La música planta cara a Israel: de las desbandadas de artistas en festivales a las presiones a Eurovisión
Varias bandas abandonan festivales como el Viña Rock por pertenecer a un fondo con intereses en Israel, mientras que, pese a las peticiones de retirada formuladas por varios países, Israel podría ganar este sábado el "apolítico" festival de Eurovisión Fermin Muguruza, Reincidentes y decenas de artistas rechazan actuar en festivales propiedad del fondo con intereses en Israel KKR Entre pitos y banderas de Palestina. Así fue recibida Yuvah Raphael, la representante de Israel de Eurovisión 2025, en la alfombra turquesa de la ceremonia de apertura del certamen celebrada el pasado lunes. Las protestas han continuado durante la semana, tanto en su llegada a los ensayos de la segunda semifinal del jueves, como en su actuación este día, en la que se silenció el audio ambiente en la realización televisiva. Y es que por mucho que la organización haya insistido en el carácter “apolítico” del evento, la participación de Israel no ha dejado de levantar ampollas. Y aunque no figura como favorita en las apuestas, este sábado podría alzarse como ganadora. Eurovisión no es la única cita musical que se está viendo afectada por el genocidio de Israel. Al tiempo que más de 300 voces del cine se han unido pidiendo que este no sea “indiferente ante el horror” en Gaza aprovechando el marco del Festival de Cannes para “hacer ruido”; en España ha habido una salida de bandas de festivales por haber pasado a ser propiedad del fondo proisraelí Kohlberg Kravis Roberts (KKR). La operación se debe a la compra de Superstruct, el dueño de más de treinta macroeventos españoles entre los que se encuentran el Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Monegros, Arenal Sound, Love the Twenties, Brava Madrid, Interstelar, Festival de Les Arts, Morriña Fest, Granada Sound, FIB de Benicàssim y Córdoba Live. La influencia de Superstruct no está solo sobre los festivales. En noviembre del año pasado adquirió la promotora cordobesa Riff Producciones, que actúa a su vez como agencia de management que lleva a artistas como Joaquín Sabina, Melendi, Dani Martín y Manuel Carrasco. Según la investigación que publicó el pasado martes El Salto, el fondo KKR participa en la promoción inmobiliaria en los territorios ocupados ilegalmente por Israel en Palestina. Y lo hace a través del conglomerado alemán Axel Springer, del que es el principal inversor, y que tiene una línea inmobiliaria similar a Idealista, llamada Yad2, que oferta viviendas en terrenos ocupados. El artículo provocó la caída de artistas de los carteles de los festivales gestionados por KKR tras la compra de Superstruct, como Dakidarria, Los de Marras, Los Prados, High Paw, Fermin Muguruza, Sínkope, Juliana Huxtable, Porretas, No Konforme, El Niño de la Hipoteca y Free City, entre otros. “Reincidentes no volverá a tocar en dicho festival en tanto en cuanto siga vinculado a esos dueños u otros que apoyaran en cualquier sentido el genocidio palestino”, afirmaron en un comunicado el grupo de punk. También se apearon del Viña Rock Sons of Aguirre y Kaos Urbano. “Como grupo, siempre hemos levantado la voz contra la injusticia, el genocidio y el colonialismo. No vamos a legitimar ni a formar parte de eventos financiados por capitales manchados de sangre y sufrimiento. ¡Palestina libre!”, indicaron los segundos. Desde Superstruct afirman a elDiario.es que estos festivales cuentan con “total independencia organizativa y operativa”, y que cada uno decide “a través de su dirección” cómo se articulan, sus cabezas de cartel, la experiencia de los usuarios y el resto de servicios. “Sus valores fundacionales no se modifican por la incorporación a Superstruct ni están influenciados por inversores externos”, añaden, “el objetivo es impulsar espacios culturales en los que prime la diversidad y la libertad de expresión por parte de los artistas y asistentes”. Si la lista de bandas renunciando a participar en estos eventos continuara ampliándose –y aumentando las salidas no solo del Viña Rock, que es el que por el momento más 'abandonos' ha tenido–, los carteles de más 30 festivales españoles verían su repercusión claramente mermada. Un problema extensible a estos formatos fuera de España, ya que Superstruct aglutina más de 80 macroeventos en todo el planeta, entre los que destacan el húngaro Sziget, el alemán Wacken Open Air y los nórdicos Parookaville y Oya. Apenas ha habido reacciones por parte de los espectáculos españoles afectados, entre los que el Sónar emitió este jueves un comunicado en Instagram –en X han protegido sus publicaciones– aunque sin mencionar a Israel, defendiendo que “siempre” han trabajado y trabajarán “con la premisa de favorecer el respeto por los derechos humanos universales. El festival condena firmemente este tipo de violencia”. Sí que han alzado la voz eventos que no dependen de Superstruct, como los festivales de rock de Palencia, que iniciaron este viernes una campaña de concienciación so

Varias bandas abandonan festivales como el Viña Rock por pertenecer a un fondo con intereses en Israel, mientras que, pese a las peticiones de retirada formuladas por varios países, Israel podría ganar este sábado el "apolítico" festival de Eurovisión
Fermin Muguruza, Reincidentes y decenas de artistas rechazan actuar en festivales propiedad del fondo con intereses en Israel KKR
Entre pitos y banderas de Palestina. Así fue recibida Yuvah Raphael, la representante de Israel de Eurovisión 2025, en la alfombra turquesa de la ceremonia de apertura del certamen celebrada el pasado lunes. Las protestas han continuado durante la semana, tanto en su llegada a los ensayos de la segunda semifinal del jueves, como en su actuación este día, en la que se silenció el audio ambiente en la realización televisiva. Y es que por mucho que la organización haya insistido en el carácter “apolítico” del evento, la participación de Israel no ha dejado de levantar ampollas. Y aunque no figura como favorita en las apuestas, este sábado podría alzarse como ganadora.
