Crítica de Parthenope: El ser napolitano según Paolo Sorrentino
Paolo Sorrentino vuelve a dar que hablar con su nueva película, Parthenope. El ampuloso director italiano se sitúa nuevamente en su Nápoles natal para defenderla e ironizar sobre el eterno enfrentamiento entre el norte y sur de Italia y toma como excusa el relato de la vida de una joven con belleza superlativa llamada Parthenope. [...] Ver más noticias en Indie Hoy.

Paolo Sorrentino vuelve a dar que hablar con su nueva película, Parthenope. El ampuloso director italiano se sitúa nuevamente en su Nápoles natal para defenderla e ironizar sobre el eterno enfrentamiento entre el norte y sur de Italia y toma como excusa el relato de la vida de una joven con belleza superlativa llamada Parthenope. El director entrega una obra con su sello de autor en la que recorre temáticas también visitadas en La Grande Belleza, Youth y Fue la mano de Dios.
Parthenope es una suerte de alegoría sobre el origen de Nápoles, lo cual la lleva a presentarse como una sirena cautivante -haciendo referencia al personaje del mismo nombre que Homero incluyó en su Odisea-. Su vida será la excusa cronológica para que Sorrentino haga una suerte de ensayo audiovisual sobre el ser napolitano y la caducidad de la belleza y la juventud y, al mismo tiempo, una celebración de ambas. La nueva película del napolitano está cubierta de una atmósfera etílica y narcótica: los personajes y los espacios pasan de la euforia al existencialismo sin escalas. A su alrededor reina el despilfarro, la opulencia y la vanidad, conceptos tan plásticos como ontológicos para el cine de Sorrentino.
Si en Fue la mano de Dios el director recurrió a la autobiografía para hablar del amor y el encierro que propone Nápoles, en Parthenope eligió la mitología y la sabiduría. La protagonista es una estudiante brillante de antropología que pasa gran parte de su vida preguntándose qué es esta disciplina. A través de los años, mientras esa pregunta continúa sin respuesta, va conociendo el mundo: el suicidio, el fantástico, lo pagano, lo sagrado, la decadencia, el abuso y los intersticios más perversos del ser humano.
El cine de Sorrentino está repleto de simbolismos que se despegan de la narración clásica para unirse más bien a la tradición de la Nouvelle Vague y de la Renovación del cine italiano con representantes como Federico Fellini y Bernardo Bertolucci. En Parthenope, el director logra el refinamiento de la representación y triunfa al prescindir de conceptos como verosimilitud y lógica. Fiel representante del extraño mundo de Sorrentino, es también una obra surrealista que contiene la dicotomía entre la belleza y lo monstruoso, la juventud y la vejez, la realidad y lo onírico, el rídiculo y la solemnidad, el éxtasis y la tristeza.
Parthenope está en cines.
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