Carta a Inocencio F. Arias

Se me ha ocurrido escribirte una carta aunque te voy a ver pronto, si no falla nada, para hacerte una entrevista de pódcast. Pero yo sé muy bien que una carta es una comunicación diferente, muy íntima y distinta, y tiene poco que ver con el hablar. Además, es un género literario maravilloso. Ahora que... Leer más La entrada Carta a Inocencio F. Arias aparece primero en Zenda.

May 15, 2025 - 00:28
 0
Carta a Inocencio F. Arias

Querido Chencho:

Se me ha ocurrido escribirte una carta aunque te voy a ver pronto, si no falla nada, para hacerte una entrevista de pódcast. Pero yo sé muy bien que una carta es una comunicación diferente, muy íntima y distinta, y tiene poco que ver con el hablar. Además, es un género literario maravilloso. Ahora que no se escriben cartas yo creo que van a quedar como literatura, como puro género literario.

Puro género literario, sí,  pero que conserva todo su poder comunicativo. En una carta podemos decir todo lo que no podemos decirle al otro, pero no sólo al otro sino decirlo de nosotros mismos. Las cartas hablan tanto de la persona a la que nos dirigimos como de nosotros mismos, y por eso también me parecen tan magníficas.

El autor de una carta, no obstante, es el que escribe, pero de alguna manera también es el que la recibe, el que la inspira, porque esa inspiración no deja de ser esencial en su escritura y en toda su configuración, en su esencia y sustancia me atrevería a decir.

Eres muy amigo de dos tíos míos, Santiago y Carlos, y fuiste compañero de uno de ellos, Santiago, en la diplomacia. Mis dos tíos me han hablado de ti y gracias a ellos he podido conocerte. Te he visto en días familiares, desde una boda a un entierro, y yo luego he podido quedar contigo en sucesos varios para entrevistarte. Recuerdo por ejemplo que una vez acudí al Club Siglo XXI, en Madrid, que presidías, para entrevistarte. Ese día hablaba allí Santiago Abascal, en los primeros días de Vox. Fue interesante escucharlo, y por supuesto entrevistarte después a ti en una de las mesas del Hotel Eurobuilding.

También, allí, en el Club Siglo XXI, tuve la oportunidad de escuchar a Javier Cercas, en un acto contigo y con mi tío Santiago Martínez Lage, y en otro a Mario Vargas Llosa, uno de mis escritores queridos y admirados. Ahora que lo pienso siempre te mueves en lo interesante, tu mundo es atractivo y lleno de contenido, desde lo que dices a lo que escribes, a los ambientes que frecuentas o las gentes que tratas.

Como me decía hace poco mi amigo César López Benito, host del pódcast El Aprehendedor, con el que estoy colaborando, has conocido “a todo el mundo, y a la crème de la crème”. También me dijo en una ocasión mi tío Santiago, mientras yo preparaba una de mis entrevistas, que tratabas a todo el mundo igual, desde el Rey a la persona en principio menos señalada.

Tienes fama de auténtico, y yo creo que lo eres, por supuesto, y también de ameno; desde luego tu conversación lo es, y tus libros, por lo que he podido ver, leer, también, lo son. Se ve que eres una persona muy cordial, pero muy seria. Te preparas bien los temas, a fondo, y luego los expones, los analizas, con claridad y, sí, con amenidad. Seguro que has actuado así no sólo como escritor, sino en todos los terrenos en los que has transitado, como si esto fuera una segunda naturaleza.

Nunca olvidaré aquella vez que te hice mi primera entrevista, para la revista Época, y fue en un banco de piedra de una plaza de Madrid, cerca de tu domicilio, si no me equivoco. Luego me invitaste a desayunar a un bar, lo que me hizo mucha ilusión. Algo que me dijiste entonces, que recuerdo muy bien y que incluso he escrito en un ensayo, es que las conferencias hay que aceptarlas “de temas que  te gusten, porque de lo contrario no te van a interesar y por lo tanto no las vas a preparar”. Nunca he olvidado ese sencillo pero muy útil consejo. Además, tengo entendido que tú eres un conferenciante estupendo, quizá por eso, pero también por muchas otras razones.

Una vez me dijiste que de joven quisiste hacer Periodismo  y que tu madre no te dejó. Me llamó la atención esto, aunque supongo que en la época era bastante normal. También comprendo a tu madre, aunque yo haya seguido el camino de mi vocación, un camino, al menos en mi caso, no tan práctico.

Quizá sólo en apariencia, ¿porque acaso no es práctico hacer lo que te llena? Práctico para mi corazón, sin embargo, y para mi felicidad, pero no redondo, porque no lo hay, y porque en esta vida no se puede respirar nunca tranquilo.

