Antes que nada, hay que reconocer que la muestra que nos presenta Miquel Barceló (1956), la cuarta individual en esta galería, no trata de confundir ni seducir a nadie con falsas expectativas: 'Flores, peces, toros' es su título y, efectivamente, flores, peces y toros es lo que nos ofrece. Resulta difícil sintetizar en pocas palabras la trayectoria del pintor mallorquín. Quedan ya lejos esos años en los que alcanzó pronto un vertiginoso reconocimiento internacional (Bienal de Sâo Paulo de 1981 y Documenta VII en 1982). Desde entonces ha seguido manteniendo un notable prestigio artístico, ligado en gran medida a una dicción pictórica –cada vez más repetitiva y predecible, menos innovadora y autocomplaciente–, a base de una fuerte carga matérica, táctil...
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