Adiós, Caballero Hernán Lara Zavala
LOS CUERVOS ESTÁN DE LUTO La obra de Octavio Paz no es de nadie. Es de todos. Pero ahora resulta que el Senado mexicano hace trámites para quedarse con los derechos de autor de las obras completas del Nobel mexicano, para lo cual está incluso en “pláticas” con los “herederos” del legado paciano, en este... Leer más La entrada Adiós, Caballero Hernán Lara Zavala aparece primero en Zenda.

No se arrepintió de ser escritor. Sabía que es muy difícil hacer dinero con este oficio; pero, evidentemente, ningún escritor que se respete, decía, está nada más ahí por el dinero. Se definía como “un hombre optimista con unos ojos de duda y, al mismo tiempo, de crítica”. Escritor, editor, gestor cultural y catedrático, Hernán Lara Zavala murió hace pocos días a los 79 años. En 2023 había publicado una novela, El último carnaval (Alfaguara), una suerte de testamento literario, en el que relató su adolescencia y juventud en la Ciudad de México en las décadas de 1950 y 1960, en un contexto marcado por los “rebeldes sin causa” y el movimiento estudiantil de 1968. Novelista, cuentista, ensayista, Hernán Lara Zavala fue despedido con tristeza por sus amigos, colegas y alumnos, así como de instituciones culturales, sobre todo la UNAM, donde era profesor. Su amigo Saúl Juárez escribió: “Cuánto de cada uno de nosotros se va tras de ti para seguir la conversación pendiente sobre el Quijote, los piratas en Campeche, los narradores ingleses. Aquí quedan para siempre tus libros, tu inteligencia y tu talante de príncipe de las letras. Buen camino, hermano”. Formador de escritores, su prosa ha sido reconocida por un estilo elegante y profundo. Entre sus obras destacan Charras, Después del amor y otros cuentos y Península, península, novela por la cual recibió el Premio Real Academia Española en 2010. El mejor homenaje, no huelga decirlo, es leerlo.
LOS CUERVOS ESTÁN DE LUTO
La obra de Octavio Paz no es de nadie. Es de todos. Pero ahora resulta que el Senado mexicano hace trámites para quedarse con los derechos de autor de las obras completas del Nobel mexicano, para lo cual está incluso en “pláticas” con los “herederos” del legado paciano, en este caso el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, el DIF de la Ciudad de México, poseedor de los derechos “de los bienes tangibles y no tangibles” del autor de Piedra de sol por decisión judicial, al no existir herederos de su obra. Y de pronto aparecen los tejemanejes de sus señorías para que se le otorgue, a título gratuito, a la Cámara de Senadores, los derechos de autor de las obras completas de Octavio Paz “para su reimpresión, publicación y difusión”, señalan, y agregan sin sorna “esto es de la mayor relevancia”, según declaró el director general de Asuntos Jurídicos del Senado, Genaro Vásquez. Pero resulta que el Senado no es una institución para ofrecer obras literarias o prestar algún servicio público a la población distinto al de legislar en pro de sus conciudadanos. ¿No sería más apropiado que los derechos de la obra literaria de Paz estuvieran a cargo de un equipo editorial, de una institución cultural o académica que se encargue de editarla, difundirla y promoverla como es debido? ¿El Senado? Parece un chiste. Pero no lo es. El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, resulta que es un apasionado de la poesía, y quiere que el Senado se quede con los derechos de autor de la obra del poeta, la cual implica por supuesto el pago de regalías por parte de quien haga uso de dicha obra. Las informaciones apuntan a que derivado del juicio de la sucesión testamentaria de Paz y Marie Jo, al haber muerto sin descendencia, se dictaminó que la heredera universal sería “la beneficencia pública”, esto es, el DIF. Y por ahí el Senado la quiere colar. ¿Y el Fondo de Cultura Económica qué dice? ¿Y el Instituto Nacional de Bellas Artes? ¿Hay en este asunto alguien con el mínimo de cordura y coherencia?
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