Volver a confiar en el futuro
La confianza es un sentimiento esencial para el funcionamiento de la sociedad, pero hoy parece estar en crisis. Las crisis económicas, los cambios acelerados en la tecnología y el desgaste de las instituciones han generado un clima de escepticismo que afecta de forma diferente a cada generación. Espacio Futuro, el think tank de Santalucía, analiza cómo podemos recuperar la confianza en medio de la incertidumbre La entrada Volver a confiar en el futuro se publicó primero en Ethic.

La confianza es un concepto complejo, amplio y difícil de definir con precisión. Podemos ligarlo a la esperanza, la seguridad, el ánimo o la familiaridad. Desde algunas disciplinas como la filosofía, la confianza se ha considerado un pilar fundamental para la convivencia. Sin ella, tampoco somos capaces de construir relaciones personales sólidas. En los últimos años, además de las crisis económicas y sociales, hemos empezado a escuchar hablar de una crisis de confianza. El cambio climático, la saturación de información o la velocidad con la que cambia nuestra realidad han generado un estado de incertidumbre que parece mantenernos en un estado permanente de alerta. ¿Cómo podemos recuperar la confianza perdida para avanzar hacia el futuro con mayor seguridad?
Santalucía ha tratado de dar respuesta a esta pregunta a través del primer año de investigación de Espacio Futuro, un think tank que tiene como objetivo identificar y entender los desafíos presentes y futuros de la sociedad y buscar soluciones que mejoren la calidad de vida de las personas en todas sus etapas. Derivado de este propósito, la compañía acaba de presentar el informe, Lazos de confianza para futuros resilientes, en el que aborda el concepto de confianza desde distintas perspectivas y analiza cómo esta nos afecta en todas las etapas vitales. El informe, además, identifica diferentes tendencias sociales y señala algunos de los desafíos clave que podrían definir el futuro de la sociedad en los próximos años, como el papel de la crianza infantil como medicina preventiva, el valor de fomentar un bienestar integral, la urgencia de combatir el edadismo y la importancia de construir espacios de liderazgo.
Infancia: hacia los derechos más básicos
Hoy somos más conscientes de que la infancia es una etapa determinante en la que se moldean hábitos y valores que influirán en el futuro. Por eso, la crianza se ha convertido en un proceso cada vez más reflexionado y respaldado por el conocimiento científico que no se limita al presente, sino que también se enfoca en el bienestar a largo plazo. Sin embargo, la saturación de información también puede abrumarnos. Por ello, entre las conclusiones del informe Lazos de confianza para futuros resilientes, se señala la necesidad de contar con guías que ayuden a aplicar todo este conocimiento de forma realista a la vida cotidiana, con sus imprevistos y dificultades.
Hoy somos más conscientes de que la infancia es una etapa determinante en la que se moldean hábitos y valores que influirán en el futuro. Sin embargo, la saturación de información también puede abrumarnos
La decisión de ser o no padres y madres también parece más reflexionada. La primera encuesta sobre fecundidad, familia e infancia elaborada por el CIS revela que al 58,9% de las personas que no tienen hijos o hijas les hubiera gustado tenerlos, pero el 77,3% señala motivos económicos como la principal barrera, seguidos por la falta de conciliación (44,1%) y la carrera profesional (26,4%). Además de la conciliación, la corresponsabilidad sigue siendo insuficiente. Mientras el 23,5% de las mujeres dedica entre 21 y 40 horas semanales al trabajo doméstico, solo el 12,6% de los hombres dedica este mismo tiempo. En el caso del cuidado de familiares, el 14,5% de las mujeres invierte más de 41 horas semanales, frente al 7,3% de los hombres.
Por otro lado, garantizar derechos básicos como la salud, la educación y la vivienda es esencial para la estabilidad infantil y familiar. Según el CIS, los principales problemas percibidos en la crianza son el sistema educativo (30,2%), la falta de valores como el respeto y la responsabilidad (30,1%) y las dificultades económicas (20,3%).
En este contexto, promover la corresponsabilidad resulta esencial para garantizar el derecho al cuidado durante la infancia y, al mismo tiempo, fomentar el desarrollo personal y profesional de las personas adultas.
