«Los grupos de ahora ya no beben, no se drogan; van al gimnasio»

Jorge Ilegal (Avilés, 1955) si para, explosiona. Acaba de estrenar el nuevo LP de Ilegales, el potentísimo ‘Joven y arrogante’, y comienza una gira con su grupo que le llevará por España y México. Si los has visto, no añado nada. Si no los has visto, corre a por las entradas, anormal. Ángel exterminador. Creímos en algún momento que ya no existía la guerra en Europa. Y la guerra siempre existe. La Primera Guerra Mundial era la que iba a acabar con todas las guerras. Luego llegó la segunda. La guerra es una constante y Europa ha perdido su ingenuidad. […] La entrada «Los grupos de ahora ya no beben, no se drogan; van al gimnasio» se publicó primero en Ethic.

May 8, 2025 - 12:00
 0
«Los grupos de ahora ya no beben, no se drogan; van al gimnasio»

Jorge Ilegal (Avilés, 1955) si para, explosiona. Acaba de estrenar el nuevo LP de Ilegales, el potentísimo ‘Joven y arrogante’, y comienza una gira con su grupo que le llevará por España y México. Si los has visto, no añado nada. Si no los has visto, corre a por las entradas, anormal.


Ángel exterminador. Creímos en algún momento que ya no existía la guerra en Europa. Y la guerra siempre existe.

La Primera Guerra Mundial era la que iba a acabar con todas las guerras. Luego llegó la segunda. La guerra es una constante y Europa ha perdido su ingenuidad. Ahora entiende aquel axioma de Vegecio: «Si quieres la paz, prepara la guerra». Europa puede ser una gran potencia militar. Es que se pongan de acuerdo. Hay que tener cuidado que me van a joder el título de aquella canción: si Europa se une militarmente… Europa no ha muerto. Cuidado.

¿Tú hiciste aquella canción Heil Hitler para putear a los hippies?

Era sobre todo para molestar a los hippies que sacralizaban el advenimiento de una izquierda no radical que iba a solucionar todos los problemas. Los hippies eran dogmáticos y había que vestir de la misma manera todos. Estaba prohibido vestir de otra manera, había que oler a sobaquina, no lavarse… A mí me parecía repulsivo. Además les estábamos advirtiendo de la existencia de una extrema derecha a la que querían ignorar y que creían que iba a ser sepultada bajo las bondades del socialismo. Yo estaba pegándome de hostias con gente de extrema derecha en la facultad. Ya sabes cómo era la facultad de derecho y cómo era la calle en Gijón. Una ciudad portuaria e industrial en pleno desmantelamiento, que se llamó «reconversión». Siempre buscando eufemismos. Y luego buscando otro eufemismo que supere al anterior en vaguedad. Antes se llamaban paralíticos, luego minusválidos. Ahora se llaman, ¿cómo son?

Gente con habilidades diferentes…

¡Cojones! Como dice un amigo mío paralítico de ambas piernas: «Yo soy paralítico, cojones». Tuvo una de esas enfermedades que los negacionistas de la vacuna creen que es mejor no vacunarse. Pues sus padres se distrajeron con eso y está jodido. Es muy simpático. En una de las ocasiones estaba bailando y con muchas copas de más empezó a decir: «¡Puedo andar! ¡Milagro, milagro!» y ¡boom! Hace años que no lo veo. Una de esas caídas…

Joven y arrogante. Tú eras joven y arrogante.

Sí, era joven y arrogante. El rock and roll requiere cierta arrogancia.

«El rock and roll requiere cierta arrogancia»

Eres joven y arrogante todavía.

La juventud empieza a faltarme. Pero yo cuando estoy cantando la canción, puedo cantarla y en algunos momentos no estoy pensando en mí. Estoy pensando «era joven y arrogante». Estoy pensando en muchos compañeros de la banda. Puedo pensar en ti cuando estabas en la revista Mongolia cuando canto Joven y arrogante.

Pero la arrogancia para lo que nos dedicamos es importante.

La arrogancia es imprescindible. Y en el rock más que en cualquier otra profesión: si no estás convencido de que lo que ofreces es bueno no tienes arrogancia. Estás estafando al público. Tienes que ser arrogante y creer que lo que estás haciendo es realmente bueno.

También sabemos que es bueno no solo por arrogancia sino porque tú te dejas las orejas escuchando lo que hacen otros.

Los que no escuchan a los demás suelen ser los más ignorantes. Saqueo todo. Saqueo a Beethoven, saqueo las armonías inestables de Wagner.

«Los que no escuchan a los demás suelen ser los más ignorantes»

Es ansiedad, qué canción. Nada que ver con el bolero.

