Alimentar a los fantasmas, de Tessa Hulls

Reseñamos la primera obra de Tessa Hulls, una monumental memoria gráfica a hombros de tres generaciones de mujeres chinas. Edita Reservoir Books.

Mar 26, 2025 - 12:32
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Alimentar a los fantasmas, de Tessa Hulls
Alimentar a los fantasmas- Portada


Edición original: Universal Monsters: Feeding Ghosts. A Graphic Memoir USA (MCD Books, 2024)
Edición nacional/España: Reservoir Books, 2025
Guion: Tessa Hulls
Dibujo: Tessa Hulls
Traducción: Juan Naranjo
Formato: Tapa blanda con solapas. 400 páginas, byn. 32,90€

Tres generaciones de traumas y de errores

Si hay algo que define a Estados Unidos, esa es la inmigración. Desde su mismísima fundación, la nación de las barras y las estrellas se ha nutrido de un incesante flujo de personas de los más diversos orígenes, en busca de una vida mejor. Una singularidad histórica que, lejos de lo que muchos gustan de clamar, ha ayudado a fortalecer más si cabe al país más poderoso del mundo, que con el paso del tiempo va asimilando como propio a cada nuevo grupo étnico incorporado a sus filas. Irlandeses, italianos, latinos, asiáticos… Todos han ido engordando el amplio espectro de lo que significa ser estadounidense y enriqueciendo su cultura, hasta tal grado que aproximadamente un 40% de los premios Nobel que EEUU ha cosechado lo han sido gracias a ciudadanos nacidos en otros países.

No es extraño, pues, que la ingente producción artística del país haya reflejado siempre con gran interés lo que significa ser inmigrante. Son incontables las obras de todo tipo de medios que han dejado testimonio, no sin seguir ciertas tendencias en las que editoriales y estudios han identificado modas para hablar de un grupo en concreto, algo que en los últimos años se ha podido sentir con la comunidad asiático-estadounidense.

Resulta algo frívolo sentir que la maquinaria cultural nos inunda momentáneamente con historias personales de cierto tipo porque “son trendy”, pero no vamos a descubrir ahora que las editoriales son esclavas del mercado. Lo que sí hemos podido descubrir gracias a ello es una buena selección de autores que nos han entregado notables y diferentes obras sobre las distintas realidades de los inmigrantes asiáticos en EEUU y sus descendientes: Deb JJ Lee (En el limbo), Gene Luen Yang (Chino americano), George Takei (Éramos el enemigo), Jen Wang (Destellos), Trung Le Nguyen (El pez mágico) o Victoria Ying (El fantasma que alimento), entre otros.

A esta selecta liga se une Tessa Hulls, una autora que, tras varios años de carrera participando como articulista en medios como The Washington Post, Atlas Obscura y The Adventure Journal y como historietista en publicaciones como The Rumpus, CityArts o Spark, se ha estrenado con su primer cómic como autora en solitario: Feeding Ghosts. Publicada en 2024 por MCD, sello propiedad de la poderosa Macmillan, hablamos de una extensa memoria gráfica realizada a lo largo de un buen puñado de años, que en nuestro país aterriza de la mano de Reservoir Books bajo el título de Alimentar a los fantasmas.

Alimentar a los fantasmas - interior

Alimentar a los fantasmas narra la vida de tres mujeres a lo largo de la historia. En primer lugar tenemos a Sun Yi, la abuela de la autora, periodista shanghainesa que se ve obligada a huir de la China Comunista tras el ascenso de Mao Zedong y que a una edad muy temprana cae presa de una enfermedad mental. En segundo lugar tenemos a Rose, la madre de la autora, hija mestiza nacida de un idilio fugaz entre Sun Yi y un diplomático suizo que abandona a ambas, y que tras ser criada en una escuela anglosajona en Hong Kong, a la vez que brega con la enfermedad de su madre, termina migrando a los Estados Unidos. Y en último lugar, la propia Tessa, una joven hija de inmigrantes que ve cómo la manera de entender el cuidado familiar por parte de su madre chocan con lo que ella, como mujer nacida en un país distinto, espera de la vida.

Tal y como nos cuenta la propia autora, el presente cómic nace de los enormes conflictos que vivió durante la convivencia con su madre, en un choque de valores y realidades irreconciliable que la condujo a distanciarse de su familia y vivir una vida nómada trabajando estacionariamente por todo el mundo. Hulls cargaba con la espinita de entender qué había mal en su familia y en ella misma, y decidió investigar exhaustivamente sus raíces para encontrar una respuesta.

