A 30 años de su partida, el fuego de Lola Flores sigue encendido en el cine, especialmente en México, donde su arte y carisma dejaron una huella imborrable
Treinta años. Tres décadas desde que un silencio, cargado de pena y respeto, cubrió España. Treinta años desde que Lola Flores, "La Faraona", emprendió su último baile hacia la eternidad. Pero lejos de desvanecerse, su figura se agiganta con el tiempo, proyectándose como un espectro luminoso en la memoria colectiva, una estrella flamenca cuyo brillo desafía la propia muerte. Imaginemos la escena: Madrid, 16 de mayo de 1995. El sol, perezoso, intenta abrirse paso entre las nubes grises que parecen presagiar la magnitud de la pérdida. La noticia corre como la pólvora, un eco doloroso que resuena en cada rincón del país: Lola se ha ido. No hay tertulia, programa de radio o conversación callejera que no se detenga ante el impacto de su partida. En Xataka La apuesta de Tim Cook por India empieza a pasarle factura: el presidente de EEUU acaba de lanzar un aviso claro a Apple Aunque bien es conocida en el ámbito cinematográfico de la industria en España, México también fue testigo de la fuerza interpretativa de 'La Faraona': en 1951, el productor Cesáreo González de Suevia Films firmó con Lola Flores un contrato millonario que incluía cine, teatro y una gira por América, curiosamente, el más caro hasta entonces para una estrella española. Este acuerdo impulsó su carrera internacional y la llevó a México en 1952, donde fue recibida con entusiasmo. Allí, el empresario Carcho Peralta la apodó "La Faraona", un título que la acompañaría por el resto de su vida. Entre 1953 y 1963, Lola Flores protagonizó al menos nueve películas en México, consolidando su estatus de estrella internacional. Su debut en el cine mexicano fue con '¡Ay, pena, penita, pena!' (1953), dirigida por Miguel Morayta, donde compartió créditos con Luis Aguilar. La película fue un éxito rotundo y marcó el inicio de una serie de colaboraciones fructíferas. Otros títulos destacados incluyen 'La Faraona' (1956), dirigida por René Cardona, donde interpretó a una gitana que descubre ser heredera de una fortuna en México, y 'Los tres amores de Lola' (1956), también conocida como 'Lola Torbellino', donde compartió pantalla con el gran compositor mexicano Agustín Lara. Las películas de Lola Flores en México no solo fueron entretenidas, sino que también sirvieron como un puente cultural entre ambos países. Su estilo andaluz y su carisma natural resonaron con el público mexicano, y su presencia en la pantalla ayudó a fortalecer los lazos culturales entre España y México. Además, su colaboración con artistas mexicanos como Agustín Lara y Luis Aguilar enriqueció el panorama musical y cinematográfico de la época, lo que dio pie a que otras estrellas de la música y la escena del cine en España brillaran en México, como lo fue Rocío Durcal y las gemelas Pilar y Aurora Bayona en los años setenta. A tres décadas de su fallecimiento, el legado de Lola Flores sigue vivo. Su contribución al cine mexicano es un testimonio de su versatilidad y talento, y su influencia continúa inspirando a conectar con audiencias de diferentes culturas con su inconfundible presencia en la pantalla, que la convierten en una figura inolvidable en la historia del cine. Fotos de IMDB En Espinof | Un mexicano revolucionó la música futurista que ahora conocemos como 'lounge'. Su éxito lo llevó a musicalizar los dibujos animados más conocidos de los sesenta En Espinof | Cinépolis en México lanzará una palomera y vasos coleccionables de 'Lilo y Stitch': conoce cuál será su precio y cuándo estará a la venta - La noticia A 30 años de su partida, el fuego de Lola Flores sigue encendido en el cine, especialmente en México, donde su arte y carisma dejaron una huella imborrable fue publicada originalmente en Espinof por Joel Calata .

Treinta años. Tres décadas desde que un silencio, cargado de pena y respeto, cubrió España. Treinta años desde que Lola Flores, "La Faraona", emprendió su último baile hacia la eternidad. Pero lejos de desvanecerse, su figura se agiganta con el tiempo, proyectándose como un espectro luminoso en la memoria colectiva, una estrella flamenca cuyo brillo desafía la propia muerte.
Imaginemos la escena: Madrid, 16 de mayo de 1995. El sol, perezoso, intenta abrirse paso entre las nubes grises que parecen presagiar la magnitud de la pérdida. La noticia corre como la pólvora, un eco doloroso que resuena en cada rincón del país: Lola se ha ido. No hay tertulia, programa de radio o conversación callejera que no se detenga ante el impacto de su partida.
Aunque bien es conocida en el ámbito cinematográfico de la industria en España, México también fue testigo de la fuerza interpretativa de 'La Faraona': en 1951, el productor Cesáreo González de Suevia Films firmó con Lola Flores un contrato millonario que incluía cine, teatro y una gira por América, curiosamente, el más caro hasta entonces para una estrella española.
Este acuerdo impulsó su carrera internacional y la llevó a México en 1952, donde fue recibida con entusiasmo. Allí, el empresario Carcho Peralta la apodó "La Faraona", un título que la acompañaría por el resto de su vida.
Entre 1953 y 1963, Lola Flores protagonizó al menos nueve películas en México, consolidando su estatus de estrella internacional. Su debut en el cine mexicano fue con '¡Ay, pena, penita, pena!' (1953), dirigida por Miguel Morayta, donde compartió créditos con Luis Aguilar. La película fue un éxito rotundo y marcó el inicio de una serie de colaboraciones fructíferas.
Otros títulos destacados incluyen 'La Faraona' (1956), dirigida por René Cardona, donde interpretó a una gitana que descubre ser heredera de una fortuna en México, y 'Los tres amores de Lola' (1956), también conocida como 'Lola Torbellino', donde compartió pantalla con el gran compositor mexicano Agustín Lara.
Las películas de Lola Flores en México no solo fueron entretenidas, sino que también sirvieron como un puente cultural entre ambos países. Su estilo andaluz y su carisma natural resonaron con el público mexicano, y su presencia en la pantalla ayudó a fortalecer los lazos culturales entre España y México.
Además, su colaboración con artistas mexicanos como Agustín Lara y Luis Aguilar enriqueció el panorama musical y cinematográfico de la época, lo que dio pie a que otras estrellas de la música y la escena del cine en España brillaran en México, como lo fue Rocío Durcal y las gemelas Pilar y Aurora Bayona en los años setenta.
A tres décadas de su fallecimiento, el legado de Lola Flores sigue vivo. Su contribución al cine mexicano es un testimonio de su versatilidad y talento, y su influencia continúa inspirando a conectar con audiencias de diferentes culturas con su inconfundible presencia en la pantalla, que la convierten en una figura inolvidable en la historia del cine.
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La noticia
A 30 años de su partida, el fuego de Lola Flores sigue encendido en el cine, especialmente en México, donde su arte y carisma dejaron una huella imborrable
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Joel Calata
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