'Wolfgang' quiere demasiado a sus personajes como para hacer comedia con ellos. El resultado sienta bien, pero es una melodía que ya has escuchado antes
No es fácil hacer una comedia dramática. Y no lo es, porque es muy fácil pasarse de frenada de un lado o de otro, y encontrar el punto justo sin aguar el drama ni hacer que la comedia sea una molestia es complejo, prácticamente imposible. Películas como 'A Real Pain' o 'Juno' han conseguido encontrar ese punto medio tan delicado, pero no suele ser lo normal: los directores quieren tanto a sus propios personajes que no les avergüenza ir dejando sus propias intenciones macarras de lado para abrir su corazón. Y el resultado suele pasarse y ser excesivamente blandito. Hay un niño aferrado a un piano Es lo que ocurre en 'Wolfgang', una película que, ya de entrada, se define como una película "feel-good". Y estando detrás Javier Ruiz Caldera, el responsable de 'Anacleto', 'Malnazidos' o la serie 'Mira lo que has hecho', uno podría esperar una manzana envenenada con más mala leche de lo esperado. Sin embargo, es un caso muy obvio: lo que ves es lo que hay. En este caso, una película sobre un niño con Asperger que es un autoproclamado genio al piano y un padre que tiene que aprender a quererle a la fuerza. No hay sorpresas ni giros inesperados, es muy consciente del público que está buscando y juega continuamente a lo seguro. Esta es una película que no puede molestar, a no ser que vayas buscando el fallo de manera activa. Es tan pretendidamente suave que ni tan siquiera Berto Romero (lo más disruptivo) tiene líneas de diálogo especialmente chisposas. Y ni siquiera importa. Caldera ha ido a contar una historia clásica cayendo en todos los tópicos posibles y en la que prácticamente puedes adivinar cada recoveco por el que te va a llevar el guion, jugando todas sus cartas a la relación entre un niño protagonista tan adorable como crispante y un Miki Esparbé haciendo de él mismo (con un chiste recurrente a costa de Carles Cuevas que es lo más divertido de toda la cinta). ¿Funciona? Sí. ¿Se te olvida tan pronto como la ves? Por supuesto. En Espinof El espantoso multiverso de Torrente y los niños: por qué Santiago Segura se ha hecho con el poder del cine familiar español 'Wolfgang' encuentra sus mayores aciertos en los súbitos momentos de sentimiento real que plagan su metraje. Por ejemplo, cuando el niño recupera los antiguos vídeos de su madre recién fallecida o el momento en el que toca una canción que solo su padre y él son capaces de entender. Pequeños islotes de emoción real en un mar de predecibilidad a la que se le nota mucho su tono prefabricado: como su propia denominación indica, es una película para sentirse bien después de verla, creer un poquito más en las buenas personas y salir sonriendo, quizá con una lagrimilla asomando. Qué queréis que os diga, este tipo de cine también es necesario. Haces que me sienta bien Hay que abrir mucho la mente para poder disfrutar del todo de 'Wolfgang'. Y es que Caldera ha pretendido hacer una comedia dramática familiar, con todo lo que ello conlleva: no hay una palabra más alta que otra, los problemas se solucionan de manera mágica (ese concierto en las calles de París) y tan solo un par de pequeñas sorpresas amargas y un quiebro más adulto hacia el final de su metraje pueden hacer que el público salga de ese letargo, mezcla de infalibilidad y funcionalidad. Obviamente, la película no está dirigida a un crítico que busca ideas innovadoras en lo formal y sorpresas enriquecedoras en lo técnico, sino a una familia que quiera pasar una tarde agradable, o una persona que lo único que le exige al cine es que sea "bonito". Y en este sentido, sí, es bonita. Hay amor, muestra los distintos tipos de familia, educa en valores y en el respeto al diferente y, ya de paso, te ríes cuatro o cinco veces (normalmente cuando Berto te pilla en fuera de juego o con los chistes a costa de Cuevas). Al mal llamado "público general" le valdrá, ¿para qué arriesgarse a ir más allá? Si Caldera hubiera intentado dar un salto de fe y mostrar esta historia desde una perspectiva más macarra, irónica y con una continua sonrisa de medio lado, probablemente se hubiera pasado de frenada. Porque, al final, es muy complicado saber dónde está la línea en la que lo políticamente incorrecto se vuelve, directamente, molesto u ofensivo. En su lugar, 'Wolfgang' es un honesto penalti a puerta vacía, un buceo entre la cotidianeidad, una orgullosa película de seis, un preludio a la cena en el McDonald's del centro comercial de turno, una pequeña obra que satisfará a todos y, al mismo tiempo, a nadie. Ni quiere ni necesita ser más que eso. En Espinof | Los mejores 31 clásicos del cine para ver en familia En Espinof | Las mejores películas para amantes de los gatos - La noticia 'Wolfgang' quiere demasiado a sus personajes como para hacer comedia con ellos. El resultado sienta bien, pero es una melodía que ya has escuchado antes fue publicada orig

No es fácil hacer una comedia dramática. Y no lo es, porque es muy fácil pasarse de frenada de un lado o de otro, y encontrar el punto justo sin aguar el drama ni hacer que la comedia sea una molestia es complejo, prácticamente imposible. Películas como 'A Real Pain' o 'Juno' han conseguido encontrar ese punto medio tan delicado, pero no suele ser lo normal: los directores quieren tanto a sus propios personajes que no les avergüenza ir dejando sus propias intenciones macarras de lado para abrir su corazón. Y el resultado suele pasarse y ser excesivamente blandito.
