El lenguaje vegetal de los cuidados
La palabra «vivero» remite, por lo general, a los invernaderos, esos lugares asépticos y controlados en donde crecen las plantas. Sin embargo, también se refiere a los criaderos de peces y moluscos. En cualquiera de sus acepciones, se trata, pues, de un lugar donde florece la vida en circunstancias de absoluta dependencia. Para A. J.... Leer más La entrada El lenguaje vegetal de los cuidados aparece primero en Zenda.

Cuidar un cuerpo humano enfermo es aprender un lenguaje extraño, compuesto por pausas, gestos mínimos y precauciones silenciosas; un idioma similar al de las plantas. A. J. Ponce lo experimentó en primera persona durante la época en la que se dedicó al cuidado de su padre, diagnosticado de Alzheimer. A la par, realizaba una investigación académica sobre las maneras de empatizar con el mundo vegetal. Ese relato de desconcierto, (des)aprendizaje y nuevas intimidades familiares está contenido en Vivero, un texto premiado en 2022 por el Ministerio de las Culturas de Chile (país natal del autor) y que ahora la editorial Dos Manos edita para España.
En Vivero, Ponce navega entre la novela, la poesía y el diario íntimo. Los capítulos, cortos en su gran mayoría, no siguen un orden cronológico. Al contrario, proponen un recorrido fragmentario. Esta estructura, por una parte, simboliza ese no-tiempo de la enfermedad, y por otra pone en diálogo el mundo interior del protagonista con la ruptura de las dinámicas del espacio doméstico. No estamos, pues, ante un texto de carácter testimonial sobre lo material y lo palpable del Alzheimer, sino, más bien, ante una exploración lírica de lo emocional y anímico, donde la observación, el dolor y la rutina se subliman a través de la literatura. De ahí que muchos de los capítulos se sientan como poemas en prosa, abstractos y simbólicos, en los que, sin imposiciones y gracias a la hábil pluma del autor, la «trama» avanza.
A la par que el padre sufre el deterioro de la enfermedad, el narrador descubre su propia vulnerabilidad. Con una prosa contenida pero intensa, Ponce describe escenas en las que, por ejemplo, el hijo limpia el cuerpo lacerado del padre: «Limpiar con mimo la privacidad del espacio entre sus glúteos. Aguantar la respiración y recordar en todas las veces que él lo hizo por mí. […] Hoy yo lo sostengo a la vez que él me contiene sosteniéndolo».
En otra escena, el padre (cuyo trasfondo biográfico lo lleva del hogar al escenario del narco en Chile) se derrumba en el suelo en medio de un berrinche cuasi infantil. «Nuestra relación desde el despertar de su enfermedad es rica en símbolos infantiles», escribe Ponce. En este sentido, asistimos a la crisis identitaria del hijo, que se ve inmerso en un rol de soporte; mientras el padre se debate en la aceptación de su propia dependencia. Esto deriva en un constante cuestionamiento del narrador sobre su papel en el entramado familiar: como hijo, como hermano y como individuo.
Con Vivero, A. J. Ponce se inscribe con singularidad en el territorio de las narrativas sobre los cuidados, habitado mayoritariamente por voces femeninas (Nótense obras como Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, u Ojo de hormiga, de Júlia Peró). Sumido en la rutina de limpiar, alimentar y curar, con el hartazgo, la culpabilidad y la tristeza que ello conlleva, Ponce desplaza los afectos fuera de las tramposas fronteras binarias del género. El carácter híbrido de su prosa nos recuerda que la escritura, como el cuidado, es un ejercicio de ahínco y vulnerabilidad, en el que la atención es afecto, y que el cuerpo, aun en proceso de marchitarse, es vida.
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Autor: A. J. Ponce. Título: Vivero. Editorial: Dosmanos. Venta: Todos tus libros.
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