ZN25 – 20 años sin el Chico que coleccionaba Spiderman

Toni Boix nos regala un momento tan íntimo como bonito a modo de recuerdo de su amigo Aleix Boada quien nos dejó tal día hoy como hay 20 años.

Feb 19, 2025 - 18:58
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ZN25 – 20 años sin el Chico que coleccionaba Spiderman

Introducción

Cuando Raúl López, alma mater de Zona Negativa, me advirtió sobre el 25 aniversario de la web; Eulalia, mi cónyuge y compañera de vida, ya hacía varios meses que me había recordado que hoy, 19 de febrero de 2025, se iban a cumplir 20 años de la muerte de Aleix Boada, el chico que coleccionaba Spider-Man. Para Aleix fue el primer post que colgué yo mismo en el blog de ZN, el 18 de febrero de 2005. Y Aleix ha estado presente, de una forma u otra, en cada ocasión en que Raúl me ha invitado a participar de alguna de las efemérides de Zona, empezando por el primer millón de visitas y continuando con el premio a la mejor web del Expocomic, unas novedades destacadas de septiembre de 2011 y la celebración del 20 aniversario.

¿Quién es ese chico que coleccionaba Spider-Man?

Conocí a Aleix Boada el verano de 1997, en un intensivo de verano sobre dibujo de cómic que impartía Josep Alcaráz en la Escuela JOSO de Sabadell. Era nueve años más joven que yo -supongo que apenas salido de la Secundaria por aquel entonces, mientras que yo estaba empezándome a plantear el ser padre-, pero algo hizo que conectáramos. ¿La casualidad de que se sentara en la fila que quedaba justo a mi espalda? ¿Que ambos tuviésemos un aceptable nivel de dibujo previo que Josep Alcaráz destacaba lo bastante públicamente como para que cada uno de nosotros nos fijáramos en los dibujos del otro? ¿Que compartiésemos la afición por el cómic de superhéroes, aunque él Marvel Zombi y yo DC-Adicto? Creo que, más importante que todo eso, fue el hecho de que Aleix sabía cómo buscar proactivamente conectar con los demás, de una manera suave pero constante, hasta lograr hacerse lugar en el corazón de cualquiera que le resultara interesante. Poco a poco, fueron tejiéndose espacios compartidos que nos reunían a pesar de que no viviésemos cerca: Antifaz Cómic, su librería, se convirtió también en mi librería; Josep Alcaráz siguió dándonos clases y quedando con los dos, tanto juntos como por separado; y Abel Carrasco, otro de los profesores de la JOSO, pronto pasó a formar parte también de esa red de afectos, aprendizaje y amistad. Nuestras vidas se fueron ensanchando, la distancia entre los nexos de la red se amplió, pero seguíamos fuertemente conectados. Y, entonces, su enfermedad, la fibrosis quística, le atropelló a traición.

Aquellas semanas

Apenas recuerdo aquellos días de hospitalización y no sé decir si las semanas que pasaron fueron muchas o pocas. Se presentan a mi memoria enmarañadas, teñidas de preocupación, incertidumbre, agobio y afecto. Solo tres momentos permanecen, intensos, sentidos, reveladores y ciertos.

El primero, estando Aleix todavía en planta, conectado a un pleurevac por causa de un pneumotórax que ponía en entredicho sus posibilidades de acceder a un trasplante de pulmón. Habiéndome despedido de él, su madre, Montse, salió conmigo para acompañarme hasta las escaleras. Montse es una mujer pequeña y fuerte. Pediatra de profesión, acostumbrada a lidiar con templanza con el sufrimiento de los más niños. Siempre segura de sí misma; más que asertiva, en ocasiones, tajante. Algunos la considerarán una persona, de tan curtida, hasta dura. Y, en ese momento, ante mí, se desmontó. Llorando sincopadamente en mis brazos. Repitiendo que no sabía qué esperar, que no sabía qué decidir acerca del futuro de Aleix.

El segundo, con Aleix ya en la UCI, el cráneo afeitado, monitores y cables por todos lados, vestido tan solo con la “bata” de hospital. Yo, con él. Y, al despedirme, de manera incontenible, un “t’estimo” tuvo que ser pronunciado, con lágrimas en los ojos, mientras le daba un beso en lo alto de su cabeza. Ahí, en ese momento, resultaba tan diáfana la experiencia de ese amor por Aleix. Aleix, jovenzuelo casi imberbe de tan solo 25 años, de manera suave pero constante, se había convertido en un amigo amado.