Eurovisión no es la única cita musical que se está viendo afectada por el genocidio de Israel. Al tiempo que más de 300 voces del cine se han unido pidiendo que este no sea “indiferente ante el horror” en Gaza aprovechando el marco del Festival de Cannes para “hacer ruido”; en España ha habido una salida de bandas de festivales por haber pasado a ser propiedad del fondo proisraelí Kohlberg Kravis Roberts (KKR). La operación se debe a la compra de Superstruct, el dueño de más de treinta macroeventos españoles entre los que se encuentran el Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Monegros, Arenal Sound, Love the Twenties, Brava Madrid, Interstelar, Festival de Les Arts, Morriña Fest, Granada Sound, FIB de Benicàssim y Córdoba Live.
La influencia de Superstruct no está solo sobre los festivales. En noviembre del año pasado adquirió la promotora cordobesa Riff Producciones, que actúa a su vez como agencia de management que lleva a artistas como Joaquín Sabina, Melendi, Dani Martín y Manuel Carrasco.
Según la investigación que publicó el pasado martes El Salto, el fondo KKR participa en la promoción inmobiliaria en los territorios ocupados ilegalmente por Israel en Palestina. Y lo hace a través del conglomerado alemán Axel Springer, del que es el principal inversor, y que tiene una línea inmobiliaria similar a Idealista, llamada Yad2, que oferta viviendas en terrenos ocupados. El artículo provocó la caída de artistas de los carteles de los festivales gestionados por KKR tras la compra de Superstruct, como Dakidarria, Los de Marras, Los Prados, High Paw, Fermin Muguruza, Sínkope, Juliana Huxtable, Porretas, No Konforme, El Niño de la Hipoteca y Free City, entre otros.
“Reincidentes no volverá a tocar en dicho festival en tanto en cuanto siga vinculado a esos dueños u otros que apoyaran en cualquier sentido el genocidio palestino”, afirmaron en un comunicado el grupo de punk. También se apearon del Viña Rock Sons of Aguirre y Kaos Urbano. “Como grupo, siempre hemos levantado la voz contra la injusticia, el genocidio y el colonialismo. No vamos a legitimar ni a formar parte de eventos financiados por capitales manchados de sangre y sufrimiento. ¡Palestina libre!”, indicaron los segundos.
Desde Superstruct afirman a elDiario.es que estos festivales cuentan con “total independencia organizativa y operativa”, y que cada uno decide “a través de su dirección” cómo se articulan, sus cabezas de cartel, la experiencia de los usuarios y el resto de servicios. “Sus valores fundacionales no se modifican por la incorporación a Superstruct ni están influenciados por inversores externos”, añaden, “el objetivo es impulsar espacios culturales en los que prime la diversidad y la libertad de expresión por parte de los artistas y asistentes”.
Si la lista de bandas renunciando a participar en estos eventos continuara ampliándose –y aumentando las salidas no solo del Viña Rock, que es el que por el momento más 'abandonos' ha tenido–, los carteles de más 30 festivales españoles verían su repercusión claramente mermada. Un problema extensible a estos formatos fuera de España, ya que Superstruct aglutina más de 80 macroeventos en todo el planeta, entre los que destacan el húngaro Sziget, el alemán Wacken Open Air y los nórdicos Parookaville y Oya.
