Mismos derechos, distintas necesidades

Existen numerosas barreras sociales que hace falta remover para que las personas neurodivergentes puedan vivir una vida plena. La entrada Mismos derechos, distintas necesidades se publicó primero en Ethic.

Mar 12, 2025 - 01:22
 0
Mismos derechos, distintas necesidades

En los últimos años ha aflorado el término «neurodiversidad» con el fin de referirse a un conjunto de alteraciones y trastornos que introducen diferencias en el funcionamiento neurológico. El término engloba a personas con condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y los trastornos en la cognición y el lenguaje (TEL), entre otros. En definitiva, se trata de un amplio conjunto de condiciones psicológicas y neuronales, cada una con características únicas.

A día de hoy, las personas neurodivergentes siguen siendo grandes desconocidas y sufren con mucha más frecuencia e intensidad que cualquier otro grupo de población la incomprensión y el estigma social. La aceptación y el apoyo adecuado juegan un papel fundamental en permitir que las personas neurodivergentes desarrollen todo su potencial y participen como miembros de pleno derecho en nuestra sociedad. Pero este apoyo muchas veces parte de una inclusión mal entendida, limitada o superficial. La verdadera inclusión implica tener en cuenta las necesidades específicas de cada persona para dotarle de todos los medios disponibles para que pueda desarrollar al máximo sus capacidades.

Los niños y niñas con neurodivergencias tienen derecho a aprender y a desarrollar sus capacidades y, para ello, necesitan acompañamiento y atención especializada

Y esto, en primer lugar, requiere del apoyo a la investigación en neurociencia. Los últimos avances en este campo nos indican que estamos solo en la antesala de conocimiento del cerebro, pero que los próximos años seremos testigos de logros que hoy nos parecerían ciencia ficción. Hoy es posible desarrollar métodos para registrar la actividad cerebral, descifrarla y cambiarla, incluyendo las funciones cognitivas. Esto permitirá en un futuro no muy lejano curar, modificar o corregir enfermedades y trastornos neurológicos que hasta la fecha nos parecían incurables.

Hay mucho por hacer también en el ámbito educativo. Los niños y niñas con neurodivergencias tienen derecho a aprender y a desarrollar sus capacidades y, para ello, necesitan acompañamiento y atención especializada. No solo en los primeros años, sino en todas las etapas de su vida. Hablamos, en la mayoría de los casos, de apoyos en logopedia, fisioterapia, terapia ocupacional y atención psicológica y neuropsicológica, entre otros. Por supuesto, hace falta destinar muchos recursos económicos, pero los fondos públicos están para garantizar que se cumplan los derechos fundamentales de las personas, y la educación es uno de estos derechos inalienables.

También existen numerosas barreras sociales que hace falta remover para que las personas neurodivergentes puedan vivir una vida feliz y plena. En el ámbito laboral, por ejemplo, es necesario tener en cuenta el enorme potencial de la neurodiversidad. Sin embargo, algo está empezando a cambiar gracias a que estas personas no se resignan a una vida sin futuro, a que tampoco lo hacen muchos padres y madres, y al paciente y denodado esfuerzo de las asociaciones y de numerosos profesionales del campo de la salud y la educación. Este es el camino y, a medida que se avance por esta senda, toda la sociedad se verá beneficiada de la inclusión real y sin limitaciones de estas personas.


Pilar García de la Granja es presidenta de la Fundación Querer.

La entrada Mismos derechos, distintas necesidades se publicó primero en Ethic.