Hallan un inédito furioso de Quevedo contra el abuso de poder del conde-duque de Olivares
Un texto inédito de Francisco de Quevedo hallado en los Archivos Nacionales de Francia por dos investigadores españoles aporta una nueva prueba sobre el conocido enfrentamiento entre el célebre escritor del siglo de Oro y el conde-duque de Olivares. Fue hace dos años cuando Antonio Azaustre Galiana , catedrático de Literatura Española de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), y José Manuel Rico García , profesor de la Universidad de Huelva, viajaron a París para investigar una serie de comentarios filológicos en el conocido como fondo Tiran y descubrieron la obra. Revisamos varias cajas con documentos sobre el conde-duque, les llamó la atención un documento fechado en Villanueva de los Infantes fechado en 1633, pues sabían que el escritor se había retirado a la localidad de Ciudad Real en esa época, probablemente en casa del duque de Medinaceli, también alineado con la nobleza opuesta al valido de Felipe VI . «Durante un tiempo lo estudiamos con calma y, finalmente, llegamos a la conclusión de que, sin duda, era de Quevedo y además muy interesante», explica a ABC Azaustre. Según se puede leer en la parte final del mismo, el autor lo terminó de escribir el 30 de agosto de ese año. La obra, una copia manuscrita del original que consta de 21 folios «muy bien conservados», está dedicada a don Fadrique de Toledo, un héroe militar de la época que había caído en desgracia por su enemistad con el conde-duque de Olivares . «No nos consta que tuviera relación directa con él, pero Quevedo le admiraba», añade Rico García. Por eso, el valido de Felipe IV es precisamente el objetivo de este escrito, a quién Quevedo critica duramente a lo largo de todo el documento, aunque no le cite explícitamente, imitando la retórica y el estilo de Séneca, por quien que el literato estaba muy influenciado en esos años. «Es un texto político importante, que confirma de manera muy directa y con una violencia bastante explícita el enfrentamiento que mantenía desde hacía tiempo con el conde-duque de Olivares. Una decepción que era muy evidente, y por muchas causas, en 1633. Quevedo había pertenecido siempre a la facción nobiliaria que se oponía a la familia del valido, aunque en alguna ocasión había colaborado con él. El texto también estuvo motivado por la decepción que sufría por la deriva de la Monarquía y el Imperio español, que en esas fechas era muy grande», añade el catedrático de Literatura Española de la USC. Aunque en el texto no aparece en ningún momento el nombre del conde-duque de Olivares, los autores deducen por sus palabras que se refiere al valido del Rey, con alusiones tan directas como la siguiente: «La venganza es como la abeja, que, por dar una picadura que se quita con el lodo, se da la muerte. ¡Qué de poderosos he visto que, si perdonaran pequeños disgustos, se perdonarán a sí mismos graves desdichas!». En ese sentido, Azaustre y Rico señalan que Quevedo utilizó la metáfora de la abeja en otras obras. Según ambos expertos –autores y editores del volumen 'Desconsuelos de los dichosos para que reconozcan los peligros de serlo y sepan prevenirlos' (Áurea Hispánica), que ofrece el texto inédito y un estudio pormenorizado de él–, hay que tener en cuenta que justo un mes antes, Quevedo terminó de escribir en la misma localidad su 'Execración contra los judíos'. En esta obra también cargaba abiertamente contra el conde-duque por haber cogido a los judíos portugueses como prestamistas de la Corona en lugar de los genoveses. «No es casualidad que escriba en ese mismo verano dos textos contra Olivares, puesto que está está en abierto enfrentamiento con él», apunta Azaustre. En la portada de la obra hay cuatro líneas tachadas después del título, en las que se ha podido leer, con la ayuda de expertos forenses de Sevilla y Santiago de Compostela, que fue escrito por «Don Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago». Asimismo, al final de la dedicatoria a don Fabrique aparecen otras dos líneas tachadas, que también aluden al autor de 'El buscón'. Se sabe también, por la biografía de Quevedo escrita por Pablo Antonio de Tarsia, que existió una obra titulada 'La felicidad desdichada' que «le habían ocultado». «Nosotros creemos que es la misma que los 'Desconsuelos de los dichosos…'», asegura el catedrático de la USC. La obra se estructura como un diálogo entre el sentido y la razón y en ella advierte de los peligros de la soberbia y la caída inevitable de los poderosos que ignoran la omnipotencia de Dios. Según subraya Rico, esta obra forma un díptico con la obra 'Los remedios de cualquier fortuna', atribuida a Séneca, que Quevedo había traducido y comentado. «Es una auténtica maravilla y de una dificultad extrema. En otras obras está muy presente el estilo de Séneca, pero aquí es donde más se subraya. Literariamente es formidable», afirma Rico. Según los autores, el texto fue copiado en la segunda mitad del siglo XVII, poco después de que el autor del Siglo de Oro escribiera el original. Más tarde pas
