Convivir con seguridad
Robin Niblett desarrolla en este ensayo los mecanismos que sustentan la nueva guerra fría entre EEUU y China, dos potencias con culturas y sistemas políticos antagónicos que les alejan de poder llegar a nexos de unión. Esta nueva guerra se fundamenta en la IA, los superordenadores, los drones, la guerra cibernética y los sistemas antisatélite y... Leer más La entrada Convivir con seguridad aparece primero en Zenda.

La Guerra Fría se genera una vez acaba la II Guerra Mundial como consecuencia de la desconfianza entre el bloque occidental y el comunista, y le sirve a EEUU y la URSS para armarse hasta los dientes. Se crean la OTAN y el Pacto de Varsovia y paralelamente comienzan a competir por ser más influyentes en el resto del mundo.
Esta nueva guerra se fundamenta en la IA, los superordenadores, los drones, la guerra cibernética y los sistemas antisatélite y dista mucho de la producida con la URSS. China es un país importador de todo tipo de recursos naturales, salvo de minerales raros, y por tanto depende de terceros para seguir liderando la producción mundial de infinidad de productos. Sin embargo, para estabilizarse como potencia mundial tiene que solucionar sus problemas internos: el político con una autarquía que no es sostenible para el Partido Comunista, el social que coarta las libertades individuales y el económico, pues debe aumentar el poder adquisitivo del chino medio.
Los datos estadísticos nos pueden abrir vías de análisis para comprender el mundo hasta la reciente llegada de Trump a la presidencia. Veamos algunos datos: la participación que EEUU tenía en 1990 en el PIB mundial era de un 26,2%, la de China un 1,6%. En 2022 la cuota de EEUU fue de un 25% pero la de China del 18%. En 2023 EEUU dedicó ochocientos mil millones a gasto bélico, lo que representa el 40% del total de gasto en defensa de todo el mundo. En 2022 el 14% de la población que vivía en EEUU era extranjera (46 millones), en 2023 China producía el 90% del litio y el cobalto. Sirvan estos datos como ejemplo del poder hegemónico que China va adquiriendo en el conjunto mundial, siendo el principal interlocutor económico para 120 países, y todo ello no ha movido ni un ápice su aperturismo político. Su poderío comercial sin límites, apoyando a gobiernos corruptos, les hace más fuertes en su papel geopolítico mundial, haciendo caso omiso a las convenciones internacionales.
Rusia y China forman un bloque comunista y común frente a EEUU y ahora frente a Europa, sin embargo, pese a los bloqueos internacionales, sus economías se han retroalimentado y su radio de influencia se extiende hacia África y Asia.
Putin y la banda de San Petersburgo, formada ahora por oligarcas rusos fieles a su presidente, sortean los bloqueos internacionales a su crudo y gas, con barcos fantasmas que llegan a India y luego lo comercializan con un 15% de comisión, las estrategias de “escaqueo” son múltiples pero, como señala Niblett, el verdadero problema de este nuevo orden social está en que los gobiernos autoritarios de Xi Jinping y Putin dedican más recursos a mantenerse en el poder que a mejorar la vida de sus conciudadanos. Lo que ambos líderes desean es un mundo más seguro para modelos de gobierno autocráticos.
Las luchas parecen innatas a la especie humana pero el deseo de poder exacerbado está llevando al planeta a límites desconocidos. El eje EEUU-Rusia-China tiene otros actores secundarios además de los países “satélites” de estas potencias, como son la UE, Japón, Australia, Arabia Saudí, India, Brasil.
China ha creado organismos “paralelos” para disminuir el peso estratégico del resto del mundo en su favor, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que ya ocupa el segundo puesto dentro de las instituciones financieras del mundo.
El Partido Comunista Chino prima el Estado por encima de todo y hará lo que sea para mantener su dictadura, ya ha demostrado que no respeta las normas internacionales y le da lo mismo la opinión de otros países. Siendo consciente de la ineficacia de la ONU o el G20, crea instituciones paralelas que alteran las fuerzas democráticas del orden mundial, sin embargo, interiormente se ve abocado a un envejecimiento de la población que sumado a su resistencia a la inmigración le hacen más débil en un futuro cercano.
A toda esta pugna política y económica le debemos sumar el evidente cambio climático que no deja lugar a los mal llamados “negacionistas”, da lo mismo que sus voces sean las de poderosos empresarios que solo miran para su bolsillo; el cambio es más que patente en nuestras vidas y esta guerra de poder entre países solo agrava y acelera la desertificación, la deforestación, el deshielo de los casquetes polares, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos o la subida de las temperaturas.
Cada vez hay menos democracias liberales en el mundo y las que quedan deben hacer un frente común para ayudar a mantener el orden social y económico.
Las diez reglas que Niblett propone en el último capítulo bien podrían ser el decálogo para que las diferentes naciones lleguen a un desarrollo sostenible del planeta.
Trump ha vuelto y con él llega el caos y su política de “intimidación de una red coercitiva de protección”. Como dice Niblett: “El problema es que Trump se equivoca hasta cuando tiene razón”.
Los habitantes de este planeta único queremos convivir con seguridad mientras ellos se pelean por escalar puestos en cualquier ranking, en vez de aprender a vivir unos con los otros, con apoyo mutuo, solidaridad y justicia, sin intimidación.
———————
Autor: Robin Niblett. Título: La nueva guerra fría. Traducción: Ana Duque de Vega. Editorial: RBA. Venta: Todostuslibros.
La entrada Convivir con seguridad aparece primero en Zenda.