G20 (Prime Video) no es precisamente la cumbre del cine de acción
G20 puede funcionar como película mamarracha en el mejor de los términos, el más cariñoso de ellos. El toque ario de los villanos (recuerden: estamos en Sudafrica y los protagonistas son de color), la inevitable presencia de una hija rebelde a merced de los terroristas, el supuesto giro —heredado de la citada Jungla— que desvela... Leer más La entrada G20 (Prime Video) no es precisamente la cumbre del cine de acción aparece primero en Zenda.

Si Jungla de cristal moldeó definitivamente el género de acción mezclando secuestros y atracos, y Air Force One elevó las apuestas convirtiendo al héroe, en ese caso Harrison Ford, en el presidente de los Estados Unidos, resulta lógico pensar que en 2025, con todo lo que ha llovido desde entonces, una actriz negra pueda llevarse a su terreno un material de origen tan manoseado. Sin embargo, con G20, en la que Viola Davis interpreta a la presidenta electa de EEUU, que debe salvar a su familia en una malograda cumbre en Ciudad del Cabo, la Metro Goldwyn Mayer, bajo la tutela de la factoría Amazon, parece haber errado un tanto el tiro: ni Kamala Harris ha sido presidenta, convirtiendo la obra en un juguete obsoleto, ni la propia dirección de la mexicana Patricia Riggen toca especialmente bien las teclas del género.
G20 puede funcionar como película mamarracha en el mejor de los términos, el más cariñoso de ellos. El toque ario de los villanos (recuerden: estamos en Sudafrica y los protagonistas son de color), la inevitable presencia de una hija rebelde a merced de los terroristas, el supuesto giro —heredado de la citada Jungla— que desvela la verdadera intención de los mismos, el guardaespaldas que salta ante la presidenta en el último momento… Ridden, en vista de que los diálogos de hasta cuatro guionistas acreditados no alcanzan gran altura, parece entender que el film necesita un tratamiento ligero, pero ella misma desaprovecha bastantes oportunidades para 1) practicar con sabrosura el blaxploitation y elevarlo a categoría presidencial, y 2) elaborar simplemente un film rodado con un estilo, que trascienda el tradicional oficio del producto actual de streaming.
En G20 no hay ni lo uno ni lo otro, y el único que se lo pasa verdaderamente bien aquí es Antony Starr repitiendo sus gestos de El Patriota de The Boys como el villano de la función (y cuyo personaje guarda un paralelismo con el de Davis, el de ser veteranos de guerra, que el guion desperdicia miserablemente). El espejo de la puesta en escena de Ridden, en definitiva, parece ser más las series de la productora Shondaland (alguna de ellas protagonizada por la propia Davis, como es el caso de Cómo defender a un asesino) que realizadores cinematográficos como Kathryn Bigelow, Michael Bay, John McTiernan o Antoine Fuqua, por citar solo un puñado de nombres casi al azar que han practicado el oficio. Pero nadie a estas alturas va a valorar G20 por ello.
El legado del cine de acción, concluyamos, no está precisamente en buenas manos en esta etapa de superproducciones televisivas como G20. Película que —eso sí— sirve para refrendar que Viola Davis se merece hacer literalmente lo que le dé la gana, lo efectivo e inesperado héroe ejercido por el latino Ramón Rodríguez, y que seguimos necesitando películas dignas de cómic y sin sentido del ridículo, pero no siempre protagonizadas por héroes con capa.
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