Hace cien años, un joven periodista que había servido en la guerra y arrastraba una fama de desaliñado que nunca lo abandonó, tuvo una de las mejores peores ideas de la historia del periodismo: crear una «revista cómica de quince centavos» que contara Manhattan. La llamó 'The New Yorker' y fue «el fracaso más sonado de 1925», según cuenta James Thurber en 'Mis años con Ross' (Libros Walden). Harold Ross , así se llamaba el fundador de la revista. Fue en 1925, un año de éxitos memorables en literatura, música y entretenimiento, cuando 'The New Yorker', según Thurber, se convirtió en «el único fracaso que siguió adelante». Un siglo después, la cabecera es sinónimo del mejor periodismo de largo aliento,...
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