María Fasce se adentra en mi silencio
Hace unas semanas, cuando tuve noticia de la publicación de El final del bosque, llevado de mi admiración por la labor editorial de María Fasce, compré un ejemplar. Debo confesar que ignoraba su faceta de narradora y sentía curiosidad por saber cómo construía su novela una arquitecta de novelas ajenas. Fuera por lo que fuese,... Leer más La entrada María Fasce se adentra en mi silencio aparece primero en Zenda.

Cuando presentamos en Zaragoza Los escorpiones, Sara Barquinero me contó que la idea de insertar en la novela un breve prólogo de pagina y media que anticipaba el final del relato provino de su editora, María Fasce. Acertada decisión, a mi juicio, porque el lector sabía desde el comienzo que los protagonistas de aquel largo relato de 800 páginas se encontrarían, en algún momento, al borde de la muerte, lo cual añadía intriga a la historia sin desvelar su trama.
Fuera por lo que fuese, comencé a leer El final del bosque en medio del ruido y no logré concentrarme. La novela terminó en mi estante de novedades, junto con tantos libros que no encuentro el momento de leer… Pero reseñas elogiosas y entrevistas que aparecieron a los pocos días —como las de Karina Sainz Borgo o Anna María Iglesia—, me llevaron de nuevo al estante.
Abrí la primera página de El final del bosque una madrugada de sábado, cuando en casa no se oía sonido alguno y quedaban horas para que mi familia despertase. Entonces sí, la voz de la protagonista, Lola Bianchi, comenzó a hablarme en medio del silencio.
Lola es una editora argentina afincada en Madrid que ha vuelto a Mar del Plata para pasar unas semanas con sus hermanos Andrés y Juana, en un enclave de su infancia llamado Colonia Forestal Peralta Ramos. Los tres se encuentran en esa etapa de la vida en que sus padres han fallecido y los hijos ya no los necesitan. Desde hace años, Lola padece trastornos mentales. Conforme va narrando la historia, tenemos la impresión de que actúa como una escritora. Su estilo, su narración se entrelaza con la locura, de modo que la suya nos parece una locura creativa.
El personaje de Lola resulta conmovedor. Por un lado es una mujer vulnerable; por otro tiene la fortaleza de quien ha sufrido mucho. A causa de los ansiolíticos, se encuentra en una nube de irrealidad que la aleja del dolor y del pasado, el cual, sin embargo, evoca y nos permite conocer solo a pinceladas. La obra pictórica debe concluirla el lector.
Volviendo al comienzo de esta reseña, llama la atención la inteligente estructura de la novela. Dividida en dos partes de un centenar de páginas cada una, las precede un breve exordio de una página en el cual la autora anticipa el comienzo de la segunda parte relatando la escena vertebral de la obra: la aparición de un cadáver. Su originalidad radica en que el hecho no sucede hasta mediada la novela; no como en las novelas negras al uso, que comienzan con el asesinato y continúan con su investigación. En El final del bosque la aparición del cadáver es un relato prospectivo: la primera parte lo antecede y la segunda narra sus consecuencias, lo cual sugiere una cierta simetría. Al modo de Los escorpiones, el lector sabe que el personaje va a morir más adelante, y comienza su lectura tratando de dilucidar quien lo mató y por qué.
El contenido e intenso estilo narrativo recuerda al iceberg de Hemingway: deja en la superficie unos hechos y diálogos tan sucintos como epifánicos, mientras entierra bajo el texto todo el peso de unas vidas que el lector intuye o trata de reconstruir en su imaginación, sin que estas lleguen a desvelarse del todo. Como suele suceder en todas las buenas novelas, quedan preguntas en el aire.
Hacia el final de mi lectura cometí un error que recomiendo evitar: busqué en internet la Colonia Forestal Peralta Ramos. ¿Era real o ficticia? Comprobé que existía, e incluso caminé por sus calles con Google Maps. Se trataba de un lugar más poblado de lo que imaginaba, compuesto tan solo de unas pocas casas a la orilla de una masa forestal. Quizá lo figuré de este modo porque comencé a leer en silencio. La ausencia de sonidos a mi alrededor evocaba la soledad de los árboles, los paseos de Lola Bianchi por la fronda. Fue un error acceder a las imágenes de Google, porque todos los territorios de las novelas pertenecen en exclusiva a la literatura y deben existir únicamente dentro de nosotros.
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Autor: María Fasce. Título: El final del bosque. Editorial: Editorial Siruela. Venta: Todostuslibros.
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