Como ha demostrado tu propia vida hubieras sido un magnífico periodista, porque has escrito  muchísimos artículos y has colaborado en multitud de medios, sobre todo yo diría que una vez jubilado, en estos últimos años. Aparte de los libros, sé que colaboras en periódicos, en televisiones, en radios, en Internet…

Especialmente recuerdo ahora el programa Cowboys de medianoche, con Luis Alberto de Cuenca, José Luis Garci, Luis Herrero y Eduardo Torres Dulce, que fue la persona que generosamente me invitó en una ocasión, para que hablara allí de La guerra de las galaxias, en la “más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes ni esperan ver los venideros”, como diría el inefable Cervantes. Digo esto por la admiración e interés que suscita este programa, y por lo que me gustó participar en él.

Te he entrevistado, que yo recuerde, dos veces, formalmente, para Época y para El Día Digital de Castilla La Mancha, pero he hablado contigo muchas veces. Siempre aprendo algo nuevo de ti, con tus ideas y comentarios, con tu experiencia, con tu buen humor y sonrisa, tu saber y buen tratar a la gente.

Una vez te pedí un prólogo para mi libro Cartas de un joven escritor a Don Quijote de la Mancha, pensando que eras la persona ideal para hacerlo, y me hiciste un precioso prólogo, muy bien documentado. Te lo pedí en los inicios de la pandemia, y me contaste que para escribirlo habías leído varias obras sobre Cervantes y el Quijote.

Como dicen ahora eres “un profesional”, y te va bien esta distinción. También me pareces muy buena persona, naturalmente, y mucho más “escritor” de lo que estás dispuesto a admitir, porque tus libros lo demuestran, aunque imagino que te consideras más “periodista”, y tienes derecho para ello. Hoy en día parece que lo de “periodista” se ha quedado un poco en tierra de nadie, que nadie es o puede ser periodista, pero esta función y profesión, la paguen o no, sigue teniendo validez, sigue siendo necesaria. Yo diría que es imprescindible, quizá ahora más que nunca.

En fin, que no sólo eres simpático y auténtico, sino serio y formal, aunque muy afable, como parece que ya se va destilando de esta carta.

Nos vemos poco porque llevamos vidas muy distintas, y por la diferencia de edad. Pero todavía nos vemos de vez en cuando, y de vez en cuando también yo te llamo y te pregunto por tu vida, por lo que haces, por  lo que opinas. Hace no mucho, por ejemplo, me dijiste que te ibas a Estados Unidos a seguir las elecciones norteamericanas, y yo te dije “¡qué interesante!”, y te pregunté si escribirías algo. “No lo sé —me contestaste—, pero supongo que será inevitable.”

De algún modo, siempre estás en el ojo del huracán, o en uno de los ojos, al menos. Siempre estás en algo interesante, o haciéndolo o presenciándolo. Y luego lo cuentas, lo analizas, lo transmites. Eso es ser periodista, ahora que lo pienso.

Cuento mucho contigo para lo que hago, para mis entrevistas y mis cosas. La verdad es que no paras, y yo creo que eso es muy bueno. La vida, pienso, no sólo se hace sola, se construye sola, también la tenemos que ir elaborando nosotros mismos, quizá también para que sea algo propio, personal, algo de lo que finalmente estemos orgullosos, o un poco al menos. También la hacemos con los demás, con gente como tú, y eso es un placer.

Estos días he vuelto a tus libros y me he acordado mucho de ti. He recordado por ejemplo las veces, algunas veces al menos, en las que hemos coincidido, de lo que hemos hablado, lo que he publicado sobre ti. La verdad es que siempre te has portado muy bien conmigo y te lo agradezco mucho.

Ahora no olvido, por si fuera poco, que has acudido a dos presentaciones mías, la de ese primer libro que escribí, las Cartas a Don Quijote, y que publiqué muchos años después, y la de mi novela Cuerpos y letras, que presentó mi tío Santiago en la Facultad, en Filosofía y Letras de la Universidad Complutense.

Sé además que eres un gran lector, un fino lector, me atrevería a decir, lo que se transparenta en tus propias obras, y que has tenido el privilegio de ser amigo de escritores a los que yo admiro tanto como Gabriel García Márquez y el citado Mario Vargas Llosa. En realidad has conocido a mucha gente interesante y admirable, no sólo por tu trabajo y funciones sino por tu talento, por tu forma de ser, por tus cualidades humanas.

Lo que somos nos acerca más a los otros que lo que hacemos, aunque es cierto que lo que hacemos sin duda tiene origen en lo que somos, y que lo que somos está condicionado por lo que hacemos.

La entrada Carta a Inocencio F. Arias aparece primero en Zenda.