«A la calle»: Los espectadores de ‘Supervivientes’ piden la expulsión inmediata de Damián por lo que ha hecho

Mucha tensión en Telecinco. En los realities de supervivencia, llega un punto de inflexión en el que la tensión deja de estar centrada en la falta de comida o las pruebas físicas. Es cuando los concursantes, más que convivir, empiezan a jugar. Las afinidades se transforman en estrategias y cada gesto, por pequeño que sea, ... Leer más

May 5, 2025 - 08:42
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«A la calle»: Los espectadores de ‘Supervivientes’ piden la expulsión inmediata de Damián por lo que ha hecho

Mucha tensión en Telecinco.

En los realities de supervivencia, llega un punto de inflexión en el que la tensión deja de estar centrada en la falta de comida o las pruebas físicas. Es cuando los concursantes, más que convivir, empiezan a jugar. Las afinidades se transforman en estrategias y cada gesto, por pequeño que sea, se convierte en un posible titular. Lo que antes era compañerismo, se vuelve cálculo. Y en esa transición, es fácil que las fricciones pasen a ser verdaderos enfrentamientos.

En esta fase avanzada del concurso, las máscaras caen y los espectadores ya tienen a sus favoritos claros. El ambiente se vuelve denso, casi irrespirable, porque los vínculos emocionales se cruzan con el deseo de avanzar. Es también cuando cualquier decisión, por nimia que parezca, se analiza con lupa. La presión crece no solo por la escasez, sino porque cada uno empieza a intuir su posición real en el tablero. Y eso, inevitablemente, altera los equilibrios internos.

Esto es justo lo que está ocurriendo ahora en Supervivientes. Una reciente dinámica ha desatado una oleada de críticas, especialmente dirigidas a Damián Quintero, por una actitud que muchos califican de repetitiva y profundamente egoísta. El incidente ha reabierto viejas heridas entre los concursantes. Y también ha servido como termómetro para medir la paciencia de la audiencia.

Una empanada y muchas grietas.

La polémica nació tras una exigente ronda de pruebas en la que Joshua Velázquez se alzó como vencedor. El premio: una empanada gallega de dimensiones considerables, que debía repartirse siguiendo una cadena de turnos. La mecánica, explicada por Laura Madrueño, otorgaba libertad al primer comensal para decidir cuánto comer y a quién pasársela después. Era una prueba tan física como psicológica. Y la tensión se podía cortar con un cuchillo.

Joshua optó por servirse una porción moderada y eligió a Nieves Bolós como siguiente destinataria. Ella, a su vez, entregó el manjar a Pelayo Díaz, que también tomó su parte sin alterar demasiado el equilibrio. Fue entonces cuando el reparto llegó a Damián Quintero y todo se torció. Su decisión fue directa, sin vacilar. Y el tamaño de su porción no pasó desapercibido para nadie.

Sin pestañear, Damián tomó un trozo que destacaba por su tamaño en comparación con el resto. La decisión, lejos de pasar desapercibida, encendió las redes sociales y reavivó antiguas críticas por su conducta durante otros repartos anteriores. La escena provocó una reacción inmediata en el grupo. Y para muchos espectadores, fue la confirmación de que Damián juega únicamente para sí mismo.

El gesto que lo arruinó todo.

La indignación no se limitó solo a los espectadores, ya que incluso dentro del propio grupo el ambiente se tensó visiblemente. Manuel González, que recibió la empanada después de Damián, no repitió el patrón. Tras tomar su parte, eligió a Montoya y subvirtió el egoísmo generalizado con un gesto generoso: repartió lo que quedaba entre su equipo. Fue un momento inesperado de equidad. Y contrastó con lo visto minutos antes.

“Yo no sé de números, pero sí de simetría”, comentó Montoya mientras dividía su porción para compartirla. Un acto que muchos interpretaron como contraste directo con la actitud de Damián y Pelayo. Lo que podría haber sido un momento de alivio colectivo se transformó en una escena que subrayó la disparidad entre concursantes. Y que dejó claro quién está dispuesto a ceder, y quién no.