La nevada mortal de 'El eternauta', la metáfora sobre la represión argentina que se convirtió en símbolo de las distopías
Uno que es viejo lector de tebeos ha de confesar que, si tras el apagón del pasado 28 de abril hubiera comenzado a nevar, me habría muerto de miedo , sacado el impermeable, calzado unas botas katiuskas y me habría colocado unas viejas gafas de snorkel que debo guardar por algún lado antes de aventurarme a pisar la calle. Y es que uno de los grandes hallazgos gráficos de 'El eternauta' , y hablo del cómic escrito por Héctor Germán Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López (editado en España por Planeta Cómic), es precisamente la nevada sobre Buenos Aires. Una nevada genocida que mata instantáneamente a quien toca con uno de sus copos. Recuerdo que años más tarde, adquirí una pieza de vanguardia en formato de cómic, un proyecto del artista visual Martin Vitaliti titulado 'Ampo', editado por Marmotilla. En él, Vitaliti aísla la nieve de la edición original de 'El eternauta' y los imprime sobre papel blanco en un formato apaisado , análogo al del cómic original. El resultado, aparentemente invisible, necesita de la atención y vista aguda del lector para poder apreciar que la silenciosa y mortal nieve, está ahí. Este trabajo se me antoja la metáfora perfecta de la desaparición del propio Oesterheld y dos de sus cuatro hijas durante la dictadura argentina. Sobrevive su viuda, quien forma parte del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo . Silenciosamente, la muerte se iba a apoderar de la nación argentina y la nevada lo representa mejor que ninguna otra cosa. Soy más que consciente de que dicha lectura está hecha a posteriori, dado que 'El eternauta' es un cómic publicado originalmente de forma seriada entre los años 1957 y 1959 ; y sabemos que Oesterheld no desaparece hasta Navidad de 1977; pero no es menos cierto que como bien demostró Borges en su magnífico Pierre Menard, autor del Quijote, las obras se resignifican con el tiempo, y no hay sentido añadido más profundo que el del autor literario que sufre un destino análogo al que se explicita en su obra . De modo más epidérmico, la obra de Vitaliti se me antoja como la prueba irrefutable de que no soy el único lector al que impresiona «la nevada» y que la entiende como un hallazgo literario y visual de primer nivel. Además, tengo muy claro que, para que la metáfora funcione, la nevada ha de transcurrir en Buenos Aires. El anómalo y mortal fenómeno meteorológico no se produce ni en el Londres decimonónico de 'La guerra de los mundos' de H.G. Wells, ni en una ciudad americana (llámese Nueva York o Metrópolis), donde los superhéroes yanquis acostumbran a enfrentar todo tipo de amenazas, incluidas las extraterrestres. Y como decía en su inmortal tango Carlos Gardel: «Mi Buenos Aires querido Oh, cuando yo te vuelva a ver No habrá más pena ni olvido» Y es que la personalidad de esta ciudad está enraizada a un espíritu nostálgico, de una Argentina, sin duda mitificada, pero cuyo espíritu es inmanente a sus calles. La veo nevada y transformada en una Buenos Aires catastrófica, cuasi apocalíptica y me resulta imposible no trazar un antes y un después respecto a la Argentina peronista y el inicio de la dictadura militar en 1955. Como toda la ciencia ficción realmente buena, 'El eternauta' recurre metafóricamente a lo imposible para hablar del presente de un modo velado e inteligente que permite esquivar la censura . Prueba de ello es el remake de 'El eternauta' realizado en 1969 junto a Alberto Breccia, en el que Oesterheld realiza un guion que es mucho más crítico con la dictadura y aquellos que la apoyan y promueven. La diferencia fundamental en esta segunda versión (recientemente reeditada en España por Reservoir books) está en que se descubre que las grandes potencias mundiales conocen la invasión alienígena y pactan con los extraterrestres. El precio a pagar para salir indemnes no es otro que la entrega de Sudamérica al invasor exterior. Esta nada disimulada referencia a la injerencia estadounidense en los asuntos políticos argentinos me recuerda a un gag del grupo cómico Los Luthiers . En un 'sketch', uno de sus miembros recrimina a otro que ataque a EE.UU., esgrimiendo como argumento que se trata de «uno de los grandes valedores de la actual democracia argentina», a lo que el otro