La lista o la vida

Narrador: ¿Está diciendo que un libro, ese libro concretamente, impulsó a la gente a quitarse la vida?

Profesor: Sí.

Narrador: ¿Y usted quiere que nos leamos ese libro?

Profesor: Sí.

El narrador le da las gracias al profesor y le indica que ya puede volver a su sitio.

Narrador: Dejé de ir a clase y empecé a ir a la biblioteca.

La obra comienza con un intento de suicidio por parte de la madre del protagonista cuando este tiene siete años. Para gestionar el golpe, ese niño que se convertirá en el Narrador de la obra, mientras está en el hospital esperando a su madre, decide empezar una lista de las cosas de la vida por las que merece la pena vivir.

1. Los helados
2. Las guerras de globos de agua
3. Que te dejen quedarte viendo la tele cuando ya ha pasado la hora de dormir.

La redacción de esa lista va a continuar a lo largo de toda su vida. A partir de ese momento hay dos leitmotiv: la lista de las cosas por las que merece la pena vivir y el suicidio. Dicho de otra manera: la lista de las cosas por las que merece la pena vivir y la lista de las cosas por las que merece la pena morir. Ser o no ser, una vez más. A veces una lista tiene más peso, a veces lo tiene la otra. Y los espectadores sabemos lo que va a pasar si lo negativo supera a lo positivo.

Esa tensión gravita durante toda la obra y le da densidad de lo real a todo lo que ocurre. La presencia de la muerte siempre da más sentido a la vida.

1000. Que alguien te deje libros.
1001. Que alguien se lea de verdad los libros que le dejas.
10000. Despertarte tarde al lado de alguien a quien quieres.

Es una obra escrita para un solo actor, o actriz, que utiliza al público para que interprete al resto de los personajes: el padre, el profesor, la veterinaria, la novia del protagonista… son interpretados por el público siguiendo las indicaciones y notas que el protagonista les va dando.

Un recurso que, inevitablemente, mantiene viva cada función. Es totalmente literal que cada representación es diferente y quien interpreta al protagonista no puede permitirse hacer lo mismo que en la última función, porque los rostros de los compañeros con los que actúa cambian cada día.

320. Hacer las paces después de una discusión.
516. Ganar alguna cosa.
654. Marlon Brando.

Si levantamos la ceja y nos ponemos cínicos la mayoría de las cosas extraordinarias son tonterías. Lo son, realmente lo son. Las cosas extraordinarias son tonterías, o, mejor dicho, no son nada. En realidad, nada significa nada, per se. Podemos hablar de la insustancialidad de la realidad, o de esas teorías de la física cuántica que dicen que nada existe hasta que lo miras. Que salga el sol cada mañana lo podemos vivir como un milagro o como una tontería, al fin y cabo la felicidad es una decisión. Una decisión consciente o inconsciente. Si nuestro inconsciente está programado para hacernos infelices, o para que nos suicidemos, tenemos la opción de leer esta lista para cambiarle poco a poco la programación.

4997. Los regalos que querías pero que no habías pedido
7428. Que lean las reseñas que escribes y descubran libros que les hacen felices.
9994. Los gatos simpáticos

No nos pide que creamos que las cosas son extraordinarias, nos ofrece la posibilidad de experimentarlo, de salir del teatro habiendo renovado nuestra mirada sobre el mundo. La lista de las cosas extraordinarias está abierta a que la continuemos hasta el infinito, yo ya lo he hecho.

En esta edición junto a la obra está el prólogo y las notas de Brays Efe, actor que interpretó esta obra recientemente: “Creo que este texto a mí me ha hecho mejor. Estoy menos solo después de leerlo, trabajarlo y representarlo”. Desde luego es una obra que apetece experimentar como actor y como espectador. Una obra extraordinaria, o no. Tú decides hasta dónde llega tu lista.

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Autor: Duncan Macmillan. Prólogo y notas: Brays Efe. Título: Las cosas extraordinarias. Editorial: Temas de hoy. Venta: Todostuslibros.

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