Porno del doce

“Siempre igual”, dice un vecino. “Viene la gente, se queda pasmada y empiezan las risitas”. El experto César del Valle cuenta que los visitantes solemos obviar el resto de las esculturas: juglares, músicos, saltimbanquis, enmascarados, bebedores. “Nos asombra el sexo, pero aquí la lujuria solo es un vicio más, como la borrachera o la juerga.... Leer más La entrada Porno del doce aparece primero en Zenda.

Mar 10, 2025 - 03:50
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Porno del doce

Subimos por la calle empedrada, levantamos la vista y nos recibe una señora con la cabeza envuelta en una toca, sonrisa contenida, piernas levantadas de manera inverosímil hasta colocarse los talones detrás de las orejas, enseñándonos la vulva en todo su esplendor. A su lado, un señor se lleva las manos a la cabeza. No parece escandalizado, sino desesperado: luce un enorme pene duro, lleva novecientos años manteniendo la erección sin posibilidad de alivio. Cerca de ellos hay una pareja copulando, un señor que se lleva su propio pene a la boca, ¡pero esto qué es! Son los canecillos, las esculturas de piedra que recorren el alero de la colegiata de Cervatos (Cantabria), del siglo XII. Las imágenes sexuales no son raras en las iglesias románicas, como advertencia de los castigos que esperan a los lujuriosos, pero ninguna ofrece un un estallido erótico así, con más de cuarenta escenas muy pero que muy expresivas.

“Siempre igual”, dice un vecino. “Viene la gente, se queda pasmada y empiezan las risitas”. El experto César del Valle cuenta que los visitantes solemos obviar el resto de las esculturas: juglares, músicos, saltimbanquis, enmascarados, bebedores. “Nos asombra el sexo, pero aquí la lujuria solo es un vicio más, como la borrachera o la juerga. En la Edad Media la representación del sexo no era un tabú como ahora, somos más timoratos que hace nueve siglos”. Cervatos habla de nuestros antepasados tanto como de nosotros: el escándalo está en nuestra mirada.

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Columna publicada en El Diario Vasco

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