El esfuerzo de escribir: última estación
Lo estuve pensando. O sea, ahora los estudiantes, universitarios entiendo, y muchos, a la hora de redactar diez folios sobre un asunto (si es que ese tipo de “trabajo” existe en la universidad; yo no lo recuerdo; me estoy liando) se limitan simplemente a ordenar a ChatGPT (también puede ser Grok 3, esto lo digo... Leer más La entrada El esfuerzo de escribir: última estación aparece primero en Zenda.

Para escribir este texto tengo en mente algo que escuché en la terraza de un bar. Esta primera frase me ha salido del tirón. Lo que escuché fue (aquí dudo) a una chica hablando con su madre, en la mesa de al lado (¿dónde va a ser, Alberto?, quizá borremos luego “en la mesa de al lado”). Decía (pienso en utilizar estilo directo; sí, voy): “Todo el mundo utiliza ChatGPT para los trabajos, eso es así. Yo luego le paso una herramienta que humaniza el texto. Los profesores analizan si está escrito con IA, con un programa que tienen”. Algo parecido escuché.
Entonces el estudiante toma esos diez folios y se molesta gloriosamente en leerlos (es, al cabo, “su trabajo”), y lo entrega en tiempo y forma, y recibe una calificación. Toda su preocupación es que no se note que el trabajo no lo ha hecho él.
Como me paso el puto día escribiendo (el taco es excesivo, luego lo quitamos), me impresiona mucho que cualquiera pueda hoy ya escribir, darse por escrito, poner en circulación algo que dice que ha escrito. Dos segundos le llevó (a la máquina) escribirlo. Por un lado, puede uno maravillarse con la facilidad y precisión y corrección con que la IA escribe textos. Es una locura. Hace poco, en dos segundos, Grok 3 me hizo una crónica bastante larga de la noche electoral alemana, y esa crónica, no siendo brillante o única, era, sin duda, publicable en cualquier medio. Sobre todo si ese medio quería publicar una crónica instantánea antes que sus competidores. Grok 3 no falla una coma, no falla un punto, no falla un nombre propio; está todo ordenadito siguiendo lógicas usuales. La relación esfuerzo/resultado puede calificarse de insuperable. El resultado lo disfruta (lo rentabiliza) alguien (el periódico) que no se ha esforzado en lo más mínimo.
Hasta para escribir el texto más ramplón y desalado hay que estrujarse la cabeza. Esto quiere decir que la IA viene ya a jubilar a todos aquellos que, aun estrujándose la cabeza, sólo facturan textos anodinos. Contar que viene tal película, tal estreno, y que dirige Fulanito, actúa Menganito, y que va de esto o de lo otro, por ejemplo. Esa labor de relleno de periódicos no tiene futuro, la puede hacer una sola persona para todas las secciones con notas superfluas o relatos formularios. Explicar otra vez la ley d’Hondt; contar otra vez la historia del conflicto Israel-Palestina; y otra vez la historia de la fundación de la ONU; o cómo fue la invención del fuera de juego… Grok, escríbeme mil palabras sobre la invención del fuera de juego. 3 segundos tarda (miren qué frase: “Su invención no fue un capricho ni una ocurrencia repentina, sino el resultado de un proceso evolutivo que buscaba equilibrar ataque y defensa, haciendo del juego algo más dinámico y estratégico”).
Un redactor puede estar una, dos horas recopilando información, ordenándola, tecleando, corrigiendo, revisando, y hacerlo al cabo mucho peor que Grok 3 o ChatGPT. Y además también copia; todo lo copiamos.
Así, diríamos que el futuro de la escritura remunerada (prensa, dossieres, paraliteratura en general) podría estar asegurado únicamente para los que escriben extraordinariamente bien, que es lo mismo que decir para los que escriben con estilo propio. “Una herramienta me humaniza el texto”, dijo la joven. Sólo el humano falible hace textos que no hace la IA. Manías, prejuicios, alborotos; transgresiones, caprichos, músicas. El texto de la IA es perfecto, y por eso te han despedido. Tu texto es imperfecto, tiene gracia o ángel, y por eso no te van a despedir. Teorizo.
Finalmente (puse ahí arriba “por un lado” y luego no he puesto “por otro lado”; ¡qué infierno es escribir!), debemos pensar lo que no-escribir supondrá para los jóvenes. Un estudio alertó sobre la incapacidad de los estudiantes de hoy para leerse un libro entero, y se han señalado varias veces las virtudes cardinales de la lectura: concentración, soledad, calistenia (mental). Sin embargo, ahora toca pensar qué pasa con esas generaciones que verán absurdo romperse la cabeza para escribir una “redacción sobre la primavera”, con 9 años. ¿Para qué, papá? ¿Para qué, si puedo ordenar a Grok 3 “escribe redacción sobre la primavera, 500 palabras, como si fueras un niño de 9 años”, y ya está?
¿Qué le vas a decir al niño, que persevere en aprender a hacer algo ya inútil? Yo mismo llevo años pensando que saber multiplicar o dividir da lo mismo, habiendo calculadoras. No creo que nadie de mi edad sepa multiplicar 345 por 784 con papel y bolígrafo, en menos de media hora (tampoco saben escribir, eso es verdad). Pues ahora lo que ha llegado es la calculadora de escribir.
Qué pena (vamos cerrando) pensar en esos profesores detectivescos que tienen que averiguar si el alumno sabe escribir o tiene un usuario en ChatGPT. Toda la vida enseñando, para acabar de fiscal de ordenadores, de sabueso de la gramática inmaculada. ¡Esto es demasiado inmaculado, has copiado, como decíamos antes!
Y, en efecto, han copiado. ¿Cómo no hacerlo? ¿Saben del absoluto desgaste mental/mortal que supone para mí ya sólo escribir estas 937 palabras que llevo escritas? Para acabar el artículo, tecleo en Grok 3: escríbeme un párrafo para cerrar un artículo donde digo que escribir no tiene ya sentido, pues lo puede hacer una IA; que sea como una despedida del acto de escribir.
Me da esto en 1 segundo:
“Y así, la pluma se rinde ante la máquina. Escribir, ese oficio humano de tejer almas con palabras, pierde sentido cuando una IA lo imita sin esfuerzo. Me despido de las letras, dejando que el silicio narre lo que mi corazón ya no puede”.
La entrada El esfuerzo de escribir: última estación aparece primero en Zenda.