Españolas en el Nuevo Mundo, de Daniel Arveras
Daniel Arveras reúne en este trabajo las pequeñas y grandes historias de algunas de las miles de mujeres españolas que viajaron y se instalaron en América a partir de 1492. Una realidad escasamente tratada y conocida, pese a su importancia. En ágiles y amenos capítulos, el autor escribe sobre virreinas, gobernadoras, adelantadas, soldados, escritoras y... Leer más La entrada Españolas en el Nuevo Mundo, de Daniel Arveras aparece primero en Zenda.

Daniel Arveras reúne en este trabajo las pequeñas y grandes historias de algunas de las miles de mujeres españolas que viajaron y se instalaron en América a partir de 1492. Una realidad escasamente tratada y conocida, pese a su importancia.
En ágiles y amenos capítulos, el autor escribe sobre virreinas, gobernadoras, adelantadas, soldados, escritoras y religiosas que dejaron una mayor huella en las crónicas y documentos, pero también nos acerca fragmentos de las vidas de otras mujeres mucho más anónimas que vivieron diferentes realidades en América.
En Zenda reproducimos el primer capítulo de Españolas en el Nuevo Mundo: Historias de mujeres olvidadas, de Daniel Arveras.
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María y Beatriz, la cara y la cruz de dos mujeres en las Indias
Alguna vez les he mencionado el interesantísimo libro Cartas privadas de emigrantes a Indias, producto de las investigaciones y hallazgos de Enrique Otte en el archivo de Indias. Dispersas y olvidadas, el historiador dio con más de quinientas cartas enviadas desde distintas partes de América a familiares en España, la mayoría escritas en el siglo XVI. Una correspondencia rica y diversa que nos ofrece testimonios únicos, emotivos y fascinantes sobre la vida cotidiana de aquellas gentes que buscaron su destino en el Nuevo Mundo.
Pero hay otras muchas y, por supuesto, también hay cartas de mujeres dirigidas a sus padres, hijos, hermanos, sobrinos, etc. Me voy a centrar en dos de ellas, contándoles las diferentes percepciones que tienen sobre América, basadas lógicamente en la suerte personal y experiencias de sus protagonistas una vez asentadas en el nuevo territorio.
María de Córdoba escribió a su hermana desde Lima el 27 de marzo de 1578. Es una misiva corta pero contundente. No le gustaban aquellas latitudes y la realidad sobre el terreno no era la que ella había imaginado o le habían contado: [1]
Ya que estoy en las Indias quiero, señora mía, dar a vuestra merced en breves razones y cuenta de esta tierra… y es que Indias, de Indias tienen sólo el nombre, y que es a mi parecer, la más mala tierra que hay en el mundo, que al fin es un traslado, como si se sacaren todo de España.
Continúa con su visión negativa, recomendando a sus hermanos que no vayan a no ser que tengan una buena cantidad de dinero para iniciar su vida allí. Los tiempos de conquista, reparto de encomiendas y fáciles riquezas habían pasado hace tiempo. Yo estoy harto descontenta, y digo que las Indias para quien las quisiere, concluye de manera gráfica y contundente. [2]
Hermana mía, si, a dicha, Villagómez, que ha de dar vuelta a esa tierra presto, dijere que las quiere traer a vuesa merced y a mi hermano, si no fuere que puedan traer a esta tierra mil ducados empleados con que empezar a tratar, no vengan por ninguna cosa. Yo estoy harto descontenta, y digo que las Indias para quien las quisiere.
La otra carta es de Beatriz de Carvallar, quien escribe a su padre, con gran cariño y emoción desde México en 1574. Tras narrarle las vicisitudes de su viaje y la grave enfermedad que padeció a bordo —traje por la mar las más crueles enfermedades que en cuerpo de persona vieron— le cuenta que está feliz con su amado esposo e hija. [3]
Señor padre de mi corazón:
En el navío de aviso recibimos cuatro cartas, dos de vuesa merced y dos de mi hermana, con las cuales recibí el mayor contento, que si no fuera ver a vuesa merced no lo podía recibir mayor… México es tierra templada, que ni hace frío ni mucho calor, y es tierra que se gana de comer. Ha sido Dios servido desde que estoy en ella de darme salud. Sepa vuesa merced cómo quedo parida de un mes; parí el día de Nuestra Señora de Candelaria una niña, la más linda que ha nacido en esta tierra. Está Valdelomar tan alegre, la una por verme sana, y lo otro con su hija. Señor, tenga gran contento vuesa merced, porque tengo el mejor casamiento, y soy màs querida de Valdelomar que mujer hubo en mi generación, que en toda Nueva España no hay marido y mujer tan conformes…
A continuación le advierte de los peligros del viaje pero también que será muy bien recibido y cuidado si finamente cruza el océano.
Envía vuesa merced a decir que quiere venir a esta tierra, padécese tanto por la mar que no me he atrevido enviarlo a llamar… Si con todos estos trabajos que tengo dichos vuesa merced se atreviere, venga enhorabuena, que yo haré todo lo que soy obligada como hija, y lo mismo Valdelomar, porque quiere a vuesa merced cual nunca vi querer yerno a suegro. Si Dios me lo deja ver en esta tierra mi hacienda será suya, porque otro no es mi deseo sino darle contento y buena vejez…
Su padre presentó esa carta y la recibida de su yerno para pedir licencia y pasar a las Indias. Asimismo, expresó de manera clara su extrema necesidad y el hecho de que, en la Nueva España, serían acogidos por un matrimonio que goza de una muy solvente posición económica en la ciudad de México.
Lorenzo Martínez de Carvaller, vecino de Fuentes de León y su mujer Catalina Juárez dezimos que tenemos en la Nueva España una hija casada con Melchor de Valdelomar, los quales están ricos en la ciudad de Méjico y entendiendo que estamos pobres nos enbía a llamar por sus cartas, diziendo que allá nos sustentarán lo que nos queda de vida…
Después de instruirse el oportuno informe positivo respecto a sus orígenes, limpieza de sangre y no tener cuasas abiertas con la justicia, obtuvo la licencia para viajar en 1575. Para él, su mujer, otra hija y un nieto.
Suplicamos a vuestra alteza nos haga merced dar licencia para pasar allá y llevar con nosotros una hija soltera que se llama Catalina, de edad de nueve o diez años y un nieto niño de la misma edad que se llama Lorenzo, huérfano de padre y madre. Atento lo susodicho y que somos tan pobres que no podemos en España sustentarnos y que en nosotros concurren las calidades necesarias…
Dos mujeres en las Indias, una que reniega de ellas y otra que, pese a las dificultades pasadas, ve el futuro con optimismo y reunirá en México a sus padres, a su hermana y a un sobrino huérfano, gentes pobres y humildes de un pueblecito de Badajoz.
[1] Otte, Enrique. Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540-1616. (Sevilla, 1988).
[2] Ídem.
[3] AGI/22//INDIFERENTE, 2056, N.53. (1575). Expediente de concesión de licencia para pasar a México a favor de Lorenzo Martínez de Carvallar, con su mujer Catalina Juárez, su hija Catalina y su nieto Lorenzo, todos vecinos de Fuentes de León. Para ir a estar en compañía de su hija Beatriz de Carvallar y el marido de ésta Melchor de Valdelomar.
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Autor: Daniel Arveras Alonso. Título: Españolas en el Nuevo Mundo: Historias de mujeres olvidadas. Editorial: Amazon. Venta: Amazon
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