Enseñaba las puntas el primero, aplaudido de salida y sin apenas entrergarse durante la lidia. Brindó El Mene al público y al cielo, que dio una tregua. Firme, a pies juntos, empezó con pases por alto. Máxima la disposición con Vinazo, que parecía mejorar en sus manos. ¿Saben por qué? Por el buen trato dispensado, por esa actitud y ese concepto que tapó los defectos del fuenteymbro. Imprimió suavidad al trazo, con un fenomenal cambio de mano. Descalzo sobre la arena, bajando las telas a izquierdas y llevándolo enganchando. De un espadazo mató y se ganó una oreja, mientras aplaudían al novillo, al que -insistimos- hizo que fuera a más el novillero. Otro aire muy distinto traía el cómodo segundo,...
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