Memoria de Pedro Ruiz

Ahora actúa de nuevo en Madrid, los días 2, 3 y 4 de mayo en los teatros del Canal, en Mi vida es una anécdota, 50 años de espectáculos en libertad. Conocí a Pedro en 2007, si no me equivoco. Yo estaba haciendo una biografía de otro Pedro, al que también admiro, Pedro J. Ramírez,... Leer más La entrada Memoria de Pedro Ruiz aparece primero en Zenda.

Mar 27, 2025 - 00:44
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Memoria de Pedro Ruiz

Pedro Ruiz para mí es un amigo, una persona que admiro, un hombre que considero que tiene un gran talento, una gran inteligencia y una creatividad que él sabe aplicar a los más variados menesteres. Como me dijo una vez él mismo, Pedro “se atreve” a hacer lo más diferente y arriesgado, ya sea cantar, escribir, actuar, presentar programas de televisión, de radio…

Ahora actúa de nuevo en Madrid, los días 2, 3 y 4 de mayo en los teatros del Canal, en Mi vida es una anécdota, 50 años de espectáculos en libertad.

Conocí a Pedro en 2007, si no me equivoco. Yo estaba haciendo una biografía de otro Pedro, al que también admiro, Pedro J. Ramírez, Pedro J.: Tinta en las venas, según título que me regaló Javier Gómez de Liaño. Recuerdo que Pedro J., para documentarme (lo metí en mi libro), me invitó al Premio Valle-Inclán de Teatro. Allí coincidí con Pedro Ruiz. Recuerdo que vestía de traje, si no me falla la memoria, de las pocas veces que le he visto de traje.

Yo lo conocía por la televisión, especialmente por el programa Como Pedro por su casa, que fue un boom de nuestra infancia. También había visto con mucho interés sus entrevistas de La noche abierta, donde se reveló como un estupendo entrevistador. Cualquiera que haya visto ese programa, sin saber nada de él, pensaría que era un excelente periodista, pero Pedro declara que no es periodista, como también dice que no es escritor, aunque escriba todos los días.

Él vive muy cerca de donde vivía yo entonces, con lo que anoté su teléfono y quedamos en que jugaríamos al tenis. Como así lo hicimos.

Desde entonces jugamos muchos días. Pedro es tan sólido haciendo deporte como en la vida, y golpea la bola con fuerza, corre y te hace correr. Sobre todo, que yo recuerde, te hace correr. Yo le decía que su juego era absurdo para un profesor de tenis, porque yo había sido en tiempos profesor de tenis, y Pedro juega de una forma poco ortodoxa, pero efectiva y, ya digo, fuerte y sólido.

Por cierto, que esto me recuerda cómo jugaba Pedro J. Ramírez al pádel, también poco ortodoxo pero con una gran eficacia. Muy luchador, por cierto. Al final uno juega, hace deporte, como vive.

Pedro Ruiz me decía que le gustaba el deporte porque era “una buena válvula de escape”, en lo que tiene mucha razón. Antes y después de los partidos hablábamos bastante, y en una de aquellas quedadas deportivas me trajo el original de una obra de teatro, una comedia, que a mí me encantó, Escándalo en palacio, divertidísima. La estrenó en el Teatro Victoria Eugenia de Madrid. La vi varias veces, e incluso llevé invitados a mis alumnos de IE University, donde yo daba clases.

Luego he seguido a Pedro por todas partes. En shows fundamentalmente, como Uno, pequeño y libre, que me parece que hizo en el teatro Amaya. También lo vi actuar en la Entrevista más larga de la televisión, muchas horas en directo con entrevistas que le hicieron famosos como Raúl del Pozo, Ángel Antonio Herrera o Ernesto Sáenz de Buruaga. Fue un día muy largo de televisión en el Hotel Wellington de Madrid.

Le he hecho bastantes entrevistas, he escrito sobre él algunos artículos, como en El Norte de Castilla o El Digital de Castilla La Mancha. He visto con él bastantes partidos de fútbol. Todo es un placer, por su inteligencia, su bonhomía, su cercanía. Lo he seguido en Twitter, y ahora en Instagram. Se diría que Pedro tiene la necesidad constante de expresar su creatividad. No le queda más remedio. Y de esto nos beneficiamos todos los que disfrutamos de los frutos de esa necesidad. Lo hace sin esfuerzo y disfrutando de ello.

