Manu deja a todos alucinados con lo que decide hacer con el dinero que ha ganado en ‘Pasapalabra’
El fenómeno de Manu Pascual. Pocos formatos televisivos han demostrado tanta longevidad como Pasapalabra, y su éxito no se debe únicamente a su mecánica de preguntas y respuestas. En realidad, la verdadera clave está en la conexión emocional que logra crear con los concursantes. No es solo cuestión de conocimientos: quienes se sientan frente al ... Leer más

El fenómeno de Manu Pascual.
Pocos formatos televisivos han demostrado tanta longevidad como Pasapalabra, y su éxito no se debe únicamente a su mecánica de preguntas y respuestas. En realidad, la verdadera clave está en la conexión emocional que logra crear con los concursantes. No es solo cuestión de conocimientos: quienes se sientan frente al rosco deben tener carisma, temple y una historia que contar.
Cuando aparece alguien capaz de mantener el pulso del programa, el público lo nota. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo con Manu Pascual, el concursante que ha revitalizado el plató con su presencia constante, su progresión brillante y su cercanía con los espectadores. La televisión necesita héroes cotidianos, y en Manu han encontrado a uno inesperado.
En los últimos meses, Pasapalabra no solo ha experimentado un repunte de audiencia, sino que ha recuperado el espíritu competitivo que lo convierte en un espectáculo televisivo sin rival. Parte de este renacer tiene nombre propio: Manu Pascual, el madrileño que ha convertido el rosco en su escenario natural.
Manu y el arte de hacerse imprescindible.
«Manu Pascual ha pulverizado de nuevo un hito en Pasapalabra.» Esa frase no es solo un reconocimiento: es la constatación de que estamos ante uno de los grandes nombres en la historia reciente del programa. Su dominio técnico y su templanza no han dejado espacio a la improvisación.
Desde su llegada el 18 de mayo de 2024, Manu no ha hecho más que crecer. Lo que comenzó como una aparición discreta ha acabado convirtiéndose en una presencia imprescindible en el plató. El bote, que entonces rondaba los 100.000 euros, ha evolucionado hasta superar los 1,4 millones, pero Manu ha mantenido una constancia inquebrantable.
El madrileño no solo ha sobrevivido en un formato donde cada día puede ser el último, sino que ha derrotado a adversarios de renombre. Desde históricos como Vicky del Cerro hasta contrincantes reincidentes como Nacho Mangut, Manu ha dejado claro que su permanencia no es fruto de la suerte, sino de una mentalidad ganadora.
Una rivalidad que lo cambió todo.
Pero si hay una figura que ha marcado la travesía de Manu, esa es Rosa Rodríguez. La gallega ha emergido como la gran némesis del concursante madrileño, formando junto a él una dupla de altísimo nivel que ha capturado la atención de millones de espectadores. «Ya nadie entiende actualmente Pasapalabra sin sus dos concursantes desde hace unos meses: Manu y Rosa.»
Desde que comparten el plató, el interés del público ha crecido exponencialmente. La química entre ambos, basada en el respeto y la competitividad sana, ha elevado el programa a nuevas cotas. Las tardes de Pasapalabra ya no son solo un entretenimiento: son una cita imprescindible.
Y mientras crecía la tensión entre ambos, también lo hacía la evolución personal de Manu. «Ahora, Manu reconoce que tiene ‘más templanza’ porque cuando arribó al programa ‘estaba como un flan’.» Su trayectoria no solo ha sido impresionante a nivel de conocimientos, también ha supuesto una transformación emocional.
La conexión con el público, su gran victoria.
Ese crecimiento interior no ha pasado desapercibido. Manu ha conseguido una complicidad especial con la audiencia, algo que no se puede forzar ni ensayar. «Mi relación con ellos es fenomenal –señala–. Me paran, me dicen siempre cosas bonitas… Estoy encantadísimo de tener ese cariño del público.»
La televisión premia la autenticidad, y Manu la derrocha. Ha sabido ganarse el corazón de los espectadores a base de esfuerzo, cercanía y una humildad que desarma. Su éxito no solo se mide en cifras, sino en el afecto que despierta en cada aparición.
Y mientras su leyenda crece, también lo hacen los hitos que va dejando a su paso. Superar los 200 programas es una cifra que impresiona, pero más lo es cuando se contextualiza. Ha rebasado a mitos como Óscar Díaz y Rafa Castaño, dos de sus ídolos personales y referentes en la historia del concurso.
Un futuro prometedor y una meta muy clara.
Para Manu, todo esto tiene un valor emocional incalculable. «Ambos han sido y son ‘referentes'», afirma con admiración. Pero lo cierto es que ya ha escrito su propio capítulo en la historia del programa. Un capítulo que sigue sumando páginas mientras el bote supera los 1,4 millones de euros.
Hace apenas unos días, Roberto Leal le recordaba en directo cómo había comenzado todo. «Llegué con 100.000 euros, le habéis añadido un 0 y fíjate lo que ha cambiado la cosa», comentó Manu entre risas. Y es que el camino recorrido es tan sorprendente como ejemplar.
Y cuando Leal le preguntó qué haría si ganase un millón de euros, Manu lo tuvo claro: «Ayudar a mi familia, seguir estudiando y darme algún caprichito si se puede.» Una respuesta que lo define por completo. Natural, generoso, y con los pies firmemente en la tierra, incluso mientras roza el cielo con los dedos.