Apenas ha habido reacciones por parte de los espectáculos españoles afectados, entre los que el Sónar emitió este jueves un comunicado en Instagram –en X han protegido sus publicaciones– aunque sin mencionar a Israel, defendiendo que “siempre” han trabajado y trabajarán “con la premisa de favorecer el respeto por los derechos humanos universales. El festival condena firmemente este tipo de violencia”. Sí que han alzado la voz eventos que no dependen de Superstruct, como los festivales de rock de Palencia, que iniciaron este viernes una campaña de concienciación solidaria por Palestina. Astudillo Rock, Semilla Rock, Galleta Rock, Rock in Nuño, Punk Cebrián, Risas Refugiadas y VDB Rock reivindican que la cultura “también es compromiso”.
Las quejas se han elevado a la esfera política, donde Izquierda Unida ha reclamado al Gobierno que no autorice la celebración de festivales de música ligados al fondo KKR.
El caso de Boiler Room
Los festivales españoles no son los únicos que han recibido presiones por pertenecer a Superstruct. La plataforma fundada en Londres Boiler Room, que retransmite sesiones de música en vivo por todo el mundo, es otra de las adquiridas por KKR. La DJ y productora Ikonika, así como la DJ Beatrice M fueron dos de las artistas que anunciaron sus retiradas del festival organizado por la compañía en verano, ante lo que la empresa acabó emitiendo un comunicado. Su equipo explicó que al no tener derechos ni propiedad de voto dentro de la empresa, no tuvieron control sobre la venta (en su caso desde DICE a Superstruct a principios de enero).
“Ningún inversor, pasado o presente, ha influido jamás en nuestro contenido, y eso nunca cambiará”, comentaron al hacer hincapié en que su compromiso con la independencia editorial y con Palestina seguiría intacto a pesar del cambio de propietarios. En su texto reafirmaron su adhesión a las directrices BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y a la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI), en cuanto a la programación de artistas y colaboraciones con marcas, más allá de trabajar con intérpretes y colectivos palestinos para aliar sus políticas internas con este compromiso.
Un mes antes, la organización benéfica palestina The Sameer Prioject anunció su rechazo de los fondos recaudados a partir de una colaboración de Boiler Room con FC Palestina, precisamente por su vinculación con KKR.
Boiler Room ha ido un paso más allá y, según informó New York Post, lleva desde abril prohibiendo silenciosamente los espectáculos que tenía programados en Israel, además de las retransmisiones de sus eventos pasados celebrados en Tel Aviv.
Música politizada, politizar la música
La presión de artistas y público implica no solo a los festivales, también a sus mecenas. El verano pasado se vio en el ejemplo de Barclays, que suspendió su patrocinio de todos los festivales Live Nation para 2024, incluidos Latitude, Isle of Wight y Download, tras las protestas de bandas y fans porque la entidad bancaria proporciona servicios financieros a empresas de defensa que abastecen a Israel. “Tras hablar con los artistas, hemos acordado con Barclays que dejará de patrocinar nuestros festivales”, declaró a The Guardian un portavoz de la promotora. Bandas como Pest Control, Speed, Scowl, Zulu e Ithaca habían pedido para entonces el boicot al Download.
La polémica se está dando igualmente de vuelta, con festivales como Glastonbury, que está recibiendo presiones para sacar de su cartel a grupos propalestinos, en especial la banda de hip hop de Irlanda del Norte Kneecap. El grupo está siendo investigado por la policía antiterrorista después de que aparecieran una serie de vídeos suyos de hace unos años, donde supuestamente pedían la muerte de parlamentarios gritando: “Arriba Hamás, arriba Hezbolá”.
Kneecap aseguró en un comunicado que “nunca” han apoyado ni a Hamas ni Hezbollah: “Quieren haceros creer que las palabras son más dañinas que el genocidio (...). Siempre condenamos todos los ataques sobre civiles. Nunca estarán bien. Lo sabemos mejor que nadie en vista de la historia de nuestro país”.
El trío irlandés está recibiendo apoyo del público y de sus compañeros de profesión. Decenas de músicos, incluidos Pulp, IDLES, English Teacher y Fontaines DC ha firmado una carta del sello de la banda, Heavenly Recordings, defendiendo que “es fundamental para todos los artistas que se proteja toda expresión creativa en una sociedad que valore la cultura, y que esta campaña de intromisión sea condenada y ridiculizada”.
