Mal olor, de Nadia Hafid
Reseñamos Mal olor de Nadia Hafid. Una joya imprescindible con un mensaje cada vez más necesario en una sociedad que esconde demasiados comportamientos que apestan. Edita Apa-Apa Cómics.



Edición original: Mal olor (Apa-Apa Cómics, 2025)
Guion: Nadia Hafid
Dibujo: Nadia Hafid
Color: Nadia Hafid
Traducciónr:: Gabriela Miciulevivius
Maquetación y diseño: Sergi Puyol
Dirección editorial: Toni Mascardó
Formato: Cartoné. 160 páginas. 22,90€
Hipocresía empresarial
«En Angle Group, es primordial mantener un entorno de trabajo respetuoso y agradable para todos. Debemos advertirle que debe tomar las medidas necesarias para resolver esta incidencia de manera inmediata. Confío en que esta desagradable situación se solucione de una amera eficiente.»
De puertas para afuera la gran mayoría de las grandes corporaciones empresariales se jactan de tener unas políticas de diversidad, conciliación, igualdad y ecologistas intachables, pero en cuanto se rasca un poco y se habla con los empleados se puede observar que en muchos casos no es oro todo lo que reluce y que de puertas para adentro se dan comportamientos muy cuestionables. Algo que, por desgracia, es extrapolable a toda la sociedad tanto a nivel individual como colectivo, más en estos tiempos de aterradores mensajes de ultraderecha repletos de racismo, aporofobia y machismo. Una triste realidad que Nadia Hafid (Terrassa, 1990) retrata con brillantez en Mal olor, el cómic que gano el III Premi Finestres de cómic en catalán otorgado el año pasado, que ahora publica en castellano Apa-Apa cómics, justo un mes después de la edición en catalán por parte de Finestres.
La historia transcurre entre las paredes de una empresa en la que aparentemente todo es idílico con unos jefes que escuchan y se preocupan por sus empleados y donde los objetivos se cumplen. Un perfecto ejemplo de corporación moderna que es el sueño húmedo del neoliberalismo, pero que, ante el primer problema, se muestra como una realidad realmente frágil como podemos comprobar cuando en la oficina empieza a notarse un mal olor y todas las miradas apuntan a la única empleada que que tiene la piel oscura. Un conflicto aparentemente menor, pero que deja ver toda la hipocresía, la doble moral y el racismo que forma parte del ADN de la empresa que no deja de ser una proyección de nuestra sociedad. A partir de ese momento vemos como la protagonista se convierte en el chivo expiatorio y comienza a ser víctima de un acoso laboral sutil, pero igualmente grave. Sin embargo, antes del problema del olor hemos podido ver como en la empresa también se dan situaciones de microracismos enmascaradas en decisiones corporativas destinas a que todas las empleadas tengan el mismo aspecto y donde vemos como a la protagonista le llegan a sugerir que alise su pelo rizado para parecerse al resto de mujeres. Una imagen de la mujer tremendamente estereotipada de piel blanca y vestida de rosa que pertenece a una visión clasista y racista que hace tiempo deberíamos haber dejado de lado, pero que se corresponde con la que promulgan los discursos abiertamente racistas y machistas de partidos de extrema derecha que van calando cada vez más.
Mal olor nos lanza un mensaje claro y rotundo que se ve potenciado por un estilo gráfico minimalista plagado de figura geométricas en el que se prescinde de cualquier elemento superfluo junto con unas decisiones visuales muy meditadas como ese rosa predominante contra el que choca el color de la piel de la protagonista que se convierte en una figura extraña a la homogeneización predominante en la empresa. Como es ya marca de la casa estamos ante un cómic en el que hay muy pocos diálogos y el peso de historia descansa sobre todo en las imágenes. Una decisión que obliga a un mayor esfuerzo al lector, pero también hace que se implique más en la propuesta. Ese peso preponderante de las imágenes provoca que los silencios y las miradas sean muy importantes, algo que junto con las muchas repeticiones de planos y objetos que nos encontramos dotan a la narración de un ritmo pausado que sirve para reflejar lo rutinario y alienante del trabajo. Un dibujo y una narrativa engañosamente sencillos, pero que esconden una mayor planificación y complejidad de lo que se puede ver aparentemente.
Como ya habíamos podido comprobar en cómics previos como El buen padre (Sapristi) y Chacales (Sapristi), Hadia Hafid nos ofrece una de las visiones más lúcidas del medio sobre los problemas de la sociedad actual como el racismo y los derechos laborales. Una lectura que nos obliga a cuestionarnos una realidad a la que a veces estamos demasiado ajenos con muchos comportamientos cuestionables normalizados, incluidos algunos nuestros. Un cómic brillante que justifica perfectamente la decisión del jurado de premiarlo, ya que es el mejor trabajo hasta la fecha de la autora. Pero vista su trayectoria en claro ascenso esperamos que en sus próximos trabajos siga elevando el nivel, ya que si el medios quiere seguir creciendo y llegando a nuevos públicos necesita muchos más cómics tan atrevidos en lo formal y lo discursivo como Mal olor.
Lo mejor
• La rotundidad del mensaje de denuncia.
• La perfecta planificación de cada elemento visual y narrativo.
Lo peor
• Que al ser un cómic con un estilo visual diferente se enfrente a los prejuicios de algunos lectores que solo entienden como buen dibujo uno aparentemente realista.