Que si al Gobierno se le funden los plomos y que si la oposición tiene pocas luces
El apagón del pasado 28 de abril ha dado y sigue dando mucho juego lingüístico, tanto en la calle como en los medios de comunicaciónArchiletras | Todo es lengua - Aprender al mismo tiempo a hablar y a signar “El colapso del sistema. ¡Demasiados enchufes!”, se podía leer este martes en la viñeta de El Roto en El País, sobre una imagen a grandes trazos, negro sobre blanco, de una torre de alta tensión. En el Diccionario de las academias, enchufe es un “dispositivo en el que encaja una clavija de conexión eléctrica” y es también un “cargo o destino que se obtiene sin méritos, por amistad o por influencia política”. El humor, incluso el de El Roto, está la mayoría de las veces basado en un fenómeno lingüístico. El Roto es en sí mismo parte de un fenómeno lingüístico y artístico. Digo parte porque El Roto es una de las cuatro firmas artísticas que utiliza una misma persona. En su DNI pone su nombre oficial, Andrés Rábago, con el que firma su obra pictórica, también muy interesante y valiosa, y en los últimos años reconocida. Como viñetista y humorista gráfico, usa tres nombres: Ops, Jonás y El Roto. Cada uno de ellos, con su propio carácter, con su propia personalidad. Hace muchos años, el siglo pasado, yo telefoneé a Rábago desde El País para encargarle un trabajo para alguno de los productos del fin de semana, que eran los de mi competencia. Le conté el asunto, no recuerdo de qué se trataba, y me cortó diciéndome: “Eso que me propones sería adecuado para Ops, pero quien hace viñetas para El País es El Roto”. El humor está la mayoría de las veces basado en un fenómeno lingüístico, en efecto. El humor es una capacidad humana tan sorprendente como la lengua. El apagón del pasado 28 de abril ha dado y sigue dando mucho juego lingüístico, tanto en la calle como en los medios de comunicación. Que si al Gobierno se le han fundido los plomos. Que si los de la oposición tienen pocas luces. Que si a este —o a esta— le están haciendo luz de gas. Que si al presidente no le quedan encendidas ni las luces de emergencia. Que si saldrán o no saldrán a la luz las verdaderas causas de que se nos fuera la luz… Tras el lío ferroviario del domingo y el lunes pasados, hay quien ha unido ambas cosas y constatado que para muchos viajeros no había luz al final del túnel.

El apagón del pasado 28 de abril ha dado y sigue dando mucho juego lingüístico, tanto en la calle como en los medios de comunicación
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“El colapso del sistema. ¡Demasiados enchufes!”, se podía leer este martes en la viñeta de El Roto en El País, sobre una imagen a grandes trazos, negro sobre blanco, de una torre de alta tensión. En el Diccionario de las academias, enchufe es un “dispositivo en el que encaja una clavija de conexión eléctrica” y es también un “cargo o destino que se obtiene sin méritos, por amistad o por influencia política”.
El humor, incluso el de El Roto, está la mayoría de las veces basado en un fenómeno lingüístico. El Roto es en sí mismo parte de un fenómeno lingüístico y artístico. Digo parte porque El Roto es una de las cuatro firmas artísticas que utiliza una misma persona. En su DNI pone su nombre oficial, Andrés Rábago, con el que firma su obra pictórica, también muy interesante y valiosa, y en los últimos años reconocida. Como viñetista y humorista gráfico, usa tres nombres: Ops, Jonás y El Roto. Cada uno de ellos, con su propio carácter, con su propia personalidad.
Hace muchos años, el siglo pasado, yo telefoneé a Rábago desde El País para encargarle un trabajo para alguno de los productos del fin de semana, que eran los de mi competencia. Le conté el asunto, no recuerdo de qué se trataba, y me cortó diciéndome: “Eso que me propones sería adecuado para Ops, pero quien hace viñetas para El País es El Roto”.
El humor está la mayoría de las veces basado en un fenómeno lingüístico, en efecto. El humor es una capacidad humana tan sorprendente como la lengua.
El apagón del pasado 28 de abril ha dado y sigue dando mucho juego lingüístico, tanto en la calle como en los medios de comunicación. Que si al Gobierno se le han fundido los plomos. Que si los de la oposición tienen pocas luces. Que si a este —o a esta— le están haciendo luz de gas. Que si al presidente no le quedan encendidas ni las luces de emergencia. Que si saldrán o no saldrán a la luz las verdaderas causas de que se nos fuera la luz…
Tras el lío ferroviario del domingo y el lunes pasados, hay quien ha unido ambas cosas y constatado que para muchos viajeros no había luz al final del túnel.