha estropeado en un apagón: qué hacer tras 10 horas sin luz
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Liliana Fuchs
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