5 poemas de El húsar melancólico, de José Luna Borge
Este poemario ofrece una treintena larga de poemas que hablan del paso del tiempo, de los amores perdidos, del viaje de la vida, de la familia… Son temas que tal vez no parezcan novedosos, pero el punto de vista y el clima que crea este libro sí que lo es. En Zenda ofrecemos cinco poemas... Leer más La entrada 5 poemas de El húsar melancólico, de José Luna Borge aparece primero en Zenda.

Este poemario ofrece una treintena larga de poemas que hablan del paso del tiempo, de los amores perdidos, del viaje de la vida, de la familia… Son temas que tal vez no parezcan novedosos, pero el punto de vista y el clima que crea este libro sí que lo es.
En Zenda ofrecemos cinco poemas de El húsar melancólico (Averso), de José Luna Borge.
***
LAS LÁMPARAS DEL TIEMPO
La vida nos arrastra a la frontera,
al limes de un imperio que es de humo,
ese muelle de brumas tan lejano
que llega y está ahí sin avisarnos.
Ya casi nada queda,
solo tú con la vida y el pasado
que vuelve y se hace grande de repente,
después de la visita a aquella casa
abandonada en la memoria.
Sin embargo, no habías apuntado
nada de aquellos días
en la usada libreta que llevabas
siempre contigo,
de la misma forma
que evitamos trazar las circunstancias,
los elementos íntimos de nuestra
vida por la sospecha de que cuando
están bien recogidos en papel
ya no nos pertenecen.
Hay centinelas apostados
en las encrucijadas del camino
como ciertos testigos que no olvidan,
sombras de la memoria que nos siguen,
recuerdos presos,
nombres
quietos, acechantes
que el tiempo no elimina por completo.
Cuando nos asomamos al ayer
sentimos una rara sensación
si tenemos en cuenta aquellas lámparas
que se nos olvidó apagar en sitios
a los que nunca regresamos.
Es después,
muchos años después,
cuando intentamos descifrar
las señales en morse que nos llegan
desde lo más profundo del pasado
de aquel oscuro informador
que se perdió en la niebla.
No hay que dejar nunca de enviar señales,
es como si los años hubieran consumido
las lámparas aquellas que sirvieron.
Es curiosa la forma
en que algunos detalles de la vida,
que no logramos ver en el momento,
los descubrimos veinte años después
como cuando miramos una imagen
antigua familiar y un rostro
y objetos olvidados hasta entonces
nos saltan a la vista.
A veces escribimos versos
para dar con las líneas de fuga necesarias
y escapar por las cárcavas del tiempo.
***
DESPEDIDA
Adiós amigos todos, van llegando
esas horas violeta de la tarde
en que nos alejamos lentamente
con terca mansedumbre, sin dolor.
Adiós dulces amantes invisibles
en queridas ciudades orvalladas,
el tiempo se dormía en nuestros brazos
y estábamos allí como en un sueño.
Adiós ríos, adiós sendas pequeñas,
trigales y labores congelados
en el tiempo de un pueblo y su memoria
que brota como el agua de una fuente.
Nos vemos, compañeros imposibles,
amigos a quien amo,
adiós a todos
que todo lo demás es triste lloro.
***
MEMORIA DE UN INSTANTE
Aquella carne tersa y escondida
le pareció un milagro al sorprendido
chaval que contemplaba deslumbrado
una mullida mata entre las ingles,
negra y crecida en rizos charolados.
Fueron unos segundos los que estuvo
mirando ese prodigio sin decir
palabra,
mudo,
inmóvil,
fascinado.
La puerta a medio abrir dejaba entrar
una franja de luz sobre los muslos
sorprendidos dejando imaginar
el nacimiento negro de un abismo
que tardaría tiempo en descifrar.
Ciego de luz y sombras, abandonó
raudo el lugar,
entonces no sabía
que aquel instante eterno iba a ser
su inquietante memoria de la carne
***
VIEJOS TIEMPOS
Para A.P.
Durante mucho tiempo
estuve allí esperando
(un poco bobo, ahora lo veo)
Te esperé como nadie
te esperara,
por bares habituales
y cines cómplices,
por los jardines
de un parque que era un campo franciscano
(o eso creo).
Te esperé bajo la lluvia
(danzando sin cesar)
por plazas céntricas y esquinas ávidas,
era una espera solo
(y me moría).
Sin esperanza ni convencimiento
partí muy de mañana
(la del alba sería)
—una manguera terca y sindical
baldeaba la calle—
dejando mis cuidados
—daba igual—
entre las manos frías y durmientes
de una ciudad heroica y displicente.
***
EL HÚSAR MELANCÓLICO
Para Antonio Manilla
Regresaba del campo con la noche
a cuestas
—y la nieve a la espalda—,
parecía una estampa del pasado.
Entraba en la cocina y al amparo del fuego
se iba quitando,
aterido,
el viejo cuero lleno de botones,
las gastadas manoplas, el ceñido
pasamontañas con sus negros huecos
(oscura cota de viejo guerrero)
y el tapabocas trufado de escarcha;
los leguis y las botas con solapas
de badana y hebillas remachadas
-como un húsar recién apeado del caballo-
y aquellos calcetines que le hiciera la abuela
con cuatro agujas y ardua lana virgen.
Se sentaba en silencio y arrimaba las manos
a un fuego fiel que siempre lo esperaba.
Permanecía un buen rato
en el sillón combado, descifrando su sombra.
***
EN SILENCIO
Para Francisco Gómez Domínguez
Suelo ir a verlos antes de marchar,
me gusta acompañarlos un instante,
estar allí con ellos
silencioso,
pensando en todo aquello que les debo,
en lo que pude hacer y nunca se hizo
por esas prisas torpes de los jóvenes.
Limpio sus nombres fríos y compruebo
las fechas de los tres
para que no se mezclen y se pierdan
en la memoria.
Quito las agujas
del ciprés que está al lado,
junto al pozo,
que en pequeños montones festonean
el mármol y me asombra
que un día les metiéramos allí
y que ahora no haya nada,
solo polvo
y el hueco de una ausencia irreparable.
Les cuento que no sé lo que me queda
por andar, que la vida se va rápido
y uno,
ya torpe,
marcha un poco a tientas.
Musito rezos que ella me enseñó
recordando sus caras y sus gestos,
palabras compartidas y sonrisas
cómplices en momentos memorables.
Todo acude en volandas al recuerdo
y estoy solo con ellos
y la sombra
que se alarga en la tarde ya vencida.
La vida es un sueño que no saben:
ya el tiempo se ha dormido en su regazo.
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Autor: José Luna Borge. Título: El húsar melancólico. Editorial: Averso. Venta: Todostuslibros.
BIO
José Luna Borge (Sahagún, León, 1952) es autor de libros de poemas como Las buenas costumbres (1989), Los días inciertos (2003) o Reloj de melancólicos (2017); de los estudios y ensayos La generación poética del 70 (1991), La obra literaria de Víctor Botas (1995) y Alzar el vuelo: Antología de la joven poesía sevillana (2006); de un proyecto diarístico, que bajo el título de Veleta de la curiosidad tiene publicadas siete entregas, entre ellas Pasos en la niebla (2001), Pasos en el agua (2007), Pasos al atardecer (2018), Los hilvanes del tiempo (2018) o La vida y sus desatinos (2024); así como de la novela Y una tarde cualquiera esparces mis cenizas en el mar (2020). Ha dirigido el suplemento de cultura «La Mirada», en El Correo de Andalucía, y la revista El mirador de los vientos. Desde 1980 vive en Sevilla.
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