Modelos de negocio: sostenibles o nada
Además de la suma de esfuerzos entre la sociedad y las administraciones, el papel que juega la empresa es clave para el cumplimiento del compromiso medioambiental global. En pocas palabras, el futuro de los negocios es la sostenibilidad La entrada Modelos de negocio: sostenibles o nada se publicó primero en Ethic.

Se han cumplido ya diez años desde que la alerta medioambiental nos obligó a cambiar la forma de relacionarnos con el entorno, así como a revisar nuestras formas de consumo y producción. Todos, independientemente de nuestras actividades laborales, fuimos llamados a la acción, sin dudas, sin medias tintas. Y el mensaje quedó muy claro: si no priorizamos al planeta, no habrá alarma futura que valga. Hablamos del Acuerdo de París, la apuesta por la responsabilidad medioambiental que consolidó su alcance global en 2015 y creó como hoja de ruta en el camino hacia la sostenibilidad.
Es por eso que una de las grandes conclusiones en el debate mundial sobre cómo evitar la escalada de los 1,5 grados de calentamiento global (y los drásticos efectos que ello puede acarrear) fue, precisamente, el que el compromiso medioambiental debe componerse de tres partes: la sociedad, las administraciones y la empresa. En la unión del conjunto de todos los componentes sociales radica la clave del éxito para vislumbrar ese futuro verde que tanto hemos anhelado. Sin duda alguna, las administraciones tienen una gran responsabilidad, pues son las encargadas de crear y gestionar las leyes pertinentes. Por otra parte, sin la conciencia social y, sobre todo, sin la suma de las acciones individuales y colectivas, nada de esto podría lograrse. Al mismo nivel de importancia se encuentra el sector privado: sin los esfuerzos y resultados de quienes son el motor económico de la sociedad, ningún objetivo de sostenibilidad puede ser alcanzado.
La multinacional KPMG ayuda a sus clientes a transitar hacia una economía global más sostenible y con un menor impacto ambiental
Ahora bien, ¿por qué, en la tercera década del siglo XXI un negocio debería ser sí o sí sostenible? Algunas de las razones más importantes son la responsabilidad ambiental, las ventajas competitivas en la guerra comercial, el cumplimiento normativo internacional, el incentivo para la inversión y el bienestar para la fuerza laboral. Independientemente de cada una de ellas, lo que está claro es que la apuesta por la sostenibilidad, desde el enfoque de la empresa, es ya una realidad que no puede dar marcha atrás.
Un caso notable es el de la multinacional KPMG, que incluye en su política empresarial medidas como estas. Como explica Ramón Pueyo, socio responsable de sostenibilidad y buen gobierno de la firma, ayudan a sus clientes a identificar retos y oportunidades para transitar hacia una economía más sostenible y baja en emisiones.
Un compromiso ambiental a todos los niveles
La responsabilidad ambiental es lo primero. Para entender por qué un negocio debe de tener como prioridad al medio ambiente, al margen de sus ganancias monetarias, es necesario comprender el valor de la eficiencia en la utilización de los recursos. Cuando una empresa pondera la circularidad, el reciclaje y la no emisión de gases tóxicos, no solo ayuda a mitigar el cambio climático y a conservar los ecosistemas, sino que también maximiza sus propios recursos de producción. En pocas palabras, se trata de un win, win, una doble ganancia.
Respecto a las ventajas competitivas, es necesario tener en cuenta los cambios en las preferencias de los consumidores. Cuando hablamos de preferencias de consumo nos referimos a la conciencia ambiental y al compromiso del comprador con el origen de los productos. Hoy por hoy, muchas marcas de ropa, por ejemplo, tienen ya en el mercado un valor agregado por su compromiso sostenible, por la utilización de productos de origen reciclado, o por la certificación de empresas ambientalmente responsables. Ejemplo de ello es que España ya es líder en la integración de prácticas en empresas sostenibles, de acuerdo con el último Barómetro Global de Sostenibilidad. Además, otro dato revelador es que el 44% de las empresas de España invertirá en marca y sostenibilidad como estrategia de crecimiento.
El papel de la empresa, en el camino hacia la sostenibilidad global, es igual de importante que el de la sociedad y el de las administraciones
Sobre el cumplimiento normativo internacional, podemos decir que es una apuesta a mediano y largo plazo. Evidentemente, en lo inmediato se requiere el acatamiento de normas de responsabilidad social y de prácticas que reduzcan el impacto medioambiental, pero no todo se queda en ese plano. Las empresas que tienen en orden estos requerimientos se encuentran mejor preparadas para preservar su viabilidad económica y prestigio en el futuro. Además, así evitan sanciones y el descrédito como consecuencia de las malas praxis. Ejemplos claros de esto son la obtención de certificaciones como la ISO 14001 (sobre gestión ambiental) o la Residuo Cero.
Por otro lado, hay cada vez más capitales de inversión interesados en empresas sostenibles. El objetivo es claro: si los beneficios económicos van de la mano con la responsabilidad ambiental y social, la apuesta por ese binomio resulta irresistible. En la Unión Europea, instrumentos como el SDFR (Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles) resultan clave para acelerar la financiación sostenible.
La cadena de valor, columna vertebral
Tanto la formación laboral como la creación de hábitos responsables, además de la ponderación de proveedores con prácticas sostenibles, resultan indispensables en cualquier compañía actual. El dominio de las herramientas tecnológicas limpias en los procesos productivos es primordial para cualquier empleado, por lo que las empresas que han apostado por la especialización de sus trabajadores estarán creando un espacio de formación más que solo un lugar con puestos de trabajo. Algunas de las ‘herramientas verdes’, para la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), son: el cloud computing (la nube nos permite almacenarlo todo en el universo digital, prescindiendo así de dispositivos físicos y contaminantes), la firma electrónica y la inteligencia artificial, redes 5G y baterías de consumo eléctrico, además de hidrógeno y vehículos verdes, entre tantas otras.
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