Nada que ver con el bolero. Hablo de la ansiedad en cuanto a enfermedad humana del siglo XXI. Probablemente porque las tecnologías avanzan mucho más rápido que la naturaleza humana, que en los últimos 30.000 años ha variado muy poco. Pero en cambio la tecnología crece en progresión aritmética. Aparecen nuevas herramientas como la guitarra eléctrica o la inteligencia artificial. Eso provoca una crisis de ansiedad seria: soy uno de los que la padecen. No sé si habrá sido por dejar las anfetaminas y consumir café.

Cuando puse esa canción, ¡qué centellazo! Dije, como el doctor Frankenstein: «¡El monstruo está vivo!».

Es vitalista. La ansiedad es vitalismo puro también. Es una enfermedad, es incómoda, pero quiere decir que estamos vivos. Quiere decir que el animal está en guardia, que es como tienen que estar los animales. Hay montones de animales que se marchitan porque carecen de ese motor que es la ansiedad. Pones a un montón de antílopes en un sitio reducido sin que ningún león los persiga durante un tiempo y acaban evolucionando mal.

Moloko. Ritmo de guateque. «Terminé de trabajar y me voy a liar».

En las canciones de Ilegales desde el principio hay gloriosas tonterías y hay canciones no exentas de cierta profundidad, pero mongolizar de vez en cuando es muy bueno.

«La ansiedad es una enfermedad, es incómoda, pero quiere decir que estamos vivos»

El Face es un poco nostálgica.

El Face es un individuo fascinante por su fugacidad y por su brillantez. Es el tipo que en la época juvenil marca las tendencias, de repente, se esfuma y se convierte en un pasado invisitable. Hay un gran índice de mortandad en estos tipos. A muchos de nosotros nos ha tocado ser el Face, el tipo de moda, en algún momento de nuestra vida. Y ese Face mío ha muerto: fue una liberación. Eso de ser famoso sobre todo entre el 83 y el 86 era una tortura.

Quisiste ser Mike Kennedy, de Los Bravos.

Conocía a Mike y era fan de Mike totalmente. Y de Micky, de Micky y Los Tonys. Mike era la hostia. Todos los niños querían parecerse a él. Mike era el Face, por ejemplo. O lo fue Micky. O Teddy Bautista, de Los Canarios. Nos llamaban despectivamente ye-yés, que era un término que nosotros considerábamos inadecuado por antiguo. Y aquello explosionó. Y a finales de los 70 aparecen los mods, los rockers, los heavies, los modernos, los skinheads, los punks, el rock andaluz, los hippies. Se divide todo, se multiplica el efecto. Hay una explosión en un medio tan comprimido, tan oprimido también, como era lo que vivía la juventud española sin capacidad de consumo. Cuando aparece esa capacidad de consumir, aparecen los productos para todos. Específicos, para este, para el otro. Era una sociedad de consumo. ¿Qué tenían que hacer las discográficas? Podían ganar dinero con nosotros o no ganarlo. Las tiendas de ropa, igual, y muchas perdieron el tren porque la gente iba a comprarse ropa a París o a Londres o afuera.

Hay gente que se ha quedado encallada en el Face y son una banda tributo de sí mismos.

Hostia, lo que acabas de decir. Banda tributo de sí mismo. Vaya lo que acabas de decir.

No queremos dar nombres.

Banda tributo de sí mismo… Entiendo que hay un pasado que puede ser irrenunciable pero no puedo dejar de ver elementos nuevos. Las canciones que vienen de esta fuente, que en estos momentos está fluyendo de manera torrencial, no van a ser silenciadas. Y están funcionando muy bien. Hace un par de años nuestro público iba de los 40 a los 60 y pico. Ahora va de los 18 a los 40. Y no es que se hayan descolgado los anteriores. Es que ha aparecido un público nuevo que, en vez de oír reguetón, oye cosas como lo que nosotros hacemos.

«Ha aparecido un público nuevo que, en vez de oír reguetón, oye cosas como lo que nosotros hacemos»

Curras la de Dios.

Creía muy ingenuamente, cuando tenía 12 años, que en esto no había que trabajar. Recuerdo que siempre me imaginaba subir a un escenario… El suelo era como de parquet… Estaba allí… Cantaba con mi micro… Una fantasía recurrente. Luego descubrí que hacían falta un montón de cosas más. Incluso entonces mantenía cierta ingenuidad, a pesar de estar en el medio ya muy metido como profesional y haber tocado en una orquesta… Dije: «Voy a dedicar a la música las ocho horas que dedico al estudio en la Facultad de Derecho». Pronto me di cuenta: con ocho horas no me daba tiempo. Voy a dedicarle nueve. Hostia, tengo que dedicarle diez. Hostia, ¿y cuándo como? Empiezas a saltarte las comidas. Empecé a adelgazar muchísimo. A comer cuando podía. A dormir cuando podía.