Cuando hablas con él te das cuenta de que tiene un concepto de la vida un punto amargo, y que le gustaría que el mundo fuera mucho mejor, y me parece que de esto, y de otros temas, tratan sus libros, por ejemplo Al hijo que no tengo y Lo que amo de aquí. Pero al mismo tiempo en Pedro hay un espíritu lúdico y feliz que reside en su arte, en su capacidad de crear, de hacer cosas valiosas y espectaculares. Es un espíritu profundamente vital. Considero que esa paradoja de felicidad y amargura que veo en él se da en otros creadores. Tal vez no sea más que una forma de lucidez.

El arte puede constituir un mundo paralelo, un mundo al que se evade el artista para sobrevivir, para desarrollarse, un ámbito en el que él domina las reglas del juego. Quizá no las haya inventado, pero las domina. O puede que no las controle del todo, pero los resultados lo hacen feliz, al menos mientras está realizando ese arte. También en lo que no controla está la clave del arte que produce.

Es posible que la creatividad tenga el poder de hacer obras perdurables, pero el primer servidor de la creatividad, y el primero que la disfruta, es el artista, que se siente realizado al crear algo.

He conocido a algún escritor que se suele sentir satisfecho cuando escribe un libro, y cuando pasa el tiempo ya no le gusta tanto. Pedro habla de que su cabeza necesita “parir” constantemente. Él hace muchas más cosas aparte de escribir: actuar, cantar, hacer reír, comentar la actualidad, o mejor, comentar la realidad… Hace muchas cosas, pero yo sé que le gusta escribir todos los días. A todas partes va con un cuaderno grande y un bolígrafo tipo rotulador, de esos que escriben maravilloso y gastan tinta rápido. Él dice mucho ahora que en el fondo es un poeta, y escribe muchos poemas. Cuando jugaba al tenis con él yo pensaba que era un filósofo y le decía que tenía que interpretar el papel de Cyrano de Bergerac.

—Si me lo pagan bien… —me decía.

Creo que ese papel de Cyrano le iría muy bien, pero también otros.

Como el de Sancho Panza, que me dijo que ya interpretó en alguna ocasión.

Pedro escribe todos los días, pero no se considera “un escritor”. Tampoco “un actor”, “un periodista”… nada de nada. Lo que más admite es que es “un artista”. En el fondo no le gustan nada las etiquetas. Dice que aparte de una actividad él hace muchas otras cosas a lo largo del día. Es decir, que no sólo escribe, o no sólo canta.

Algo que hace es tirarse a la piscina desde un trampolín que tiene en su casa, todos los días, aunque nieve, para no perder la forma. También le da alguna patada a un balón en su jardín, porque se puede decir que cuando era niño él iba, o pudo haber ido, para futbolista. Y para gimnasta.

De hecho yo sé que escribe todos los días porque le gusta (le “despesa”, como dice), pero también para mantenerse en forma. Sus libros son muy sencillos formalmente, pero también muy profundos: “Si no presumes, resumes”, me ha dicho hace poco. En ellos yo creo que se manifiesta un hombre sabio, con ideas muy claras que le gusta transmitir. Ahora estoy leyendo un libro suyo bastante antiguo, de 1991, que me está gustando mucho, Detrás del monigote, una especie de libro de memorias, “auto-radiografía”, que publicó en Plaza & Janés.

Pedro es muy rápido de pensamiento. Tiene un gran ingenio. “El ingenio es la bisutería del talento”, acostumbra a decir, y lo dice ingeniosamente. Pienso que él es consciente de que aquello vale más que la bisutería. De hecho, estoy seguro de que muchos se lo envidian o admiran.

Aparte de ser ingenioso, Pedro tiene la capacidad de ver con un flash situaciones muy complejas, y de ofrecer rápidos, profundos y sugestivos análisis con su inteligencia. Por ahí me parece que van sus comentarios de Twitter (tiene más de 58.000 seguidores) o sus comentarios en Instagram, con pequeños vídeos (también tiene muchos seguidores). He podido comprobar que todas estas apariciones fugaces, o no tan fugaces, en los medios le han granjeado una buena fama entre los españoles. A muchos no les gustará, por supuesto, porque a menudo dice cosas incómodas, pero las suele decir con tanta gracia y profundidad que es difícil no dejarse seducir por ese talento repentizador, digamos, que tiene Pedro Ruiz.

Siempre se atreve. Pedro se ha atrevido siempre a ser él mismo, a no traicionarse, por eso ha llegado a los 77, si no me equivoco en la cifra, tan joven.

Hasta hace poco hacía el pino al final de sus espectáculos. No sé si lo seguirá haciendo. Él es capaz. Pedro es capaz de todo.

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