Adolescencia y juventud: no hay soluciones fáciles
Existe un gran desfase entre las vidas que adolescentes y jóvenes ven en redes sociales y la realidad que experimentan. Sus expectativas son altas y, a menudo, inalcanzables, por lo que pueden caer en la desconfianza. Por otro lado, factores como el cambio climático, la inestabilidad política o la digitalización del mundo laboral también están aumentando su incertidumbre, generando lo que el informe denomina apatía inducida: una sensación de desmotivación ante la dificultad de alcanzar objetivos vitales que antes parecían garantizados.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud una de cada siete personas entre 10 y 19 años padece algún trastorno mental, lo que supone el 15% de la carga mundial de morbimortalidad entre adolescentes. Algunas investigaciones recogidas por el informe de Espacio Futuro también apuntan a que la desconfianza en las instituciones y en la promesa de progreso económico ha llevado a esta generación a refugiarse en soluciones aparentemente sencillas en forma de reels, cursos exprés y estrategias de marketing que explotan su vulnerabilidad con promesas de éxito instantáneo. Por ello, se insiste en la necesidad de crear espacios de liderazgo para contribuir a la proyección de jóvenes y, al mismo tiempo, proporcionarles los apoyos necesarios para que puedan avanzar con confianza.
Generación adulta: la confianza en redes sociales y comunidades
Las generaciones millennial y Z se prepararon para una vida adulta muy diferente a la que se han encontrado. Según un informe de Deloitte Global 2024 Gen Z & Millennial Survey, el 30% de la generación Z y el 32% de la millennial se siente financieramente insegura y más de la mitad de ambos grupos vive al día. Esta sensación de incertidumbre se extiende a la situación política y social en los países con elecciones cruciales.
Además, según el primer informe de Espacio Futuro, la confianza de estas generaciones en la educación se encuentra en el punto más bajo debido a que los modelos educativos avanzan más despacio que el mundo laboral. ¿Qué han echado en falta en su educación? Especialmente, aspectos relacionados con la educación financiera y práctica para la vida: saber cómo funciona el mercado de valores, hablar en público o solicitar financiación para un proyecto.
En un mundo donde la longevidad es cada vez mayor, la prioridad no es solo vivir más, sino vivir mejor. Reducir la incertidumbre y fortalecer la autonomía son clave para envejecer con dignidad y bienestar.
Entre las tendencias identificadas en Espacio Futuro en quienes hoy tienen entre de 24 a 55 años, destaca la nueva búsqueda de pertenencia y de propósito vital, así como la realización personal al margen de su trabajo. Así, cada vez es más frecuente que estas generaciones realicen proyectos de carácter profesional, cultural o social al margen de su puesto de trabajo y busquen seguridad y sentido de pertenencia en asociaciones y espacios colaborativos donde pueden tejer relaciones horizontales. Por ello, el informe señala también la necesidad de generar narrativas globales que favorezcan el sentido de sociedad y propósitos comunes que den respuestas esperanzadoras ante las crisis globales.
Etapa sénior: la reinvención de la confianza en la vejez
A partir de los 55 años, la diversidad de experiencias y trayectorias vitales es más amplia que nunca. Frente a los antiguos estereotipos que vinculaban el envejecimiento con la pasividad o la pérdida de relevancia social, hoy emergen nuevas formas de entender esta etapa, más activas y participativas. Superar el edadismo es clave para construir una sociedad realmente inclusiva, alineada con iniciativas como la Década del Envejecimiento Saludable de Naciones Unidas.
Además, vemos algunos cambios importantes, como la reducción de la brecha digital. Según el CSIC, mientras que en 2006 menos de la mitad de las personas mayores usaba teléfono móvil, en 2023 ya lo usaban el 96,3%. Además, el porcentaje de población entre 65 y 74 años que realiza compras a través de Internet ha pasado del 0,7% a casi el 25%.
Las personas mayores no solo siguen contribuyendo al bienestar social en múltiples ámbitos, sino que también redefinen su papel en la sociedad. En un mundo donde la longevidad es cada vez mayor, la prioridad no es solo vivir más, sino vivir mejor. Para ello, es fundamental reducir la incertidumbre, fortalecer la autonomía y promover la creación de legado como pilares de la autoconfianza y la participación activa. A nivel estructural, garantizar la seguridad económica y el acceso a cuidados adecuados es esencial para proteger los derechos a lo largo de toda la vida y poder envejecer con dignidad y bienestar. En este caso, resulta esencial buscar estrategias que promuevan la igualdad de género también durante la vejez.
Tendencias y desafíos para el futuro
Además de las tendencias específicas de cada generación, el informe Lazos de confianza para futuros resilientes identifica varias tendencias transversales, como la necesidad de mayor transparencia en instituciones y tecnologías, en respuesta a la desconfianza generada por la opacidad de algoritmos y sistemas burocráticos. Además, se ha identificado una creciente búsqueda de relaciones más significativas y pausadas, en contraste con la sobrecarga de información y la hiperconectividad. Asimismo, el derecho a formar una familia o la redefinición de la creación de comunidad aparecen como tendencias que pretenden desafiar las estructuras de poder que hoy son percibidas como obsoletas.
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