Esta vez sí, Thunderbolts* es el mejor Marvel visto en años
Si Thunderbolts triunfa en ello, a pesar de los pesares, y desde luego a no ofrecer en absoluto un estilo visual o narrativo distintivo, propio, es debido al buen hacer de su reparto y la clara apuesta de sus responsables de proponer un par de reflexiones quizá ligeras, quizá tópicas dentro del cine para la... Leer más La entrada Esta vez sí, Thunderbolts* es el mejor Marvel visto en años aparece primero en Zenda.

Lo de “la mejor película Marvel de la historia” es ya un recurso típico en redes sociales y titulares sensacionalistas. Pero aquí va: Thunderbolts* (con el asterisco, por razones que descubrirán los audaces que se queden después de los títulos de crédito) es la mejor película Marvel en un puñado de años. Si la finalización de las primeras etapas con la dupla Infinity War y Endgame dejó a la factoría en tierra de nadie, facturando películas y series que carecían de objetivo concreto, aquello que precisamente vertebró inicialmente el proyecto del productor Kevin Feige, lo cierto es que la respuesta marvelita al Escuadrón Suicida de DC es, probablemente, el trabajo que mejor entiende las necesidades de una película autónoma, completa: esto es, no necesariamente huir de llamadas o referencias a otros proyectos, sino al menos ofrecer una mínima protección dramática a los personajes que ocupan su tiempo.
Si Thunderbolts triunfa en ello, a pesar de los pesares, y desde luego a no ofrecer en absoluto un estilo visual o narrativo distintivo, propio, es debido al buen hacer de su reparto y la clara apuesta de sus responsables de proponer un par de reflexiones quizá ligeras, quizá tópicas dentro del cine para la generación de cristal, pero sí desde luego pertinentes. Bien centrada en la situación anímica de Yelena Belova, la hermana de la fallecida Viuda Negra (interpretada por una, de nuevo, increíblemente fotogénica y emocional Florence Pugh) y en el reflejo que ésta encuentra en la inesperada figura de Bob (interpretado por Lewis Pullman, hijo de Bill, y cuya verdadera identidad nos reservaremos), la película narra la huida de estos tipos marginales que acaban conformando el inesperado equipo frente a su común empleador, erigido ahora en enemigo.
Marginales es la palabra: la película de Jake Schreier entiende muy bien que sus protagonistas son una suerte de adaptación de los tipos solitarios y fracasados que pueblan el cine indie USA a la mitología Marvel. Y el estudio, fiel a su política de fagocitación de estilos y géneros para sus productos de superhéroes, se apropia de dilemas propios de otro tipo de dramas intimistas y psicológicos: Yelena atraviesa un momento conflictivo por la falta de objetivos en su vida y la pérdida de su hermana, mientras Bob sufre oscilaciones de carácter por una evidente depresión, enfermedad que el film traduce adecuadamente a imágenes a través de esa zona oscura que invade Nueva York al final del film (en un clímax urbano que, por cierto, recuerda al inolvidable enfrentamiento en Metropolis de Superman II) y que sume el relato en una suerte de variación en clave superheroica de La celda u Olvídate de mí.
Es una pena que Schreier, pese a su origen como director publicitario y de videoclips, no plasme con especial estilo o imaginación todo lo expuesto arriba. Thunderbolts sufre de la misma falta de personalidad visual, o más bien personalidad uniforme, que el resto de productos de la factoría, lo que no es bueno ni malo pero sí perjudicial para su enjundia cinematografica. Pero dejando de lado ese aspecto, sí que se erige como la primera película Marvel con ganas de contar algo, o que al menos se guarda un par de cosas en el bolsillo, en un puñado de años. Si la acción es escasa, o no especialmente espectacular, lo cierto es que funciona el doble de bien por precisamente percibirse como adecuada dentro de la narración, y la banda sonora (muy indie, de Son Lux, funciona a las mil maravillas.
Thunderbolts habla sobre el vacío vital y emocional de sus personajes, absorbidos en una realidad paralela creada por una fenomenal Julia Louis-Dreyfus, que anula totalmente sus personalidades pero a la vez no opaca el tratamiento fundamentalmente cómico del film. Se trata de una comedia de acción sobre la depresión que, sin quererlo (y eso juega a su favor), es a la vez la película Marvel más metaficcional de todas las habidas, porque además lo hace sin jugar a las referencias para el fan, ciñéndose únicamente al retrato psicológico de sus personajes. Rápida, con cierto sentido del misterio (la identidad de Bob) y emocional en un par de pasajes trascendentales, Thunderbolts es una propuesta irreverente, irresistible y capaz de hacernos recordar por qué en algún momento nos enamoramos de esta enorme franquicia.
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