Un texto inédito de Francisco de Quevedo hallado en los Archivos Nacionales de Francia por dos investigadores españoles aporta una nueva prueba sobre el conocido enfrentamiento entre el célebre escritor del siglo de Oro y el conde-duque de Olivares. Fue hace dos años cuando Antonio Azaustre Galiana , catedrático de Literatura Española de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), y José Manuel Rico García , profesor de la Universidad de Huelva, viajaron a París para investigar una serie de comentarios filológicos en el conocido como fondo Tiran y descubrieron la obra. Revisamos varias cajas con documentos sobre el conde-duque, les llamó la atención un documento fechado en Villanueva de los Infantes fechado en 1633, pues sabían que el escritor se había retirado a la localidad de Ciudad Real en esa época, probablemente en casa del duque de Medinaceli, también alineado con la nobleza opuesta al valido de Felipe VI . «Durante un tiempo lo estudiamos con calma y, finalmente, llegamos a la conclusión de que, sin duda, era de Quevedo y además muy interesante», explica a ABC Azaustre. Según se puede leer en la parte final del mismo, el autor lo terminó de escribir el 30 de agosto de ese año. La obra, una copia manuscrita del original que consta de 21 folios «muy bien conservados», está dedicada a don Fadrique de Toledo, un héroe militar de la época que había caído en desgracia por su enemistad con el conde-duque de Olivares . «No nos consta que tuviera relación directa con él, pero Quevedo le admiraba», añade Rico García. Por eso, el valido de Felipe IV es precisamente el objetivo de este escrito, a quién Quevedo critica duramente a lo largo de todo el documento, aunque no le cite explícitamente, imitando la retórica y el estilo de Séneca, por quien que el literato estaba muy influenciado en esos años. «Es un texto político importante, que confirma de manera muy directa y con una violencia bastante explícita el enfrentamiento que mantenía desde hacía tiempo con el conde-duque de Olivares. Una decepción que era muy evidente, y por muchas causas, en 1633. Quevedo había pertenecido siempre a la facción nobiliaria que se oponía a la familia del valido, aunque en alguna ocasión había colaborado con él. El texto también estuvo motivado por la decepción que sufría por la deriva de la Monarquía y el Imperio español, que en esas fechas era muy grande», añade el catedrático de Literatura Española de la USC. Aunque en el texto no aparece en ningún momento el nombre del conde-duque de Olivares, los autores deducen por sus palabras que se refiere al valido del Rey, con alusiones tan directas como la siguiente: «La venganza es como la abeja, que, por dar una picadura que se quita con el lodo, se da la muerte. ¡Qué de poderosos he visto que, si perdonaran pequeños disgustos, se perdonarán a sí mismos graves desdichas!». En ese sentido, Azaustre y Rico señalan que Quevedo utilizó la metáfora de la abeja en otras obras. Según ambos expertos –autores y editores del volumen 'Desconsuelos de los dichosos para que reconozcan los peligros de serlo y sepan prevenirlos' (Áurea Hispánica), que ofrece el texto inédito y un estudio pormenorizado de él–, hay que tener en cuenta que justo un mes antes, Quevedo terminó de escribir en la misma localidad su 'Execración contra los judíos'. En esta obra también cargaba abiertamente contra el conde-duque por haber cogido a los judíos portugueses como prestamistas de la Corona en lugar de los genoveses. «No es casualidad que escriba en ese mismo verano dos textos contra Olivares, puesto que está está en abierto enfrentamiento con él», apunta Azaustre. En la portada de la obra hay cuatro líneas tachadas después del título, en las que se ha podido leer, con la ayuda de expertos forenses de Sevilla y Santiago de Compostela, que fue escrito por «Don Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago». Asimismo, al final de la dedicatoria a don Fabrique aparecen otras dos líneas tachadas, que también aluden al autor de 'El buscón'. Se sabe también, por la biografía de Quevedo escrita por Pablo Antonio de Tarsia, que existió una obra titulada 'La felicidad desdichada' que «le habían ocultado». «Nosotros creemos que es la misma que los 'Desconsuelos de los dichosos…'», asegura el catedrático de la USC. La obra se estructura como un diálogo entre el sentido y la razón y en ella advierte de los peligros de la soberbia y la caída inevitable de los poderosos que ignoran la omnipotencia de Dios. Según subraya Rico, esta obra forma un díptico con la obra 'Los remedios de cualquier fortuna', atribuida a Séneca, que Quevedo había traducido y comentado. «Es una auténtica maravilla y de una dificultad extrema. En otras obras está muy presente el estilo de Séneca, pero aquí es donde más se subraya. Literariamente es formidable», afirma Rico. Según los autores, el texto fue copiado en la segunda mitad del siglo XVII, poco después de que el autor del Siglo de Oro escribiera el original. Más tarde pasaría al fondo Tiran, que debe su nombre al oficial de la Guardia Real francesa Melchor Tiran, que compró esta colección de documentos durante su estancia en España en el siglo XIX. Antes había pertenecido al ilustrado Felipe de Beltrán, que llegó a ser obispo de Salamanca e inquisidor general. Está compuesto de 53 cajas de papeles de política, comercio, guerra y literatura española, que hoy se conservan en la sede Pierrefitte-sur-Seine de los Archivos Nacionales de Francia.
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