Amaneció Valencia con ese cielo panza de burra que trae la lluvia. En alerta amarilla se despertó la capital del Turia. Según Aemet, podría vivirse el día de mayores precipitaciones desde que se tienen registros en una Feria de Fallas. Después de los efectos de la borrasca Laurence, el cambio de tercio a Martinho ponía las cosas más feas en la piel de toro. Las calles valencianas, más solitarias que en otras ediciones, se cubrían de paraguas, de expresiones de «qué mala suerte», de ofrenda de flores mojadas, de telas de seda empapadas de agua, de rodetes resistentes a cualquier viento, de lápiz de ojos negros por las caras de las guapas tras las lágrimas derramadas. El día 18 no...
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