responde «y de nuestras recientes dictaduras». La irónica reflexión del grupo humorístico no es baladí, y de inmediato me recordó un dato del que tuve conciencia gracias a Ángel de la Calle: Mauricio Macri , a la sazón, expresidente de Argentina y jefe de Gobierno de Buenos Aires entre 2007 y 2015, prohibió 'El eternauta' en los colegios de Buenos Aires porque lo consideraba una forma de adoctrinamiento. ¿Pero qué molesta tanto a Macri (y a otros muchos)? Creo que es la llamada al «heroísmo colectivo » que vertebra el cómic. El propio Oesterheld habla de este concepto en el prólogo que él mismo escribe para la primera edición en álbum de su obra: «El héroe verdadero en 'El eternauta' es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir ínt
Uno que es viejo lector de tebeos ha de confesar que, si tras el apagón del pasado 28 de abril hubiera comenzado a nevar, me habría muerto de miedo , sacado el impermeable, calzado unas botas katiuskas y me habría colocado unas viejas gafas de snorkel que debo guardar por algún lado antes de aventurarme a pisar la calle. Y es que uno de los grandes hallazgos gráficos de 'El eternauta' , y hablo del cómic escrito por Héctor Germán Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López (editado en España por Planeta Cómic), es precisamente la nevada sobre Buenos Aires. Una nevada genocida que mata instantáneamente a quien toca con uno de sus copos. Recuerdo que años más tarde, adquirí una pieza de vanguardia en formato de cómic, un proyecto del artista visual Martin Vitaliti titulado 'Ampo', editado por Marmotilla. En él, Vitaliti aísla la nieve de la edición original de 'El eternauta' y los imprime sobre papel blanco en un formato apaisado , análogo al del cómic original. El resultado, aparentemente invisible, necesita de la atención y vista aguda del lector para poder apreciar que la silenciosa y mortal nieve, está ahí. Este trabajo se me antoja la metáfora perfecta de la desaparición del propio Oesterheld y dos de sus cuatro hijas durante la dictadura argentina. Sobrevive su viuda, quien forma parte del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo . Silenciosamente, la muerte se iba a apoderar de la nación argentina y la nevada lo representa mejor que ninguna otra cosa. Soy más que consciente de que dicha lectura está hecha a posteriori, dado que 'El eternauta' es un cómic publicado originalmente de forma seriada entre los años 1957 y 1959 ; y sabemos que Oesterheld no desaparece hasta Navidad de 1977; pero no es menos cierto que como bien demostró Borges en su magnífico Pierre Menard, autor del Quijote, las obras se resignifican con el tiempo, y no hay sentido añadido más profundo que el del autor literario que sufre un destino análogo al que se explicita en su obra . De modo más epidérmico, la obra de Vitaliti se me antoja como la prueba irrefutable de que no soy el único lector al que impresiona «la nevada» y que la entiende como un hallazgo literario y visual de primer nivel. Además, tengo muy claro que, para que la metáfora funcione, la nevada ha de transcurrir en Buenos Aires. El anómalo y mortal fenómeno meteorológico no se produce ni en el Londres decimonónico de 'La guerra de los mundos' de H.G. Wells, ni en una ciudad americana (llámese Nueva York o Metrópolis), donde los superhéroes yanquis acostumbran a enfrentar todo tipo de amenazas, incluidas las extraterrestres. Y como decía en su inmortal tango Carlos Gardel: «Mi Buenos Aires querido Oh, cuando yo te vuelva a ver No habrá más pena ni olvido» Y es que la personalidad de esta ciudad está enraizada a un espíritu nostálgico, de una Argentina, sin duda mitificada, pero cuyo espíritu es inmanente a sus calles. La veo nevada y transformada en una Buenos Aires catastrófica, cuasi apocalíptica y me resulta imposible no trazar un antes y un después respecto a la Argentina peronista y el inicio de la dictadura militar en 1955. Como toda la ciencia ficción realmente buena, 'El eternauta' recurre metafóricamente a lo imposible para hablar del presente de un modo velado e inteligente que permite esquivar la censura . Prueba de ello es el remake de 'El eternauta' realizado en 1969 junto a Alberto Breccia, en el que Oesterheld realiza un guion que es mucho más crítico con la dictadura y aquellos que la apoyan y promueven. La diferencia fundamental en esta segunda versión (recientemente reeditada en España por Reservoir books) está en que se descubre que las grandes potencias mundiales conocen la invasión alienígena y pactan con los extraterrestres. El precio a pagar para salir indemnes no es otro que la entrega de Sudamérica al invasor exterior. Esta nada disimulada referencia a la injerencia estadounidense en los asuntos políticos argentinos me recuerda a un gag del grupo cómico Los Luthiers . En un 'sketch', uno de sus miembros recrimina a otro que ataque a EE.UU., esgrimiendo como argumento que se trata de «uno de los grandes valedores de la actual democracia argentina», a lo que el otro responde «y de nuestras recientes dictaduras». La irónica reflexión del grupo humorístico no es baladí, y de inmediato me recordó un dato del que tuve conciencia gracias a Ángel de la Calle: Mauricio Macri , a la sazón, expresidente de Argentina y jefe de Gobierno de Buenos Aires entre 2007 y 2015, prohibió 'El eternauta' en los colegios de Buenos Aires porque lo consideraba una forma de adoctrinamiento. ¿Pero qué molesta tanto a Macri (y a otros muchos)? Creo que es la llamada al «heroísmo colectivo » que vertebra el cómic. El propio Oesterheld habla de este concepto en el prólogo que él mismo escribe para la primera edición en álbum de su obra: «El héroe verdadero en 'El eternauta' es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe 'en grupo', nunca, el héroe individual, el héroe sólo». En el cómic, es el esfuerzo común del grupo de amigos, cada uno de ellos con sus habilidades particulares y recursos, lo que les permite hacer frente a la mortal nevada. El grupo es lo que les infunde valor , y en cierto modo, los hace héroes a todos. Si la mortal nieve sigue cayendo en el siglo XXI, tiene sin duda que resignificarse . Y creo que es el miedo a la nevada lo que nos mantiene más o menos confortablemente en nuestras casas, observando desde la ventana a aquellos que caen muertos sobre la nieve, mientras intentamos no pensar que, si vienen mal dadas, los siguientes podríamos ser nosotros. Copo a copo, la nevada de 'El eternauta' hace su mortal trabajo y de forma absolutamente imperceptible, va cuajando y ocultando el verdadero Buenos Aires (en este caso, la capital argentina se me antoja igualmente como una acertada metáfora de una realidad pasada que se ha tornado en pesadilla, por mucho que sus habitantes se hayan acostumbrado a sobrevivir en ella). No quisiera terminar este texto sin realizar una pequeña reflexión sobre la nevada en la serie de 'El eternauta' que acaba de estrenar Netflix. Y quisiera destacar que, en lo visual, posee una fuerza extraordinaria. No creo que haya nadie que conozca Bueno Aires que no se quede idiotizado ante el televisor, viendo cómo Ricardo Darín deambula por algunas localizaciones tan emblemáticas como la autopista General Paz, Puente Saavedra, el Estadio Monumental (El campo de fútbol del River), las plazas de Italia y El Congreso o las Barrancas de Belgrano. La ciencia ficción en cine (o en serie de plataforma) es siempre un reto. Es un subgénero del fantástico en el que lo visual juega habitualmente un papel primordial. Pero hacer visible el elemento fantástico es, simplemente, muy caro. Y si los efectos especiales no están a la altura, se pierde la verosimilitud, y todo se va a pique. En este sentido, el reto de simular la nevada en Buenos Aires debió ser mayúsculo, y el resultado es totalmente sorprendente . He de confesar que la nieve en pantalla me ha impresionado tanto como lo hizo en su momento el grafismo de Solano López, dibujando una Buenos Aires nevada. Uno de los pequeños clips documentales que Netflix ha colgado en Youtube para promocionar la serie está dedicado al reto técnico que supuso realizar las escenas que muestran Buenos Aires nevada. Como suele suceder en este tipo de vídeos, se recogen declaraciones del director y de los principales actores del reparto, pero yo quisiera destacar las palabras de un técnico anónimo de efectos especiales que, sin dudarlo, se arremanga el chándal, dejando a la vista un tatuaje de 'El eternauta' que ocupa toda su pantorrilla, mientras dice: «Conocí el cómic con 15 años, me hice este tatuaje a los 18 […] y estoy agradecido no sólo por estar en 'El eternauta', sino especialmente, por hacer la nieve de 'El eternauta'».
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