El tercero, cuando empeoró de gravedad, más todavía, unas horas antes de que yo escribiese ese mi primer post para ZN, en una sala para visitantes del hospital, con Josep y Abel, sin que ninguno pudiésemos hacer nada pero todos queriendo poderlo todo. Si los dos episodios anteriores los recuerdo con luz de día, en éste atardece, la luz es tenue, como si se agotase. Horas después sabríamos que Aleix había muerto. Josep, Abel y yo nunca más hemos vuelto a reunirnos, juntos los tres. Supongo que porque nunca fuimos solo tres. Supongo que porque siempre fuimos cuatro, hasta que dejamos de serlo. “Aleix, quanta falta que ens fas!”

Testimonio

Cuando pensé en este tributo a la memoria de Aleix, siempre quise que, de alguna manera, pudiese reunirnos de nuevo. Estas son las palabras de Abel Carrasco para el que fuera su alumno:

“Preparo la mesa de las ausencias con un mimo especial.
Una mesa a la que, con el tiempo, se han ido sumando más miembros.

La preparo con todo el cariño que dejaron sus comensales a lo largo del camino que compartimos.

Y entre todos ellos se erige la figura, demasiado joven para pertenecer a ella, de Aleix.

Una figura que, una vez, lucía desgarbada y talentosa silueta.

Lápices y sonrisa en mano, recuerdo como encajaba cada consejo, cada adoctrinamiento técnico sin perderla.

Por muy dura que fuera la materia, por difícil que se planteara el reto, su voluntad de trazo era indestructible.

Recuerdo que, de entre mis alumnos fue el único que entendió mi explicación de que al dibujar un árbol, en cada trazo de su corteza o de su follaje, habías de ser un árbol.

No te he olvidado jamás, amigo, sigues conmigo al igual que tu sonrisa.

Preparo tu espacio en esta mesa de comensales ausentes, con el mismo cariño que hace veinte años.

Allá donde estés, sigue sonriendo”.

Pie de foto: De izq. a dcha: Josep Alcaraz, Aleix Boada, Eulàlia, Abel Carrasco
Pie de foto: De izq. a dcha: Josep Alcaraz, Aleix Boada, Eulàlia, Abel Carrasco

Flash Facts – Aleix Facts

Si Peter Parker era el personaje preferido de Aleix de todos los tiempos, en DC su predilección se dirigía hacia Wally West, tal vez porque los tres -Peter, Wally y Aleix- eran jóvenes a los que los caprichos del destino y la pérdida de la figura paterna les habían forzado a madurar prematuramente. Y, aunque prematura, esa madurez resultaba plenamente madura y pude disfrutar de ella en infinidad de conversaciones, de las que guardo pequeñas perlas acerca de cómo Aleix convivía con su enfermedad. Perlas que, en mi trabajo como Acompañante Espiritual Sanitario, de vez en cuando comparto con personas que pueden beneficiarse de ellas. Tal vez, aquella que más veces he rememorado sea la siguiente:

“De niños, mi primo y yo solíamos competir a menudo. Él me retaba y yo asumía sus retos, aunque fuese a perder. Le gustaba desafiarme a carreras de bici y yo, que competía a la vez contra su vigor y mi fibrosis, siempre tenía las de perder. Hasta que se me ocurrió cómo igualar un poco las tornas. Aceptaba el desafío, pero no íbamos a correr en pista, sino por dentro del bosque, inventándonos el camino a medida que avanzábamos. En esas condiciones, mi ingenio compensaba mi menor capacidad física, y mi primo nunca conseguía resistirse a ese reto mucho más atractivo que una ‘simple’ carrera”

Hall of Fame

Aleix era un buen dibujante, cada día mejor, hasta que su carrera se truncó a los 25 años. Pensar en su muerte desde esa perspectiva me lleva a recordar a otros dibujantes a los que Aleix y yo admirábamos y que se fueron prematuramente. Dibujantes como Mike Wieringo o Mike Parobeck. Y, al sentir que tal vez Aleix esté con ellos en una suerte de cielo para dibujantes, me doy cuenta de que con quién seguro que está, aparte de con George Perez, es con Carlos Pacheco. Biólogo de formación como Aleix, Pacheco fue su modelo desde que irrumpió en el mercado estadounidense. Aleix guardaba como oro en paño sus ejemplares americanos de Avengers Forever y Fantastic Four. Y, conociéndole, sabiendo de esa manera suave pero constante que tenía Aleix de meterse a la gente en el bolsillo, estoy seguro de que ahí estará, junto a Pacheco, Pérez, Parobeck y Wieringo, dibujando con ellos, asombrándolos con su progreso, robándoles el corazón, regalándoles su amistad… como hizo aquí, con nosotros, conmigo.

Gràcies, Aleix. Seguim estimant-te.