Hay un niño aferrado a un piano
Es lo que ocurre en 'Wolfgang', una película que, ya de entrada, se define como una película "feel-good". Y estando detrás Javier Ruiz Caldera, el responsable de 'Anacleto', 'Malnazidos' o la serie 'Mira lo que has hecho', uno podría esperar una manzana envenenada con más mala leche de lo esperado. Sin embargo, es un caso muy obvio: lo que ves es lo que hay. En este caso, una película sobre un niño con Asperger que es un autoproclamado genio al piano y un padre que tiene que aprender a quererle a la fuerza. No hay sorpresas ni giros inesperados, es muy consciente del público que está buscando y juega continuamente a lo seguro.
Esta es una película que no puede molestar, a no ser que vayas buscando el fallo de manera activa. Es tan pretendidamente suave que ni tan siquiera Berto Romero (lo más disruptivo) tiene líneas de diálogo especialmente chisposas. Y ni siquiera importa. Caldera ha ido a contar una historia clásica cayendo en todos los tópicos posibles y en la que prácticamente puedes adivinar cada recoveco por el que te va a llevar el guion, jugando todas sus cartas a la relación entre un niño protagonista tan adorable como crispante y un Miki Esparbé haciendo de él mismo (con un chiste recurrente a costa de Carles Cuevas que es lo más divertido de toda la cinta). ¿Funciona? Sí. ¿Se te olvida tan pronto como la ves? Por supuesto.
'Wolfgang' encuentra sus mayores aciertos en los súbitos momentos de sentimiento real que plagan su metraje. Por ejemplo, cuando el niño recupera los antiguos vídeos de su madre recién fallecida o el momento en el que toca una canción que solo su padre y él son capaces de entender. Pequeños islotes de emoción real en un mar de predecibilidad a la que se le nota mucho su tono prefabricado: como su propia denominación indica, es una película para sentirse bien después de verla, creer un poquito más en las buenas personas y salir sonriendo, quizá con una lagrimilla asomando. Qué queréis que os diga, este tipo de cine también es necesario.
Haces que me sienta bien
Hay que abrir mucho la mente para poder disfrutar del todo de 'Wolfgang'. Y es que Caldera ha pretendido hacer una comedia dramática familiar, con todo lo que ello conlleva: no hay una palabra más alta que otra, los problemas se solucionan de manera mágica (ese concierto en las calles de París) y tan solo un par de pequeñas sorpresas amargas y un quiebro más adulto hacia el final de su metraje pueden hacer que el público salga de ese letargo, mezcla de infalibilidad y funcionalidad.

Obviamente, la película no está dirigida a un crítico que busca ideas innovadoras en lo formal y sorpresas enriquecedoras en lo técnico, sino a una familia que quiera pasar una tarde agradable, o una persona que lo único que le exige al cine es que sea "bonito". Y en este sentido, sí, es bonita. Hay amor, muestra los distintos tipos de familia, educa en valores y en el respeto al diferente y, ya de paso, te ríes cuatro o cinco veces (normalmente cuando Berto te pilla en fuera de juego o con los chistes a costa de Cuevas). Al mal llamado "público general" le valdrá, ¿para qué arriesgarse a ir más allá?
Si Caldera hubiera intentado dar un salto de fe y mostrar esta historia desde una perspectiva más macarra, irónica y con una continua sonrisa de medio lado, probablemente se hubiera pasado de frenada. Porque, al final, es muy complicado saber dónde está la línea en la que lo políticamente incorrecto se vuelve, directamente, molesto u ofensivo. En su lugar, 'Wolfgang' es un honesto penalti a puerta vacía, un buceo entre la cotidianeidad, una orgullosa película de seis, un preludio a la cena en el McDonald's del centro comercial de turno, una pequeña obra que satisfará a todos y, al mismo tiempo, a nadie. Ni quiere ni necesita ser más que eso.
En Espinof | Los mejores 31 clásicos del cine para ver en familia
En Espinof | Las mejores películas para amantes de los gatos
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'Wolfgang' quiere demasiado a sus personajes como para hacer comedia con ellos. El resultado sienta bien, pero es una melodía que ya has escuchado antes
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Randy Meeks
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