Y las respuestas aparecen, vaya si aparecen. A lo largo de 400 páginas y con una prosa densa e inspirada, Hulls nos sumerge en un ambicioso relato de más de 80 años que se puede dividir en dos partes importantes. La primera de ellas, gracias al afán de la autora por ponernos en contexto, se convierte en una valiosa clase de historia sobre China desde las invasiones de final del siglo XIX hasta la terrorífica dictadura de Mao. Con un trabajo de documentación que se intuye exhaustivo, Hulls teje un detallado relato clásico de un ciudadano perseguido en tiempos de alienación ideológica y su desesperada huida. Una narración mitad personal mitad divulgativa que, salvando las distancias, podría recordar a una obra de Joe Sacco.

Sin embargo, una vez la historia de la familia comienza a moverse hacia Estados Unidos, la obra va girando hacia un relato mucho más personal aún, en el que lo que sucede alrededor de sus protagonistas va difuminándose hasta que solo importa lo que sucede entre ellas. Sus conflictos, sus anhelos, sus pesares. La autora desnuda con cruel sinceridad la problemática relación con su madre, la omnipresente sombra de su abuela y su enfermedad mental, los errores de todas ellas y las justificaciones para ellos, en un profundo trabajo de psicoanálisis familiar titánico. Por seguir con las comparaciones, se podría decir que de Joe Sacco pasamos a la Alison Bechdel de Fun Home.

Alimentar a los fantasmas - interior

No es ni mucho menos el primer trabajo de este estilo que podemos leer, pero lo que hace destacar a Alimentar a los fantasmas es la fría objetividad con la que su autora trata de aproximarse a las experiencias y la realidad de su familia. Y no me refiero a frialdad de emociones, sino a una frialdad analítica, a la falta de pudor para reconocer los errores o las incoherencias de las tres. Lejos de simplemente endiosar la figura de su abuela como refugiada, la de su madre como inmigrante o la suya como hija incomprendida, a Hulls no le tiembla el pulso para reconocer las luces y las sombras de sus vidas, sus privilegios y sus desvaríos. No estamos ante una obra homenaje, sino ante una disección descarnada por parte de alguien que no busca compasión, sino que ostenta una necesidad imperativa de comprender por qué la realidad de su familia es la que es.

Artísticamente hablando, Tessa Hulls recurre a una propuesta típica para este tipo de obras, en la que las viñetas sirven mayoritariamente como apoyo visual a la prosa, más que para plasmar escenas. Los extensos cuadros de texto se acompañan de imágenes ilustrativas, representaciones de las vivencias narradas de sus personajes o directamente de ilustraciones alegóricas para dar vida a las emociones descritas. Además (y también siendo algo típico del género), nos encontramos numerosas páginas en las que Hulls se dibuja a sí misma como narradora que rompe la cuarta pared y nos interpela mientras nos cuenta su historia.

Todo ello se asienta sobre un estilo de dibujo en blanco y negro puro, con mucho aroma a underground, como si abriéramos el cuaderno de bocetos de un adolescente con demasiadas cosas en la cabeza. Hulls no posee un trazo demasiado proporcionado, y desde luego no destaca en su calidad a la hora de plasmar anatomías, expresiones o precisión en general en sus viñetas. Sus mejores rasgos residen en sus ilustraciones alegóricas, en las que el imperante negro, que parece brillar de pura rabia, y su absoluta falta de simetrías o linealidades parece buscar un contraste entre la pausada y razonable prosa de la autora con la caótica realidad emocional que plasma.

Alimentar a los fantasmas - interior

Sus juegos narrativos quizás no llegan a ser totalmente rompedores, pero sí que aportan una considerable frescura al ritmo de la lectura. Una lectura que, en cualquier caso, puede resultar algo densa debido tanto a la cantidad de cuadros de texto por página como a la sobrecarga de dibujo. Es un cómic con una presentación visual que abruma un poco de primeras, aunque no se puede negar lo bien que casa esta sobrecarga de dibujo con la enmarañada bola de conflictos que se narra entre sus páginas.

Alimentar los fantasmas es un cómic ambicioso en el que su autora se deja el alma. Si bien su extensión y su densidad lo convierten en un libro de lectura lenta, nos encontramos ante una obra honesta y descarnada, un debut autoral notable con el que Tessa Hulls muestra una voz propia llena de personalidad en una obra que se nota que nace de las entrañas. Un trabajo titánico de exploración personal, con el que su autora desgrana el pasado de su familia con el fin de comprender su presente y quizás, reconducir su futuro.

Alimentar a los fantasmas - interior

Lo mejor

• El titánico y sincero trabajo de psicoanálisis colectivo que realiza Tessa Hulls sobre su familia
• La prosa de Hulls, inspirada y llena de personalidad.

Lo peor

• La densidad de dibujo y texto puede llegar a abrumar en ocasiones