Íñigo Quintero: bien, pero aún queda

Hace un frío sorprendente y en Las Ventas se echa de menos el cambio climático. Aunque joven, ya he vivido casi 30 inviernos y este me ha parecido especialmente frío; quizá sean las hormonas, quizá el meteorólogo miente. Sea como fuere, hay una carpa con estufas y dentro se está bien. Hoy canta Íñigo Quintero , que se convirtió en fenómeno global hace poco más de un año con el éxito de Tik Tok que fue «Si no estás». , una balada que crece, frena, vuelve crecer y en el camino conecta con el espíritu juvenil. Arranca el concierto con «Desconocido», buena muestra del estilo: una voz relativamente original, buenos músicos y canciones pegadizas de pop ochentero pasadas por el filtro de la electrónica moderna. Son Daft Punk, Mecano, son los Bee Gees… vestidos para entrar a Rubicon. La primera colaboración (Hey Kid) es en «Será por ti», y Quintero demuestra saber dirigir la balada. Su colaborador hace aguas, apenas se le oye y se pasea como perdido, pero nuestro protagonista responde. Justo después, desconcierta y desafina en «Sin tiempo para bailar», que podría ser buena. La banda son dos guitarristas, bajo, teclas y batería. Tocan pop del clásico, como ya hemos dicho, y ninguno tiene que sudar. Es el éxito del conjunto por encima del individuo, eso que llaman una banda. La segunda colaboración es con «Besaya», un dúo que se mueve como adolescentes sobre mesa de DJ. La canción es correcta, continúa calentando al público madrileño y nadie examina demasiado. Hacia la mitad del corto concierto (apenas una hora), suena «El equilibrio», quizá la mejor composición del repertorio. Introspectiva y gutural, muestra el potencial de Quintero como futuro baladero. Aún le falta, pero tiene las bases: sabe transmitir y llena el escenario; suficiente visto el panorama. «Sálvame» y «Sobredosis», buenas también, son más de lo mismo pero bien hecho. El público se desmelena, hay flashes y algún vaso que vuela. Por mucho que insista el poder, el ser humano es sencillo y visceral: amén. Antes de los bises suena «Extranjero», el mejor desamor que canta Quintero. Tiene un toque Sabinero, pero (aún) más pasteloso; golpea duro. De los bises, el primero es a piano. Sólo y en el centro, Quintero canta otra balada de desamor ,«Nada cambia», antes de que vuelva la banda y con ella el gran hit, ese por el que estamos hoy en Ventas. «Si no estás», que anda cerca del billón de reproducciones en el «Spoti», es claramente su mejor canción. Inyectada de Autotune, es tema de productor que manipula la atención del público utilizando sabiamente la percusión; en directo es un gran éxito popular. Quintero se da un baño de masas y durante un instante trasciende, que es más de lo que pueden decir muchos. Cierra «Lo que queda de mí», ya con aclamación y desvarío general. El concierto termina y 3 generaciones de españoles desalojan por la puerta del «Yiyo». «Nunca he ido a los toros», pienso mientras remonto la calle Alcalá en busca de un bar donde terminar esta crónica.

Mar 16, 2025 - 03:30
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Íñigo Quintero: bien, pero aún queda
Hace un frío sorprendente y en Las Ventas se echa de menos el cambio climático. Aunque joven, ya he vivido casi 30 inviernos y este me ha parecido especialmente frío; quizá sean las hormonas, quizá el meteorólogo miente. Sea como fuere, hay una carpa con estufas y dentro se está bien. Hoy canta Íñigo Quintero , que se convirtió en fenómeno global hace poco más de un año con el éxito de Tik Tok que fue «Si no estás». , una balada que crece, frena, vuelve crecer y en el camino conecta con el espíritu juvenil. Arranca el concierto con «Desconocido», buena muestra del estilo: una voz relativamente original, buenos músicos y canciones pegadizas de pop ochentero pasadas por el filtro de la electrónica moderna. Son Daft Punk, Mecano, son los Bee Gees… vestidos para entrar a Rubicon. La primera colaboración (Hey Kid) es en «Será por ti», y Quintero demuestra saber dirigir la balada. Su colaborador hace aguas, apenas se le oye y se pasea como perdido, pero nuestro protagonista responde. Justo después, desconcierta y desafina en «Sin tiempo para bailar», que podría ser buena. La banda son dos guitarristas, bajo, teclas y batería. Tocan pop del clásico, como ya hemos dicho, y ninguno tiene que sudar. Es el éxito del conjunto por encima del individuo, eso que llaman una banda. La segunda colaboración es con «Besaya», un dúo que se mueve como adolescentes sobre mesa de DJ. La canción es correcta, continúa calentando al público madrileño y nadie examina demasiado. Hacia la mitad del corto concierto (apenas una hora), suena «El equilibrio», quizá la mejor composición del repertorio. Introspectiva y gutural, muestra el potencial de Quintero como futuro baladero. Aún le falta, pero tiene las bases: sabe transmitir y llena el escenario; suficiente visto el panorama. «Sálvame» y «Sobredosis», buenas también, son más de lo mismo pero bien hecho. El público se desmelena, hay flashes y algún vaso que vuela. Por mucho que insista el poder, el ser humano es sencillo y visceral: amén. Antes de los bises suena «Extranjero», el mejor desamor que canta Quintero. Tiene un toque Sabinero, pero (aún) más pasteloso; golpea duro. De los bises, el primero es a piano. Sólo y en el centro, Quintero canta otra balada de desamor ,«Nada cambia», antes de que vuelva la banda y con ella el gran hit, ese por el que estamos hoy en Ventas. «Si no estás», que anda cerca del billón de reproducciones en el «Spoti», es claramente su mejor canción. Inyectada de Autotune, es tema de productor que manipula la atención del público utilizando sabiamente la percusión; en directo es un gran éxito popular. Quintero se da un baño de masas y durante un instante trasciende, que es más de lo que pueden decir muchos. Cierra «Lo que queda de mí», ya con aclamación y desvarío general. El concierto termina y 3 generaciones de españoles desalojan por la puerta del «Yiyo». «Nunca he ido a los toros», pienso mientras remonto la calle Alcalá en busca de un bar donde terminar esta crónica.