El debate en torno a su presencia en Glastonbury se acrecentó tras su aparición en Coachella el mes pasado, en cuyo escenario proyectaron varias diapositivas con mensajes como “Israel está cometiendo genocidio contra el pueblo palestino” o “lo que está permitiendo el Gobierno estadounidense, que arma y financia a Israel a pesar de sus crímenes de guerra”. No fueron los únicos en apoyar a Palestina, ya que artistas como Green Day, Amyl and the Sniffers y Clairo, entre otros, se pronunciaron en la misma línea.
En Reino Unido se cancelaron dos conciertos de Jonny Greenwood y Dudu Tassa, respondiendo a las protestas en solidaridad con Palestina desde BDS. El músico de Radiohead y el cantante israelí llevan colaborando desde hace tiempo, pero se están enfrentando a nuevas críticas tras su disposición a seguir actuando en Israel mientras continúa el genocidio en Gaza. El mes pasado actuaron en Tel Aviv. La Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultura a Israel (PACBI) les acusó de estar “maquillando el arte”, mientras que ellos replicaron que “obligar a los músicos a no actuar y negarles la oportunidad de escucharlos es, evidentemente, un método de censura y silenciamiento”.
La 'ley del silencio' de Eurovisión
La polémica en torno a la participación de Israel en Eurovisión no es nueva. Desde que entrara a pertenecer a la Unión Europea de Radiodifusión (UER) en 1957, ha podido competir en igualdad de condiciones con el resto de naciones miembros. Su debut en el evento fue en 1973 y lo ha ganado hasta en cuatro ocasiones. La más reciente en 2018 con Netta y su canción Toy, que llevó Eurovisión hasta Tel Aviv en 2019, pese a los intentos de boicot. A su escenario subieron la bandera de Palestina los islandeses Hatari –cuya gestación reflejaron en el documental A song called hate– y Madonna.
Las dudas sobre su presencia en el festival se acrecentaron en 2022, después de que la UER excluyera a Rusia por el inicio de su invasión a Ucrania, en respuesta a las protestas de otros países europeos. Israel se quedó, a pesar de unas críticas que se acrecentarían en 2023, tras el comienzo de su brutal ofensiva contra la Franja de Gaza.
Eurovisión volvió a abrir sus puertas a Israel en 2024 –con Eden Golan, que quedó quinta– y este 2025. El único avance que ha habido por parte de la organización ha sido comprometerse, este año, a tener una “discusión más amplia” sobre participación, pero “a su debido tiempo”. Una petición que habían trasladado varios países, entre ellos España, por las graves consecuencias que los ataques israelíes están teniendo sobre la población civil de Gaza.
En la previa de la edición de Eurovisión, que este sábado celebra su gran final, no había habido tanto ruido en torno a esta cuestión como en 2024. Diez de sus participantes firmaron un “alto al fuego” en Gaza, hubo protestas ciudadanas en Suecia –sede del evento–, la prensa israelí acosó a periodistas españoles —de lo que fue testigo verTele— y su delegación se enfrentó con la de otros países competidores. Aun así, la presencia de Israel este 2025 ha ido tomando protagonismo, empezando por el recibimiento a su candidata, que es una superviviente de los ataques de Hamás del 7 de octubre, y que afirmó que había ensayado su actuación con abucheos para prepararse. No se equivocaba.
La UER expulsó a seis personas del ensayo de la segunda semifinal por protestar con pitos y banderas de Palestina su actuación en el estadio St. Jakobshalle de Basilea (Suiza) que acoge el certamen. Prueba a la que había sido recibida igualmente entre gritos. Todo ello en un contexto en el que la organización ha prohibido a los artistas participantes portar cualquier bandera que no sea la oficial del país al que representa, quedando excluidas cualquier insignia de reivindicación del Orgullo LGTBIQ+ o símbolo de apoyo a Palestina.
Aunque en líneas generales los candidatos no se hayan pronunciado sobre esta cuestión, sí que más de 70 artistas de Eurovisión –incluida la española Blanca Paloma– han firmado una carta contra la UER por su “complicidad con el genocidio de Israel”. Las televisiones públicas, como la belga y la española, también se han pronunciado durante las emisiones de las semifinales. “Israel tiene voto, el pueblo palestino no”, indicaron en la primera, mientras que Tony Aguilar y Julia Valera, comentaristas de RTVE, recordaron las cifras de muertos en Gaza y los supuestos valores que el festival promulga antes de la actuación de la actuación de Yuval Raphael y su canción New Day Will Rise.
La cantante logró la clasificación para la final, por lo que este sábado podría sumar una nueva victoria para Israel en Eurovisión, en una nueva edición del certamen empañada por la presencia de su país.