Parece un sueño la canción monumental de este disco: Orfanato minero.

Tiene un punto onírico, en efecto. El origen está en un bar de estos que es terminal, un bar sin licencia. Estaba bajando unas escaleras donde entré con un amigo excomponente del grupo. Ahí va gente peligrosa, pero todo el mundo se respeta. Van policías fuera de servicio, putas también fuera de servicio. No digo que haya conexión entre ellos… O sí la hay. Vamos músicos fuera de servicio. Gente de todo tipo que no puede dormir. Probablemente por el consumo de estupefacientes o por lo que sea. Te metes ahí y… Algún día te voy a llevar. Hay una fauna tremenda. Todo el mundo se respeta porque toda la gente es potencialmente peligrosa en estos locales. Tengo muchos amigos, casi todos procedentes del orfanato minero. Y alguien me contó su historia en ese local pese a las interrupciones de mi compañero que no paraba de meterse en las rayas de la gente. Tuve que cogerlo, ponerlo en la puerta, cerrar la puerta solo por su seguridad y dejarlo en la puta calle. Ahí es donde se generó la canción. Para darle forma, ese sitio tenía una forma de pop rock…

En esa canción, el tabaco suena.

Ahí la gente se fuma a sí misma.

Muy relacionada: El fondo de la noche.

No todos nos hemos visto en un bar terminal con los demás zombies. Los grupos de ahora probablemente se han visto en ese medio en muy pocas ocasiones porque son gente que ya no bebe, no se droga. Van al gimnasio. Tampoco trasnochan. Hacen lo que les dice su discográfica. Hacen lo que les dice su manager. Hacen lo que les dice su novia. Porque antes hacían lo que les decía su puta madre. Y, claro, contrastan vivamente con nosotros.

Es volver como un poco a los años 50 cuando los artistas hacían todo milimetrado, controlados por discográficas. A esta hora, un podcast. A esta hora, un vídeo. Como monos.

Estas cosas las hago con cierta cortesía pero hago lo que me sale de los cojones. Lo que me pide el instinto. ¿Qué piden las canciones? Piden que las alimentes. ¿Cómo se consigue? Jugándose la vida por ahí. Metiéndose en líos. A veces metiéndote en estos locales o en otros peores. O jugándotela con el mar. O meterte hacia las más oscuras profundidades del yo, de lo que he hablado en algunas ocasiones. Quizá sea la peor experiencia posible: se puede hacer con drogas o sin ellas. No aconsejo a nadie que tome drogas: en cambio, a mí me han sentado bien.

«Cuando contraes esa enfermedad de la música o de las artes, sabes que parte de tu libertad se va a sacrificar»

En este disco una droga aparece: el alcohol. Una constante en tu carrera.

El alcohol no está nada mal. Eso sí; es una droga peligrosa. Es una fiera que muerde fuerte. Pero cuando no tienes una personalidad adictiva puedes renunciar al alcohol o puedes renunciar a cualquier cosa. A lo único que no puedes renunciar, pero no es una droga, es a la música. Cuando contraes esa enfermedad de la música o de las artes, sabes que parte de tu libertad se va a sacrificar porque te gusta mucho eso. Porque lo crees muy valioso. Las cosas que valoras son las que te atan un poquito pero hay que intentar que te aten lo menos posible. Para que exista movilidad es necesario mezclarlas con otras cosas de la vida.

La gira. Cuéntame primero cómo la vas a estructurar. Acabo de ver cómo empezó su gira Miguel Bosé en México: es claramente un playback. Pero sus fans dicen que eso no pasa nada: bueno, que con tal de verle a él…

No voy a hacer eso. Eso lo puedo asegurar: no. Por favor, si algún día hago eso, matadme. En esta gira voy a mezclar canciones desde las primeras hasta el disco este. Lo que hacemos siempre. Vamos seleccionando canciones que nos parezcan agradables de tocar, cambiándolas… A psicópatas como los que tocan conmigo no les puedes obligar a repetir nada, ni quiero hacerlo…

Tus compañeros de generación, tío. Calamaro, Auserón, Urrutia, Ramoncín… Estáis bastante bien, tío, dentro de lo que cabe. ¿Te has sentido de una generación alguna vez?

Calamaro es un poco más joven. Pero no me siento de ninguna generación. Puedo, a lo mejor, tener más conexión con Quevedo que con mi compañero de clase. O con Juvenal o con Marcial.

¿Te han servido de poco el tiempo y la experiencia?

De muy poco me han servido. De cero patatero.

La entrada «Los grupos de ahora ya no beben, no se drogan; van al gimnasio» se publicó primero en Ethic.