Velázquez, ilusión y realidad

Las razones de esta popularidad, sin embargo, distan de ser históricas, pocas personas identificarían Breda ni sabrían dar fecha o sentido concreto de su asedio. Y sin embargo Las lanzas ahí están, concentrando las miradas y asentando sus dominios en la imaginación. ¿Qué sucede con este cuadro para haberse distanciado de sus hermanos, los pintados... Leer más La entrada Velázquez, ilusión y realidad aparece primero en Zenda.

Apr 18, 2025 - 00:12
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Velázquez, ilusión y realidad

Son, siempre han sido Las lanzas (nombre popular por el que todo el mundo conoce La rendición de Breda) cuadro muy popular en España, para cualquier español. Hubo un tiempo en que menudeó, completo o por partes, en la decoración de restaurantes y posavasos, y siempre ha figurado en los libros de Historia donde los adolescentes aprendían la lección.

"Y sin embargo Las lanzas ahí están, concentrando las miradas y asentando sus dominios en la imaginación"

Las razones de esta popularidad, sin embargo, distan de ser históricas, pocas personas identificarían Breda ni sabrían dar fecha o sentido concreto de su asedio. Y sin embargo Las lanzas ahí están, concentrando las miradas y asentando sus dominios en la imaginación. ¿Qué sucede con este cuadro para haberse distanciado de sus hermanos, los pintados por Zurbarán, Maíno o Jusepe Leonardo para el Salón del Reino del Palacio del Buen Retiro, retratos emblemáticos, conmemorativos de los grandes episodios militares de la monarquía española?

Suele aducirse una razón ética: la representación, en la escena central del cuadro, de la magnánima recepción de las llaves de la ciudad por parte del general Ambrosio Spínola, a quien Velázquez había conocido en persona en el transcurso de su viaje a Italia. Este gesto de clemencia se corresponde con el propio sentido político del cuadro y tiene antecedentes artísticos (Calderón de la Barca en lo literario, Rubens en lo pictórico, como apuntó Jonathan Brown), lo cual no hace sino demostrar que Velázquez fue un espléndido pintor cortesano, quien mejor manejó los símbolos de representación. Pero no explica la perdurabilidad extraordinaria del cuadro.

"El cuadro se construye con un delante y un detrás (siempre fue un maestro en el manejo de este recurso ilusorio) empastados de forma misteriosa"

Lo que sí lo hace, quizás, es reparar en la capacidad integradora de Velázquez, en su talento para unir planos. El cuadro se construye con un delante y un detrás (siempre fue un maestro en el manejo de este recurso ilusorio) empastados de forma misteriosa. El círculo perfectamente cuidado y perfectamente informal del primer término (sin temor a que la grupa de un caballo ocupe una posición noble en el cuadro, o a que banderas al hombro, botas, perfiles y semiperfiles, blusones y corazas, se entremezclen formando uno de los frisos humanos más vivaces de la historia de la pintura) acerca y vela al mismo tiempo la contemplación de una escena “irreal”, brumosa, azul grisácea: el episodio final de un cerco acontecido diez años antes de que fuera pintado el cuadro.

Lo que está detrás ocurrió antes y lo que ocurre delante está sucediendo ahora mismo, vivo, en el cuadro. Esta mezcla de pasado y de presente, de fantasma y realidad, es continua en Velázquez. Y las lanzas de la derecha, las de los tercios de Flandes, tienen la función de unir ambos mundos, hacen de puerta y celosía, de ahí quizás que hayan prestado acertadamente su nombre al cuadro.

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Nota con motivo del cuarto centenario de la rendición de la ciudad de Breda

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